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Epoca viii. HABANA 6 DE JUNIO DE 1875. Numero 40. PERí0^ se publica LOS DOMINGOS PRKCIOS DK SU8CKICIOK' 12 reales Tuertes AL MES EN LA HABANA. $5-25, papel, ’trimestre EN EL INTERIOR Franco de porte. ^j y Administración SOL, NUMERO 58. A DONDE DIRIGIRAN TODAS las comunicaciones i reclamaciones. PERIODICO DE LITERATURA, ARTES Y OTROS INGREDIENTES. AÑO QUINCE. pií\IGIDO POF\ J. JA. yiLLEI^GAS, CARICATURISTA: LANDALUZE. CON EL TIEMPO... MADURAN LAS UVAS. El núrríero y calidad de las cuestiones que hoy se agitan en todo el mundo, pero muy particularmente en nuestra querida pátria, le tiene á uno convertido en cazador de noticias. Poco importa ya que tal periódico abogue con elocuencia por tal ó cual principio, ni que cuál otro combata victoriosamente la argumentación del primero: el lector suele mirar con bastante indiferencia los artículos doctrinales, ó, cuando menos, ba dado en posponerlos á la sección de noticias, y esto basta para explicar el fabuloso éxito de La Correspondencia de España, periódico que, como es bien sabido, ba logrado hacer una tirada mayor que el mas favorecido de los otros, labrando así la fortuna de su dignísimo propietario; porque en esto del periodismo sucede una cosa muy particular, y es que, tanto mas se ahorra, cuando mas se tira. En cuanto á mí, tengo la costumbre de leer siempre los artículos de fondo de los diarios habaneros; pero no se ofendan los redactores de esos diarios si digo que, antes de leer sus apreciables escritos, doy mi vistazo por la sección telegráfica, por los sueltos y por la gacetilla, para enterarme de los sucesos de última hora; lo cual quiere decir que lo que mas me interesa en esos órganos de la publicidad que ha descubierto la civilización, y que llevan el nombre de periódicos, son las noticias. Por cierto que buenos chascos me llevo alguna vez con ese ardiente afan de saber lo que hay de nuevo; porque cuando creo poder averiguar algo acerca de las cuestiones importantes á que aludí al comenzar este artículo, me encuentro con párrafos en que solo se dice, que uu ciudadano, muy conocido en su casa, acaba de salir para los baños ó para otra parte; que la señorita Fulana y el estimable joven Mengano acaban de unirse por el indisoluble lazo del matrimonio; que en las carreras de caballos de Londres ganó, como era natural, el que corría más á todos los que corrían ménos etc., ocurrencias cuya narración, por mucho que se le quiera animar con un colorido dramático, solo pueden tener interés para las personas interesadas, y aun no para todas estas, pues, por ejemplo, bien interesados son los avaros, y apuesto á que bien sin cuidado les tiene a estos señores el saber lo que á los demas no nos importa un pito. Pero á fé que el mártes ultimo no fué dia aciago para mí, pues cogiendo La Voz de Cuba y revisando la sección de los sueltos de fondo, me encontré con uno que, no porque no tuviese relación alguna con la política ni con la guerra dejó de impresionarme pro-fundísimamente, y me bastará copiar dicho párrafo para probar que no merece echarse en saco roto. Dice así: «El Tiempo, periódico que se publica en Madrid, ba dado á luz un largo artículo sobre Administración de Justicia, en el cual cita como caso práctico, el hecho jurídico de que un pleito que lleva 38 años de duración, ba hecho brotar 200 pleitos más, en los cuales han entendido mas de mil jueces y magistrados, y en cuyos complicados • asuntos hay diferentes ejecuciones del Tribunal Supremo.» Y no me quedé yo atónito por lo que El Tiempo dice de la duración del pleito que tantos otros ba engendrado, ni había motivo para ello, cuando quizá no baga arriba de tres meses que nos informaron varios periódicos del grande acontecimiento de habersq terminado otro pleito que contaba mas de cien años de existencia; no me asombré tampoco de que un solo pleito baya dado nacimiento á doscientos mas, porque conozco el sistema de más de cuatro y más de ocho litigantes, que consiste en amontonar incidentes sobre incidentes, para hacer interminables los negocies que ven mal parados, y en cuanto al número de jueces y magistrados de que habla El Tiempo, nada vi que dejase de guardar la debida proporción con la magnitud de la obra. Lo que me asustó y basta me afligió mucho, fué que el apreciable colega de la calle del Teniente-Rey no contase con I datos suficientes para darme á conocer el efecto que ha producido en la Península el artículo de El Tiempo. Yb felicito de todas maneras á este diario madrileño por haberse ocupado de la mas trascendental y urgente de las cuestiones que hoy pueden caer bajo el dominio déla prensa periódica, y á mi también me felicito de que el colega de Madrid que ba tomado esa cuestión por su cuenta sea uno de los órganos de la opinión que boy tienen mayor autoridad moral, ya por sus opiniones políticas, y a por el alto criterio que siempre ha revelado en sus escritos; pues así hay alguna razón para esperar que nuestros legisladores figen su atención en el actual sistema de procedimientos, á fin de corregirlos defectos de que adolezca y para que de ese modo, ni en lo civil ni en lo criminal puedan los litigantes temerarios ni los delincuentes entorpecer un punto la salvadora acción de la Justicia. Hablo también de lo criminal, porque be conocido á muchos acusados que han estado en la Cárcel del Saladero cinco, seis y basta siete años esperando sus sentencias, y aún oí hablar en cierta ocasión de un letrado valenciano que se pasó once años en dicha cárcel sin que se le declarase criminal ni inocente. Y no increparé por esto á los encargados de la Administración de la Justicia, porque mi ánimo, al tocar estas cuestiones, con motivo de lo que ba dicho El Tiempo, como en todo lo que á la sociedad interesa, es hablar de las cosas sin faltar á los hombres; pero sí me atreveré á decir que donde sucede lo que llevo manifestado, hay mucho que enmendar, mucho que reformar, mucho que simplificar en el sistema de procedimientos, y ojalá que asilo comprendan nuestros futuros legisladores. JPorque es preciso reconocerlo: nuestra sociedad adolece de vicios que es preciso destruir con prontitud y entereza, si hemos de aspirar á dias mejores que los que de largo tiempo á esta parte venimos atravesando, y uno de esos vicios es la falsificación, que está tomando proporciones espantosas. ‘ Léase
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Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000212 |
Digital ID | chc99980002120001001 |
Full Text | Epoca viii. HABANA 6 DE JUNIO DE 1875. Numero 40. PERí0^ se publica LOS DOMINGOS PRKCIOS DK SU8CKICIOK' 12 reales Tuertes AL MES EN LA HABANA. $5-25, papel, ’trimestre EN EL INTERIOR Franco de porte. ^j y Administración SOL, NUMERO 58. A DONDE DIRIGIRAN TODAS las comunicaciones i reclamaciones. PERIODICO DE LITERATURA, ARTES Y OTROS INGREDIENTES. AÑO QUINCE. pií\IGIDO POF\ J. JA. yiLLEI^GAS, CARICATURISTA: LANDALUZE. CON EL TIEMPO... MADURAN LAS UVAS. El núrríero y calidad de las cuestiones que hoy se agitan en todo el mundo, pero muy particularmente en nuestra querida pátria, le tiene á uno convertido en cazador de noticias. Poco importa ya que tal periódico abogue con elocuencia por tal ó cual principio, ni que cuál otro combata victoriosamente la argumentación del primero: el lector suele mirar con bastante indiferencia los artículos doctrinales, ó, cuando menos, ba dado en posponerlos á la sección de noticias, y esto basta para explicar el fabuloso éxito de La Correspondencia de España, periódico que, como es bien sabido, ba logrado hacer una tirada mayor que el mas favorecido de los otros, labrando así la fortuna de su dignísimo propietario; porque en esto del periodismo sucede una cosa muy particular, y es que, tanto mas se ahorra, cuando mas se tira. En cuanto á mí, tengo la costumbre de leer siempre los artículos de fondo de los diarios habaneros; pero no se ofendan los redactores de esos diarios si digo que, antes de leer sus apreciables escritos, doy mi vistazo por la sección telegráfica, por los sueltos y por la gacetilla, para enterarme de los sucesos de última hora; lo cual quiere decir que lo que mas me interesa en esos órganos de la publicidad que ha descubierto la civilización, y que llevan el nombre de periódicos, son las noticias. Por cierto que buenos chascos me llevo alguna vez con ese ardiente afan de saber lo que hay de nuevo; porque cuando creo poder averiguar algo acerca de las cuestiones importantes á que aludí al comenzar este artículo, me encuentro con párrafos en que solo se dice, que uu ciudadano, muy conocido en su casa, acaba de salir para los baños ó para otra parte; que la señorita Fulana y el estimable joven Mengano acaban de unirse por el indisoluble lazo del matrimonio; que en las carreras de caballos de Londres ganó, como era natural, el que corría más á todos los que corrían ménos etc., ocurrencias cuya narración, por mucho que se le quiera animar con un colorido dramático, solo pueden tener interés para las personas interesadas, y aun no para todas estas, pues, por ejemplo, bien interesados son los avaros, y apuesto á que bien sin cuidado les tiene a estos señores el saber lo que á los demas no nos importa un pito. Pero á fé que el mártes ultimo no fué dia aciago para mí, pues cogiendo La Voz de Cuba y revisando la sección de los sueltos de fondo, me encontré con uno que, no porque no tuviese relación alguna con la política ni con la guerra dejó de impresionarme pro-fundísimamente, y me bastará copiar dicho párrafo para probar que no merece echarse en saco roto. Dice así: «El Tiempo, periódico que se publica en Madrid, ba dado á luz un largo artículo sobre Administración de Justicia, en el cual cita como caso práctico, el hecho jurídico de que un pleito que lleva 38 años de duración, ba hecho brotar 200 pleitos más, en los cuales han entendido mas de mil jueces y magistrados, y en cuyos complicados • asuntos hay diferentes ejecuciones del Tribunal Supremo.» Y no me quedé yo atónito por lo que El Tiempo dice de la duración del pleito que tantos otros ba engendrado, ni había motivo para ello, cuando quizá no baga arriba de tres meses que nos informaron varios periódicos del grande acontecimiento de habersq terminado otro pleito que contaba mas de cien años de existencia; no me asombré tampoco de que un solo pleito baya dado nacimiento á doscientos mas, porque conozco el sistema de más de cuatro y más de ocho litigantes, que consiste en amontonar incidentes sobre incidentes, para hacer interminables los negocies que ven mal parados, y en cuanto al número de jueces y magistrados de que habla El Tiempo, nada vi que dejase de guardar la debida proporción con la magnitud de la obra. Lo que me asustó y basta me afligió mucho, fué que el apreciable colega de la calle del Teniente-Rey no contase con I datos suficientes para darme á conocer el efecto que ha producido en la Península el artículo de El Tiempo. Yb felicito de todas maneras á este diario madrileño por haberse ocupado de la mas trascendental y urgente de las cuestiones que hoy pueden caer bajo el dominio déla prensa periódica, y á mi también me felicito de que el colega de Madrid que ba tomado esa cuestión por su cuenta sea uno de los órganos de la opinión que boy tienen mayor autoridad moral, ya por sus opiniones políticas, y a por el alto criterio que siempre ha revelado en sus escritos; pues así hay alguna razón para esperar que nuestros legisladores figen su atención en el actual sistema de procedimientos, á fin de corregirlos defectos de que adolezca y para que de ese modo, ni en lo civil ni en lo criminal puedan los litigantes temerarios ni los delincuentes entorpecer un punto la salvadora acción de la Justicia. Hablo también de lo criminal, porque be conocido á muchos acusados que han estado en la Cárcel del Saladero cinco, seis y basta siete años esperando sus sentencias, y aún oí hablar en cierta ocasión de un letrado valenciano que se pasó once años en dicha cárcel sin que se le declarase criminal ni inocente. Y no increparé por esto á los encargados de la Administración de la Justicia, porque mi ánimo, al tocar estas cuestiones, con motivo de lo que ba dicho El Tiempo, como en todo lo que á la sociedad interesa, es hablar de las cosas sin faltar á los hombres; pero sí me atreveré á decir que donde sucede lo que llevo manifestado, hay mucho que enmendar, mucho que reformar, mucho que simplificar en el sistema de procedimientos, y ojalá que asilo comprendan nuestros futuros legisladores. JPorque es preciso reconocerlo: nuestra sociedad adolece de vicios que es preciso destruir con prontitud y entereza, si hemos de aspirar á dias mejores que los que de largo tiempo á esta parte venimos atravesando, y uno de esos vicios es la falsificación, que está tomando proporciones espantosas. ‘ Léase |
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