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Año III. Habana, 6 de Máyo de 1888. Núm. 28. SEMANARIO DE SPORTS, ARTE Y LITERATURA. Organo Oficial del Club de Ajedrez de la Habana, del Habana Tacfct Club, del Club de Esgrima, del Jockey Club de Calón, del Hipódromo del Almendares y de la Sociedad de Caza de la Habana. REDACTOR EN JEFE: Eze^üi el García. DIRECTOR PROPIETARIO: y^URELIO pf^ANADOS. Redacción: REINA 5. , Administración: CAMPANARIO 18. SUMARIO: Sports.—La Esgrima en la Habana: AurelioP. Granados, por E. G. Lcbredo.— La Caridad del Cerro.—Ajedrez: Maches Delmar-Lipschiitz.—Base Ball: Matches Fé-Ma tanzas y <' arden as- Progreso; Noticias; Championsibp de los Estados Unidos; Noticias..—Náutica; Noticias.—Turf.: Noticias; Jockey Club de Colon; Hipódromo de Trinidad; El Rteeplechase en Inglaterra; Tratamiento de los caballos do carrera.—Tiro y Caza.—Notas de Sport.—Sección Artística: Noticias.—Teléfono. LA ESGRIMA EN LA HABANA. Á JUSTO DE LAR A. V. A tire lio P. Granados. Entre las condiciones generales que debe reunir un profesor de esgrima, considero como indispensable la moralidad, la educación, y la bondad. Un profesor que no viva como entre cristales, no será nunca respetado; el que no tenga ciertas formas y fórmulas sociales, 110 podrá alternar con la juventud por lo regular acomodada y distip-guida que concurre á las salas de armas; el que no sea bondadoso y paciente, sino que por lo contrario pretenda dominar á todo trance, se verá abaudonado. Al nombrar á Aurelio Granados, vienen á mi pluma las tres cualidades señaladas; las reúne en alto grado: el tiempo que le dejan libre sus ocupaciones lo dedica á la familia; tino en su trato simpatiza con cuautos le conocen, bondadoso extremadamente, sabe hacerse necesario á cada momento; estando su sala siempre .concurrida. Modesto además, y ésta es una cualidad tan poco común, por los tiempos que atravesamos, en que el elogio inútil o en todas las esferas, vá haciéndose general, un hecho bastará para demostrarlo. Sabiendo que en New-Orleans, el profesor Mr. Lebailly, dejaba sus lecciones, y preocupado únicamente del bien de sus discípulos, vence al amor propio natural el deseo de que obtuvieran aquellos la enseñanza más perfecta á que en la Habana podemos aspirar; le escribe, y al llegar el maestro, se inscribe el primero en la lista de los alumnos. Este es un hecho que le honra, y enaltece su carácter, y le coloca en una simpática posición, entre los pocos que aquí han querido hacer por la esgrima, algo que sin llegar al sacrificio,—que sería demasiado pedir,—han dado un ejemplo á muchos que p adiendo se'conforinan con hacer áfondos en algún'asalto público, creyendo.haber hecho mucho por el engrandecimiento del arte.—Pero no todos los hombres piensan de ‘la misma manera, ni todos los caracteres son semejantes. Tiene pues Aurelio Granados, en su corta historia de esgrimista, actos que le colocan en un lugar distinguido y desde luego entre nuestros más fuertes tiradores. Hace unos cuatro años que ingresó como discípulo en la sala Maciá. Allí en mi presencia tomó por primera vez el florete y comenzó el aprendizage do sus piernas. Desde ese instante procuró hacerse un tirador; alumno observador, fijábase'en las menores indicaciones y ílegó al cabo de unps meses á poder cruzar el fio- Æ rete con algunos de sus adelantados compañeros de sala.—Poco tiempo estuvo bajo la dirección dé Maciá; apenas seis meses; abandonando la sala, y dedicándose en su propia morada á perfeccionar sus conocimientos. Con Cordelois á la vista, un par de floretes y dos amigos pasaba algunos horas de la mañana, guiado á veces por los consejos saludables de Federico Mora.—Estoy seguro que fué allí, ante esos dos amigos, donde por primera vez le vino la idea de hacerse maestro—¿y qué mal había en ello?— Aunque, en verdad el tiempo de enseñanza no fué lo suficientemente dilatado, para haberse formado una idea propia, un método en sus lecciones, tenía buena voluntad, aplicación, y desme dida protección por parte de buenos amigos que le aconsejaban adquiriese el “Club Gimnástico.” El no se -hizo profesor; el buen des’eo de muchos, le obligó á colocarse el plastrón y abrir su sala elegante. Tiene pués el mérito de haberse formado sólo, apenas sin guía, movido por su entusiasmo y dirigido por su instinto. Si en algo ha debido á la fortuna encontrarse en la bonita posición que hoy ocupa, mucho es debido á sus constautes esfuerzos. Sigue en sus lecciones, la escuela que pudiéramos‘llamar clásica moderna; aunque un poco exagerada, ó mejor dicho, poco variada en sus efectos. Cierto número de estocadas y paradas tienen toda su atención, abandonando otras como son la parada y riposta en segunda de tan bonito efecto en un asalto; los golpes de tiempo y dx arresto que bien ejecutados, es decir, con precisión y garantía dán más animación y brío al simulado'combate, el coupé en ataque, y en riposta; todos movimientos consignados en autores desde el más clásico al más romántico y que en la práctica he visto ejecutar á Lebailly, por no citar más que un nombre, que creo indiscutible, y reconocido su mérito por todos. Soy partidario más que ninguno de los golpes sencillos, un pase, uu filo recto, un uno-dos, tienen su oportunidad, pero si unicameuto se proponen dos asaltistas seguir las indicadas estocadas, resultaría monótono lo que debe ser variado. En el asalto á florete puede uno permitirse y está obligado á tratar de abarcar más campo; de hacer combinaciones, posibles siempre, que es lo que le diferencia del asalto á espada, en que debe hacerse el cargo de que tiene una punta delante en vez del botón de un florete, y tratar de hacer un juego sencillo y lleno de precauciones; el qué describe perfectamente Jacob, en sus lecciones de espada. Sin embargo después de la llegada de M. Lebailly, hemos visto más variado el juego de sus discípulos, sobre todo el de Miguel Andux, el primero de su sala, al que no dedico aquí las palabras que merece por tener él ya su puesto marcado en el capítulo de los aficionados. Es Grauados metódico y exigente; no pasa un mal movimiento, imperdonable con la pierna izquierda ó inflexible con el hombro, obliga al alumno á conservar siempre la posición debida. Dá la lección en tres tiempos, haciendo ejecutar en el prime-, ro, los movimientos de ataque, en el segundo la parada, y en el tercero, parada y riposta, casi todo á pié firme, abandonando aígo las estocadas y paradas ejecutadas marchando y rompiendo. El engaño de contras, es movimiento qué ha comprendido perfectamente y en el que se distinguen todos sus discípulos, realizándolo los más adelantados rápida é irreprochablemente. La riposta merece su especial atención, y cuidado; habiéndome sorprendido hace pocos días, ver á uno de sus discípulos, casi un principiante, decidir una contra riposta de tact-au-tact, con todas las reglas del arte. Es lástima que no haya más variedad en su lección; que fuera más animada; pero son estas cualidades aúu muy raras en
Object Description
Title | Sport, Año 3, Num. 28-31, Mayo de 1888 |
Variant Title | El sport. Semanario de sports, arte y literatura. Órgano oficial del Club de Ajedrez de la Habana, del Habana Yacht Club, del Club de Esgrima, del Jockey Club de Colón, del Hipódromo del Almendares y de la Sociedad de Caza de la Habana |
Subject | Cuban periodicals |
Genre | Periodicals |
Publication Date | 1888-05 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1880-1889 |
Coverage Spatial | Havana (Cuba) |
Physical Description | 1 volume (32 pages); 40 cm |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | Periodicals v.3:1-49 (Oct 1887-Sep 1888) |
Rights | This material is in the public domain in the United States. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Object ID | chc9998000142 |
Type | Text |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000142 |
Digital ID | chc99980001420001001 |
Full Text | Año III. Habana, 6 de Máyo de 1888. Núm. 28. SEMANARIO DE SPORTS, ARTE Y LITERATURA. Organo Oficial del Club de Ajedrez de la Habana, del Habana Tacfct Club, del Club de Esgrima, del Jockey Club de Calón, del Hipódromo del Almendares y de la Sociedad de Caza de la Habana. REDACTOR EN JEFE: Eze^üi el García. DIRECTOR PROPIETARIO: y^URELIO pf^ANADOS. Redacción: REINA 5. , Administración: CAMPANARIO 18. SUMARIO: Sports.—La Esgrima en la Habana: AurelioP. Granados, por E. G. Lcbredo.— La Caridad del Cerro.—Ajedrez: Maches Delmar-Lipschiitz.—Base Ball: Matches Fé-Ma tanzas y <' arden as- Progreso; Noticias; Championsibp de los Estados Unidos; Noticias..—Náutica; Noticias.—Turf.: Noticias; Jockey Club de Colon; Hipódromo de Trinidad; El Rteeplechase en Inglaterra; Tratamiento de los caballos do carrera.—Tiro y Caza.—Notas de Sport.—Sección Artística: Noticias.—Teléfono. LA ESGRIMA EN LA HABANA. Á JUSTO DE LAR A. V. A tire lio P. Granados. Entre las condiciones generales que debe reunir un profesor de esgrima, considero como indispensable la moralidad, la educación, y la bondad. Un profesor que no viva como entre cristales, no será nunca respetado; el que no tenga ciertas formas y fórmulas sociales, 110 podrá alternar con la juventud por lo regular acomodada y distip-guida que concurre á las salas de armas; el que no sea bondadoso y paciente, sino que por lo contrario pretenda dominar á todo trance, se verá abaudonado. Al nombrar á Aurelio Granados, vienen á mi pluma las tres cualidades señaladas; las reúne en alto grado: el tiempo que le dejan libre sus ocupaciones lo dedica á la familia; tino en su trato simpatiza con cuautos le conocen, bondadoso extremadamente, sabe hacerse necesario á cada momento; estando su sala siempre .concurrida. Modesto además, y ésta es una cualidad tan poco común, por los tiempos que atravesamos, en que el elogio inútil o en todas las esferas, vá haciéndose general, un hecho bastará para demostrarlo. Sabiendo que en New-Orleans, el profesor Mr. Lebailly, dejaba sus lecciones, y preocupado únicamente del bien de sus discípulos, vence al amor propio natural el deseo de que obtuvieran aquellos la enseñanza más perfecta á que en la Habana podemos aspirar; le escribe, y al llegar el maestro, se inscribe el primero en la lista de los alumnos. Este es un hecho que le honra, y enaltece su carácter, y le coloca en una simpática posición, entre los pocos que aquí han querido hacer por la esgrima, algo que sin llegar al sacrificio,—que sería demasiado pedir,—han dado un ejemplo á muchos que p adiendo se'conforinan con hacer áfondos en algún'asalto público, creyendo.haber hecho mucho por el engrandecimiento del arte.—Pero no todos los hombres piensan de ‘la misma manera, ni todos los caracteres son semejantes. Tiene pues Aurelio Granados, en su corta historia de esgrimista, actos que le colocan en un lugar distinguido y desde luego entre nuestros más fuertes tiradores. Hace unos cuatro años que ingresó como discípulo en la sala Maciá. Allí en mi presencia tomó por primera vez el florete y comenzó el aprendizage do sus piernas. Desde ese instante procuró hacerse un tirador; alumno observador, fijábase'en las menores indicaciones y ílegó al cabo de unps meses á poder cruzar el fio- Æ rete con algunos de sus adelantados compañeros de sala.—Poco tiempo estuvo bajo la dirección dé Maciá; apenas seis meses; abandonando la sala, y dedicándose en su propia morada á perfeccionar sus conocimientos. Con Cordelois á la vista, un par de floretes y dos amigos pasaba algunos horas de la mañana, guiado á veces por los consejos saludables de Federico Mora.—Estoy seguro que fué allí, ante esos dos amigos, donde por primera vez le vino la idea de hacerse maestro—¿y qué mal había en ello?— Aunque, en verdad el tiempo de enseñanza no fué lo suficientemente dilatado, para haberse formado una idea propia, un método en sus lecciones, tenía buena voluntad, aplicación, y desme dida protección por parte de buenos amigos que le aconsejaban adquiriese el “Club Gimnástico.” El no se -hizo profesor; el buen des’eo de muchos, le obligó á colocarse el plastrón y abrir su sala elegante. Tiene pués el mérito de haberse formado sólo, apenas sin guía, movido por su entusiasmo y dirigido por su instinto. Si en algo ha debido á la fortuna encontrarse en la bonita posición que hoy ocupa, mucho es debido á sus constautes esfuerzos. Sigue en sus lecciones, la escuela que pudiéramos‘llamar clásica moderna; aunque un poco exagerada, ó mejor dicho, poco variada en sus efectos. Cierto número de estocadas y paradas tienen toda su atención, abandonando otras como son la parada y riposta en segunda de tan bonito efecto en un asalto; los golpes de tiempo y dx arresto que bien ejecutados, es decir, con precisión y garantía dán más animación y brío al simulado'combate, el coupé en ataque, y en riposta; todos movimientos consignados en autores desde el más clásico al más romántico y que en la práctica he visto ejecutar á Lebailly, por no citar más que un nombre, que creo indiscutible, y reconocido su mérito por todos. Soy partidario más que ninguno de los golpes sencillos, un pase, uu filo recto, un uno-dos, tienen su oportunidad, pero si unicameuto se proponen dos asaltistas seguir las indicadas estocadas, resultaría monótono lo que debe ser variado. En el asalto á florete puede uno permitirse y está obligado á tratar de abarcar más campo; de hacer combinaciones, posibles siempre, que es lo que le diferencia del asalto á espada, en que debe hacerse el cargo de que tiene una punta delante en vez del botón de un florete, y tratar de hacer un juego sencillo y lleno de precauciones; el qué describe perfectamente Jacob, en sus lecciones de espada. Sin embargo después de la llegada de M. Lebailly, hemos visto más variado el juego de sus discípulos, sobre todo el de Miguel Andux, el primero de su sala, al que no dedico aquí las palabras que merece por tener él ya su puesto marcado en el capítulo de los aficionados. Es Grauados metódico y exigente; no pasa un mal movimiento, imperdonable con la pierna izquierda ó inflexible con el hombro, obliga al alumno á conservar siempre la posición debida. Dá la lección en tres tiempos, haciendo ejecutar en el prime-, ro, los movimientos de ataque, en el segundo la parada, y en el tercero, parada y riposta, casi todo á pié firme, abandonando aígo las estocadas y paradas ejecutadas marchando y rompiendo. El engaño de contras, es movimiento qué ha comprendido perfectamente y en el que se distinguen todos sus discípulos, realizándolo los más adelantados rápida é irreprochablemente. La riposta merece su especial atención, y cuidado; habiéndome sorprendido hace pocos días, ver á uno de sus discípulos, casi un principiante, decidir una contra riposta de tact-au-tact, con todas las reglas del arte. Es lástima que no haya más variedad en su lección; que fuera más animada; pero son estas cualidades aúu muy raras en |
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