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Epoca vili. HABANA 3 DE ENEKO DE 1875. Numero 18. ^PER I00/Co so publica LOS DOMINGOS PKBCI08 DB 8U8CBICION 12 reales fuertes AL MES EN LA HABANA. &S-Siö, papel, trimestre EN EL INTERIOR Franco de porte. fifi WM'i tIUI 7 Administración SOL, NUMERO 58. A DONDE DIRIGIRAN TOSAS las comunicaciones B reclamaciones. PERIODICO DE LITERATURA, ARTES Y OTROS INGREDIENTES. AÑO QUINCE. JDlB^IGIDO POI\_p. jl. JA. yiL^EB\GAS. CARICATURISTA: LANDALUZE. UNA CAMPAÑA POLITICA. XV. Uno de los primeros actos del Gobierno de Salmerón fué nombrar Gobernador de Salamanca al que pretendía ser diputado por Aleañices, en virtud de un acta que estaba pidiendo á grandes voces el presidio para cuantos á su elaboración habian cooperado en el dia del escrutinio general, y cuya sola presentación, como otra vez lo he dicho, era el mas irritante insulto que podia inferirse á las Córtes. ¿Qué méritos tenia aquel hombre, para que se le confiriese un gobierno de provincia? Si, al ménos, hubiera obtenido la mayoría de los sufragios de un distrito en una lucha legal, habría llevado consigo esa representación que dá el hecho de figurar entre los elegidos de la Nación; pero léjos de eso, babia sido derrotado en la legal contienda, y si bien logró que en un escrutinio burlesco se le proclamase diputado, la aceptación del resultado de tan escandaloso escrutinio hubiera debido bastar para incapacitarle eternamente en sus aspiraciones oficiales y parlamentarias, aunque él hubiese sido el primer hombre de España por la importancia de sus servicios y la eminencia de su talento. ¿No lo veian así los que primero trabajaron para que el supuesto diputado de Alca-ñices tomase asiento en las Córtes, y los que luego le nombraron gobernador de una provincia? Pues voy á exponer la lección que de esa cínica protección á la ilegalidad se desprendía. Los primeros venian á decir á los ambiciosos: “Procurad obtener á todo trance un acta de diputado, aunque para ello sea necesario que algunos de yuestros partidarios se conviertan en bandoleros de camino real, y otros hagan mofa de la ley en la operación del escrutinio; que si después el pueblo se niega, como debe negarse, á respetar y obedecer las leyes hechas por legisladores de vuestra especie, nada importará eso, con tal que vosotros podáis llamaros Padres de la Pàtria,” y decían implícitamente los segundos: “Seguid el consejo de los que sin escrúpulos de conciencia quieren haceros Padres de la Pàtria, que si las Córtes no sancionan el escarnio de la moral y de las leyes hecho por vuestros partidarios, nosotros miraremos ese escarnio como un mérito, para indemnizaros con un puesto oficial importante, aunque así se condene al desprecio de todos los hombres honrados la causa que defendemos.” Yo no creo que tales fueran el lenguaje ni el pensamiento de los hombres á quienes aludo; pero, sí, digo, y sostengo, que de su inconsiderado favoritismo se desprendían las lecciones que dejo apuntadas, y ahora vuelvo á preguntar: ¿cuáles' eran los méritos que tenia el ciudadano á quien á pesar del acta de Aleañices, se confirió el gobierno de Salamanca? ¿Se trataba de un hombre de elevada inteligencia? No quiero en este punto decir más sino que estaba juzgado por el solo hecho de presentar á las Cortes el acta que le forjaron sus amigos. ¿Se quería premiar en él algún gran servicio prestado á la causa de la República? Tampoco esto podia ser, puesto que aquel hombre jamás había figurado ni tenia condiciones para ello, y entónces, ¿cómo se explicaba lo que llamaré misterio, por no darle otro nombre? ¡Ah! se me dijo que el aspirante á diputado por Aleañices habia sido discípulo de algunos de los mas encumbrados personajes de la situación, y condiscípulo de otros que figuraban en el Gobierno, y entónces me lo expliqué todo; pero también dije parami que los que tanto habian hablado de pandillaje y de favoritismo en tiempo de la monarquía, eran dignos de.....lástima, cuando sobrepu- jaban en favoritismo y pandillaje á cuantos malos gobernantes tuvo España desde los aciagos tiempos del duque de Lerma, y que con semejantes hombres no es posible fundar una estable sociedad de recreo, cuanto más un Gobierno de cualquiera forma que sea. Quedaba, pues, desmentido en la práctica el catonismo de Salmerón, cuyas virtudes privadas soy el primero en reconocer, pero....una vez que ya no debía haber empe- ño en sostener el acta de un hombre que no' podia ser admitido como diputado, por haber aceptado un destino después de su proclamación en la cabeza del distrito, creí que, cuando ménos, cesaria en la Comisión y en ciertas personas influyentes la oposición de que el director de este periódico habia sido objeto basta entónces. Pues nada de eso, lectores mios; el acta de Aleañices seguía archivada, no faltando quien dijese que nunca se daría dictámen sobre ella, por el fundado temor de que se reconociese el derecho del verdadero diputado, y que con ello padeciese el amor propio del Sr. Gobernador de Salamanca, quien tenia el raro mérito de haber presentado en la Secretaría del Congreso un acta digna del aplauso de los que quisieran dar un tinte ealabrés-á la República Española. Poco me faltó entónces para hacer una de las uñas, es decir, para lanzar á la pública luz uno de esos escritos que suelo hacer cuando la pasión anima mi pluma; pero la pàtria exigía á la sazón grandes sacrificios, entre ellos el de no desprestigiar á los hombres importantes, que, por convicción ó por cálculo, acababan de oponer una política relativamente conservadora á la disolvente política de Pí-Margall, y yo no vacilé en cumplir mis-deberes de buen español, imponiéndome un doloroso silencio. En cuanto á la oposición que al director-de este periódico se bacía, ¿qué podia motivarla? Es preciso decir la verdad, lectores; el¡ discurso del 12 de Diciembre de 1872, en que-se proclamó, desde la extrema izquierda do la Cámara, la integridad del territorio, se vindicó á los voluntarios de Cuba de las injurias y calumnias que contra ellos se fulminaban diariamente, y se manifestó la inconveniencia de las reformas ultramarinas, babia hecho al diputado que lo pronunció el mas impopular y sospechoso de todos Ios-liberales habidos y por haber, y era natural que asi sucediera en la época de extravio mental en que el espíritu cosmopolita pretendía ahogar el amor á la pàtria. Por eso juzgo yo cierto lo que se dijo de haber cir-
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Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000207 |
Digital ID | chc99980002070001001 |
Full Text | Epoca vili. HABANA 3 DE ENEKO DE 1875. Numero 18. ^PER I00/Co so publica LOS DOMINGOS PKBCI08 DB 8U8CBICION 12 reales fuertes AL MES EN LA HABANA. &S-Siö, papel, trimestre EN EL INTERIOR Franco de porte. fifi WM'i tIUI 7 Administración SOL, NUMERO 58. A DONDE DIRIGIRAN TOSAS las comunicaciones B reclamaciones. PERIODICO DE LITERATURA, ARTES Y OTROS INGREDIENTES. AÑO QUINCE. JDlB^IGIDO POI\_p. jl. JA. yiL^EB\GAS. CARICATURISTA: LANDALUZE. UNA CAMPAÑA POLITICA. XV. Uno de los primeros actos del Gobierno de Salmerón fué nombrar Gobernador de Salamanca al que pretendía ser diputado por Aleañices, en virtud de un acta que estaba pidiendo á grandes voces el presidio para cuantos á su elaboración habian cooperado en el dia del escrutinio general, y cuya sola presentación, como otra vez lo he dicho, era el mas irritante insulto que podia inferirse á las Córtes. ¿Qué méritos tenia aquel hombre, para que se le confiriese un gobierno de provincia? Si, al ménos, hubiera obtenido la mayoría de los sufragios de un distrito en una lucha legal, habría llevado consigo esa representación que dá el hecho de figurar entre los elegidos de la Nación; pero léjos de eso, babia sido derrotado en la legal contienda, y si bien logró que en un escrutinio burlesco se le proclamase diputado, la aceptación del resultado de tan escandaloso escrutinio hubiera debido bastar para incapacitarle eternamente en sus aspiraciones oficiales y parlamentarias, aunque él hubiese sido el primer hombre de España por la importancia de sus servicios y la eminencia de su talento. ¿No lo veian así los que primero trabajaron para que el supuesto diputado de Alca-ñices tomase asiento en las Córtes, y los que luego le nombraron gobernador de una provincia? Pues voy á exponer la lección que de esa cínica protección á la ilegalidad se desprendía. Los primeros venian á decir á los ambiciosos: “Procurad obtener á todo trance un acta de diputado, aunque para ello sea necesario que algunos de yuestros partidarios se conviertan en bandoleros de camino real, y otros hagan mofa de la ley en la operación del escrutinio; que si después el pueblo se niega, como debe negarse, á respetar y obedecer las leyes hechas por legisladores de vuestra especie, nada importará eso, con tal que vosotros podáis llamaros Padres de la Pàtria,” y decían implícitamente los segundos: “Seguid el consejo de los que sin escrúpulos de conciencia quieren haceros Padres de la Pàtria, que si las Córtes no sancionan el escarnio de la moral y de las leyes hecho por vuestros partidarios, nosotros miraremos ese escarnio como un mérito, para indemnizaros con un puesto oficial importante, aunque así se condene al desprecio de todos los hombres honrados la causa que defendemos.” Yo no creo que tales fueran el lenguaje ni el pensamiento de los hombres á quienes aludo; pero, sí, digo, y sostengo, que de su inconsiderado favoritismo se desprendían las lecciones que dejo apuntadas, y ahora vuelvo á preguntar: ¿cuáles' eran los méritos que tenia el ciudadano á quien á pesar del acta de Aleañices, se confirió el gobierno de Salamanca? ¿Se trataba de un hombre de elevada inteligencia? No quiero en este punto decir más sino que estaba juzgado por el solo hecho de presentar á las Cortes el acta que le forjaron sus amigos. ¿Se quería premiar en él algún gran servicio prestado á la causa de la República? Tampoco esto podia ser, puesto que aquel hombre jamás había figurado ni tenia condiciones para ello, y entónces, ¿cómo se explicaba lo que llamaré misterio, por no darle otro nombre? ¡Ah! se me dijo que el aspirante á diputado por Aleañices habia sido discípulo de algunos de los mas encumbrados personajes de la situación, y condiscípulo de otros que figuraban en el Gobierno, y entónces me lo expliqué todo; pero también dije parami que los que tanto habian hablado de pandillaje y de favoritismo en tiempo de la monarquía, eran dignos de.....lástima, cuando sobrepu- jaban en favoritismo y pandillaje á cuantos malos gobernantes tuvo España desde los aciagos tiempos del duque de Lerma, y que con semejantes hombres no es posible fundar una estable sociedad de recreo, cuanto más un Gobierno de cualquiera forma que sea. Quedaba, pues, desmentido en la práctica el catonismo de Salmerón, cuyas virtudes privadas soy el primero en reconocer, pero....una vez que ya no debía haber empe- ño en sostener el acta de un hombre que no' podia ser admitido como diputado, por haber aceptado un destino después de su proclamación en la cabeza del distrito, creí que, cuando ménos, cesaria en la Comisión y en ciertas personas influyentes la oposición de que el director de este periódico habia sido objeto basta entónces. Pues nada de eso, lectores mios; el acta de Aleañices seguía archivada, no faltando quien dijese que nunca se daría dictámen sobre ella, por el fundado temor de que se reconociese el derecho del verdadero diputado, y que con ello padeciese el amor propio del Sr. Gobernador de Salamanca, quien tenia el raro mérito de haber presentado en la Secretaría del Congreso un acta digna del aplauso de los que quisieran dar un tinte ealabrés-á la República Española. Poco me faltó entónces para hacer una de las uñas, es decir, para lanzar á la pública luz uno de esos escritos que suelo hacer cuando la pasión anima mi pluma; pero la pàtria exigía á la sazón grandes sacrificios, entre ellos el de no desprestigiar á los hombres importantes, que, por convicción ó por cálculo, acababan de oponer una política relativamente conservadora á la disolvente política de Pí-Margall, y yo no vacilé en cumplir mis-deberes de buen español, imponiéndome un doloroso silencio. En cuanto á la oposición que al director-de este periódico se bacía, ¿qué podia motivarla? Es preciso decir la verdad, lectores; el¡ discurso del 12 de Diciembre de 1872, en que-se proclamó, desde la extrema izquierda do la Cámara, la integridad del territorio, se vindicó á los voluntarios de Cuba de las injurias y calumnias que contra ellos se fulminaban diariamente, y se manifestó la inconveniencia de las reformas ultramarinas, babia hecho al diputado que lo pronunció el mas impopular y sospechoso de todos Ios-liberales habidos y por haber, y era natural que asi sucediera en la época de extravio mental en que el espíritu cosmopolita pretendía ahogar el amor á la pàtria. Por eso juzgo yo cierto lo que se dijo de haber cir- |
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