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AÑO Y Domingo 6 de Marzo de 1864 NUM. 23. E8TK 1‘GRIOUICO SE PUBLICA LOS DOMINGOS PRECIOS DE 1.. SUSCRICION. lkpesiiumese.ua habana y 10 rs. fies. KN KL INTERIOR fraileo de porte. EL NUMERO SURLTO SE VENUS á !t ftrs LA REDACCION CALLE DEL SOL NUMERO ¡¡95!! A DONDE 8B DIRIGIRAN TUDAS LAS COMUNICACIONES y reclamaciones. LA ADMINISTRACION está UN LA MISMA CASA DE LA Uedaccion. !>■ PERIODICO SATÍRICO, ECOHOMICG Y LITERARIO DIRIGIDO FOR J. M. VXLLERGAS. ADIVINANZAS. eñores , quiero suprimir mi artículo utilitario, porque necesito hablar de un acontecimiento muy raro, y es la aparición de una persona adivina, cosa que me ha puesto en cuidadoso porque me interese declamar contra las supersticiones, pues he llegado á persuadirme de que eso es machacar en hierro frió, sino por el mal tercio que me puede hacer esa persona. En efecto, señores, yo pretendía tener algo de ese don sobrenatural que permite conocer las cosas presentes sin haberlas visto, y las futuras, que mal han podido verse antes de ser cosas, y en prueba de ello, podría citar muchos casos en que se han podido justificar mis aspiraciones. Por ejemplo, la primera noche que en esta temporada trabajó el payaso Maya, cuyo mérito he sido el primero y soy el primero en aplaudir, estaba yo en el Circo diciendo para mí: «esta noche no puede menos de oirse aquí alguno de esos disparates que se pueden llamar escandalosos, hasta el punto de que las señoras tendrian mo- I tivos para ruborizarse y los hombres ¡ para silbar de firme.» Pues bien, noha-1 bia yo acabado de hacerme esta reflexión i cuando salió Maya diciendo que su venida tenia por objeto el arreglo de un negocio; pero el verbo que empleó tenia un equívoco, tan descomedido, que ni siquiera me atrevo yo á publicarlo en letras de molde, y por consiguiente, adiviné lo que en la referida noche habia de suceder en el Circo de Chiarini. Pero, ¿qué mas? ElLondito acaba de dar á luz unos comunicados, y no me jactaré de haber adivinado que no los escribía él, porque lo mismo hubiera hecho cualquiera que le conociese; pero en seguida que los vi, adiviné quien los escribía, y veáse si tengo razón en pensar que la persona de quien voy á ocuparme ha venido á hacerme lo que llaman los economistas la concurrencia. Todas las naciones han tenido adivinos que supieran los negocios ajenos ignorando los própios. V. gr. se habla de una mujer tan maravillosa, que cuantos la consultaban salian sombrados de ver que no habia nada oculto para ella. Si embargo, dos individuos de cuya casa faltaba una joya, no contando con otros medios para saber quien seria el ladrón, fueron á ver ála vieja, qué vieja era la tal adivina, muy confiados en averiguar lo que deseaban saber para el rescate de la joya, y lo primero que notaron fuó que la puerta de la casa es- I taba llena de lodo, como si adrede la i hubieran embadurnado. Efectivamente, al abrir la puerta y verla tan súcia, exclamó la pobre mujer: «¡Miren como me ¡ han puesto la puerta! Si supiera quien | lo ha hecho le habia de restregar las na-: rices con toda esta basura.» Entonces, I uno de los dos que iban á consultarla, | le dijo al compañero: «Mi amigo, volvá-| monos á casa para no perder el tiempo y el dinero; porque si esta buena mujer J no puede adivinar quien la ensució la j puerta, ¿cómo ha de saber quien ha ro-j hado la joya?» Razón tenia el preopinante; pero no todos los adivinos se parecen á la vieja, ni puede negarse que alguna gente de provecho ha creído en las adivinanzas, como yo lo demostraría citando nombres muy respetables. Cierto es que la credulidad ! ha sido á veces tan excesiva que, ha-¡ hiendo sido pasto de los lobos un hom-I bre que vendía amuletos de piedra y de plomo, la gente de la comarca, donde se j verificó el triste suceso, creyó que andaba el diablo en el asunto, por la sencilla razón de que los lobos no se tra-| garon también los amuletos; pero ya que de lobos hablo, el mismo Aristóte-! les cuenta que uno de estos animales se comió todo el cuerpo de un poeta, después de lo cual la cabeza, que habia quedado intacta, siguió improvisando versos. Habrá quien diga que Aristóteles podía tocar el violon tan bien como
Object Description
Title | El moro muza, Año 5, Num. 23-26, Marzo de 1864 |
Variant Title | El moro muza. Periódico satirico, economico y literario, dirigido por J. M. Villergas |
Subject |
Cuban periodicals Cuban literature -- 19th Century -- Periodicals Cuban wit and humor, Pictorial -- Periodicals |
Genre | Periodicals |
Publication Date | 1864-03 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1860-1869 |
Coverage Spatial | Havana (Cuba) |
Physical Description | v. : ill. ; 35-39 cm |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | Periodicals a.5:1-44 (Oct 4 1863-Jul 31 1864) |
OCLC No. | 47782860 |
Rights | This material is in the public domain in the United States. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Object ID | chc9998000184 |
Type | Text |
Format | image/tiff |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000184 |
Digital ID | chc99980001840001001 |
Full Text | AÑO Y Domingo 6 de Marzo de 1864 NUM. 23. E8TK 1‘GRIOUICO SE PUBLICA LOS DOMINGOS PRECIOS DE 1.. SUSCRICION. lkpesiiumese.ua habana y 10 rs. fies. KN KL INTERIOR fraileo de porte. EL NUMERO SURLTO SE VENUS á !t ftrs LA REDACCION CALLE DEL SOL NUMERO ¡¡95!! A DONDE 8B DIRIGIRAN TUDAS LAS COMUNICACIONES y reclamaciones. LA ADMINISTRACION está UN LA MISMA CASA DE LA Uedaccion. !>■ PERIODICO SATÍRICO, ECOHOMICG Y LITERARIO DIRIGIDO FOR J. M. VXLLERGAS. ADIVINANZAS. eñores , quiero suprimir mi artículo utilitario, porque necesito hablar de un acontecimiento muy raro, y es la aparición de una persona adivina, cosa que me ha puesto en cuidadoso porque me interese declamar contra las supersticiones, pues he llegado á persuadirme de que eso es machacar en hierro frió, sino por el mal tercio que me puede hacer esa persona. En efecto, señores, yo pretendía tener algo de ese don sobrenatural que permite conocer las cosas presentes sin haberlas visto, y las futuras, que mal han podido verse antes de ser cosas, y en prueba de ello, podría citar muchos casos en que se han podido justificar mis aspiraciones. Por ejemplo, la primera noche que en esta temporada trabajó el payaso Maya, cuyo mérito he sido el primero y soy el primero en aplaudir, estaba yo en el Circo diciendo para mí: «esta noche no puede menos de oirse aquí alguno de esos disparates que se pueden llamar escandalosos, hasta el punto de que las señoras tendrian mo- I tivos para ruborizarse y los hombres ¡ para silbar de firme.» Pues bien, noha-1 bia yo acabado de hacerme esta reflexión i cuando salió Maya diciendo que su venida tenia por objeto el arreglo de un negocio; pero el verbo que empleó tenia un equívoco, tan descomedido, que ni siquiera me atrevo yo á publicarlo en letras de molde, y por consiguiente, adiviné lo que en la referida noche habia de suceder en el Circo de Chiarini. Pero, ¿qué mas? ElLondito acaba de dar á luz unos comunicados, y no me jactaré de haber adivinado que no los escribía él, porque lo mismo hubiera hecho cualquiera que le conociese; pero en seguida que los vi, adiviné quien los escribía, y veáse si tengo razón en pensar que la persona de quien voy á ocuparme ha venido á hacerme lo que llaman los economistas la concurrencia. Todas las naciones han tenido adivinos que supieran los negocios ajenos ignorando los própios. V. gr. se habla de una mujer tan maravillosa, que cuantos la consultaban salian sombrados de ver que no habia nada oculto para ella. Si embargo, dos individuos de cuya casa faltaba una joya, no contando con otros medios para saber quien seria el ladrón, fueron á ver ála vieja, qué vieja era la tal adivina, muy confiados en averiguar lo que deseaban saber para el rescate de la joya, y lo primero que notaron fuó que la puerta de la casa es- I taba llena de lodo, como si adrede la i hubieran embadurnado. Efectivamente, al abrir la puerta y verla tan súcia, exclamó la pobre mujer: «¡Miren como me ¡ han puesto la puerta! Si supiera quien | lo ha hecho le habia de restregar las na-: rices con toda esta basura.» Entonces, I uno de los dos que iban á consultarla, | le dijo al compañero: «Mi amigo, volvá-| monos á casa para no perder el tiempo y el dinero; porque si esta buena mujer J no puede adivinar quien la ensució la j puerta, ¿cómo ha de saber quien ha ro-j hado la joya?» Razón tenia el preopinante; pero no todos los adivinos se parecen á la vieja, ni puede negarse que alguna gente de provecho ha creído en las adivinanzas, como yo lo demostraría citando nombres muy respetables. Cierto es que la credulidad ! ha sido á veces tan excesiva que, ha-¡ hiendo sido pasto de los lobos un hom-I bre que vendía amuletos de piedra y de plomo, la gente de la comarca, donde se j verificó el triste suceso, creyó que andaba el diablo en el asunto, por la sencilla razón de que los lobos no se tra-| garon también los amuletos; pero ya que de lobos hablo, el mismo Aristóte-! les cuenta que uno de estos animales se comió todo el cuerpo de un poeta, después de lo cual la cabeza, que habia quedado intacta, siguió improvisando versos. Habrá quien diga que Aristóteles podía tocar el violon tan bien como |
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