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ANO IV. NUM. 40. Domingo 5 de Julio de 1863. ESTE PERIODICO SE PUBLICA LOS DOMINGOS. PRECIOS DB LA SUSCEICION. U.N PESO AL MES EN LA HABANA y 10 rs. rtes. EN GL INTERIOR franco de porte. EL NUMERO SUELTO SE VEN DB á 3 rs. I'tes LA REDACCION CALLE DEL SOL NUMERO ;;95ü A DONDE SE DIRIGIRAN TUDAS LAS COMUNICACIONES y reclamaciones. LA ADMINISTRACION está EN LA MISMA OASA DE LA Redacción. El MORO MUZA. -»«>■»>— PERIODICO SATÌRICO, ECONOMICO Y LITERARIO DIRIGIDO POR J. ?iL VILLERGAS. GASTRONOMIA. apateta! Parece que me vá gustando la comida, según lo que de ella me ocupo de algún tiempo á esta parte, y sin embargo, no es asi; antes bien, he tomado á pecho el asunto de la manducación para ver si en nombrando al ruin de Roma luego asoma, es decir, para ver si hablando del apetito ajeno se presenta el mió diciéndome: yo no soy ruin de Roma, ni ruin de romo; pero asomo. Por otra parte, casi lo sentiria, pues, si á pesar de mi inapetencia estoy devorando á mi lego, el redactor de la Prensa, calculen ustedes lo que sucedería cuando tuviera buenas ganas, y francamente, no me conviene privarme de un colaborador involuntario que cada dia está mas interesante. Renuncio á la mejor de las salsas que es el hambre, según el inmortal autor del Quijote, y para probar la buenaféde mis palabras, hablaré hoy por última vez de gastronomía. Esta, la gastronomía, parece ser una de las pasiones dominantes en el mun- I do moderno, aunque tengo para mí que I hay algo mucho de ficción en los que la ostentan, y que no en vano ha consa- ■ grado Bretón una de sus excelentes [ producciones á la hipocresía del vicio. ' ¿Cómo han podido los hombres llegar ] á la insensatez de la jactancia en la po- j sesión de un defecto, máxime cuando 1 no lo tienen? Esto se explica fácilmente i diciendo que, entre las ridiculeces de nuestro siglo, una de las mayores consiste en tomar la glotonería por una gracia, y que muchos, deseando parecer graciosos, se apresuran siempre á decir que comen mucho. Pues buen provecho les haga lo que comen; pero sepan que I no por mucho comer son mas graciosos. Hay excepciones, no obstante, y es-tas muy honoríficas bajo otros concep- j tos. Hay hombres eminentes en las letras y en las artes que alguna falta habían de tener, y el diablo les dió la que voy censurando con mi regidez acostumbrada. Todo el mundo sabe que Alejandro Humas, Rossini y otros grandes hombres, después de admirar al mundo con sus buenas obras, pretenden, al parecer, asustarlo con sus buenas ganas, y no sé si en la verdad del hecho estálo mejor ó lo peor del caso; pero sé que los ilus-1 tres varones mencionados, cuando no fueran inmortales por su génio, llegarían á serlo por su apetito. He Rossini se sabe que, después que dejó de escribir partituras, se dedicó al estudio del arte culinario, llegando á tener en mas los platos que ha inventado que las óperas que ha compuesto. Alejandro Humas no ha salido del campamento literario, aunque puede decirse que ha desertado á medias, escribiendo muchas tonterías después de probar que sabia hacer obras maestras; pero la mitad del tiempo que hubiera debido consagrar á la literatura lo ha dedicado á la cocina también, y por eso en sus últimas divagaciones se ocupa muy á menudo de los placeres de la mesa. En fin, los dos hombres que acabo de citar figuran juntos en un cuadro que no necesita ser de Aparicio para poner de manifiesto los estragos del hambre. Hablo de los Mil y un Fantasmas, obra de Alejandro Humas, en la cual hay un capítulo titulado: una comida en casa de Rossini. Hé aquí el mal, amados lectores, Muchos pobres diablos que se privan por parecer monos, creen que basta afectar los defectos de los grandes hombres para poseer algo de sus excelentes cualidades, y con este fin han querido demostrar que son unos glotones de primera tijera. Entre los imitadoros del citado vicio habla la historia de un jóven italiano, muy entusiasta por Rossini, que se presentó en Bolonia no ha muchos años con el doble objeto de conocer al sublime autor de Guillermo Tell, y de probar su aptidud culinaria. No sé como se llamaba el jóven, ni hace falta saber su nombre, ni es preciso recordar el año
Object Description
Title | El moro muza, Año 4, Num. 40-43, Julio de 1863 |
Variant Title | El moro muza. Periódico satirico, economico y literario, dirigido por J. M. Villergas |
Subject |
Cuban periodicals Cuban literature -- 19th Century -- Periodicals Cuban wit and humor, Pictorial -- Periodicals |
Genre | Periodicals |
Publication Date | 1863-07 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1860-1869 |
Coverage Spatial | Havana (Cuba) |
Physical Description | v. : ill. ; 35-39 cm |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | Periodicals a.3-5 (Oct 5 1862-Jan 31 1864) (Inc) |
OCLC No. | 47782860 |
Rights | This material is in the public domain in the United States. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Object ID | chc9998000176 |
Type | Text |
Format | image/tiff |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000176 |
Digital ID | chc99980001760001001 |
Full Text | ANO IV. NUM. 40. Domingo 5 de Julio de 1863. ESTE PERIODICO SE PUBLICA LOS DOMINGOS. PRECIOS DB LA SUSCEICION. U.N PESO AL MES EN LA HABANA y 10 rs. rtes. EN GL INTERIOR franco de porte. EL NUMERO SUELTO SE VEN DB á 3 rs. I'tes LA REDACCION CALLE DEL SOL NUMERO ;;95ü A DONDE SE DIRIGIRAN TUDAS LAS COMUNICACIONES y reclamaciones. LA ADMINISTRACION está EN LA MISMA OASA DE LA Redacción. El MORO MUZA. -»«>■»>— PERIODICO SATÌRICO, ECONOMICO Y LITERARIO DIRIGIDO POR J. ?iL VILLERGAS. GASTRONOMIA. apateta! Parece que me vá gustando la comida, según lo que de ella me ocupo de algún tiempo á esta parte, y sin embargo, no es asi; antes bien, he tomado á pecho el asunto de la manducación para ver si en nombrando al ruin de Roma luego asoma, es decir, para ver si hablando del apetito ajeno se presenta el mió diciéndome: yo no soy ruin de Roma, ni ruin de romo; pero asomo. Por otra parte, casi lo sentiria, pues, si á pesar de mi inapetencia estoy devorando á mi lego, el redactor de la Prensa, calculen ustedes lo que sucedería cuando tuviera buenas ganas, y francamente, no me conviene privarme de un colaborador involuntario que cada dia está mas interesante. Renuncio á la mejor de las salsas que es el hambre, según el inmortal autor del Quijote, y para probar la buenaféde mis palabras, hablaré hoy por última vez de gastronomía. Esta, la gastronomía, parece ser una de las pasiones dominantes en el mun- I do moderno, aunque tengo para mí que I hay algo mucho de ficción en los que la ostentan, y que no en vano ha consa- ■ grado Bretón una de sus excelentes [ producciones á la hipocresía del vicio. ' ¿Cómo han podido los hombres llegar ] á la insensatez de la jactancia en la po- j sesión de un defecto, máxime cuando 1 no lo tienen? Esto se explica fácilmente i diciendo que, entre las ridiculeces de nuestro siglo, una de las mayores consiste en tomar la glotonería por una gracia, y que muchos, deseando parecer graciosos, se apresuran siempre á decir que comen mucho. Pues buen provecho les haga lo que comen; pero sepan que I no por mucho comer son mas graciosos. Hay excepciones, no obstante, y es-tas muy honoríficas bajo otros concep- j tos. Hay hombres eminentes en las letras y en las artes que alguna falta habían de tener, y el diablo les dió la que voy censurando con mi regidez acostumbrada. Todo el mundo sabe que Alejandro Humas, Rossini y otros grandes hombres, después de admirar al mundo con sus buenas obras, pretenden, al parecer, asustarlo con sus buenas ganas, y no sé si en la verdad del hecho estálo mejor ó lo peor del caso; pero sé que los ilus-1 tres varones mencionados, cuando no fueran inmortales por su génio, llegarían á serlo por su apetito. He Rossini se sabe que, después que dejó de escribir partituras, se dedicó al estudio del arte culinario, llegando á tener en mas los platos que ha inventado que las óperas que ha compuesto. Alejandro Humas no ha salido del campamento literario, aunque puede decirse que ha desertado á medias, escribiendo muchas tonterías después de probar que sabia hacer obras maestras; pero la mitad del tiempo que hubiera debido consagrar á la literatura lo ha dedicado á la cocina también, y por eso en sus últimas divagaciones se ocupa muy á menudo de los placeres de la mesa. En fin, los dos hombres que acabo de citar figuran juntos en un cuadro que no necesita ser de Aparicio para poner de manifiesto los estragos del hambre. Hablo de los Mil y un Fantasmas, obra de Alejandro Humas, en la cual hay un capítulo titulado: una comida en casa de Rossini. Hé aquí el mal, amados lectores, Muchos pobres diablos que se privan por parecer monos, creen que basta afectar los defectos de los grandes hombres para poseer algo de sus excelentes cualidades, y con este fin han querido demostrar que son unos glotones de primera tijera. Entre los imitadoros del citado vicio habla la historia de un jóven italiano, muy entusiasta por Rossini, que se presentó en Bolonia no ha muchos años con el doble objeto de conocer al sublime autor de Guillermo Tell, y de probar su aptidud culinaria. No sé como se llamaba el jóven, ni hace falta saber su nombre, ni es preciso recordar el año |
Archive | chc99980001760001001.tif |
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