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Año 1, Núm. 26, Núm, suelto, 3 rs. fs. DOMINGO 7 DE FEBRERO DE 1858. Vn peso mensual en la Habana ' lu AS. FUERTES EN EL INTERIOR. REDACCION. CALLE DEL AGUACATE. NUM 58, á donde se dirigirán las comunicaciones y reclamaciones. Lsteperiódicollevará siempre un grabado en el frontispicio y publicará en cada numero una magnífica lámina litografiada representando cuadros de costumbres, escenas de interés local, caricaturas históricas, ó historias en caricatura, figurones, figurines y cuanto para ■agradar al público pueda imaginar el habí J artista encargado de esta tarea. También cuando e'l asunto lo requiera se intercalarán en el texto preciosas viñetas que contribuirán á amenizar la lectura, y por último, cuadros al óleo y e státuas de mármol dariamos también por nuestro gusto si la pintura y la piedra se estilaran en esta clase de publicaciones y el papel pudiera soportarlas. ESTE PERIODICO SE PUBLICA TODOSLOS DOMINGOS CON GRABADOS La administración está en lamisma casa DE LA RRDACCION. Puntos de suscricion. En la Habana.—Dulcería La Dominica. imprenta de M. Soler, calle de la Muralla núm. 82. Librería deCharlain, calle del Obispo: El Telescopio, calle del Obispo: Librería del Iris, calle del Obispo: Tienda de ropas: El paseo, calle de Aguiar: Casa de baños de D. A. P. Castilla, calle del Inquisidor núm. 26, yen la Redacción, calle del Aguacate numero 58. Estramuros.—Dulcería del Teatro de Tacón: y en la Imprenta de la viuda é hijos de Barcina, Reina 6. PESIO» LITERARIO, JOÜ0-SE1IO Y CASI SENTIMENTAL, muy pródigo de bromas pero no pesadas, y de cuentos, pero no de chismes, muy abundante de sátiras, CARICATURAS Y OTRAS COSAS CAPACES DE ARRANCAR LAGRIMAS AfUNA VIDRIERA, DIRIGIDO POR D. J. M. VÍLLERGAS. A NUESTROS SUSCRITORES, Seis meses hará muy pronto que nuestra publicación comenzó á ver la luz pública y las personas imparciales reconocerán la lealtad con que liemos llenado nuestro compromiso. No solo hemos dado todo lo que ofrecimos en el prospecto sino que hemos regalado ademas álos señores suscritores el retrato perfectamente litografiado del director de La Charanga. Debe tenerse también en cuenta que, en las publicaciones periódicas puramente literarias, se suele por lo común dar cuatro números al mes, mientras que nosotros hemos dado puntualmente uno cada domingo, y como el primer semestre ha tenido veintisiete semanas, hemos dado veintisiete números en lugar de los veinti cuatro que en igual plazo dan otras empresas análogas. No es esto por cierto una cuestión de poca importancia; bien al contrario, prueba nuestro deseo de corresponder al favor del público, pues podríamos demostrar, con el dato irrecusable de los guarismos, que el gasto que nos ha ocasionado el retrato repartido gratis, unido al que nos han producido los tres números dados de sobra en el semestre, no ha bajado de dos mil pesos. Esto manifiesta que no sabemos omitir sacrificio alguno para complacer al público que nos dispensa su protección. Ahora bien: el tercer trimestre va á empezar pronto y en él haremos por aumentar el interés de La Charanga, tanto por la elección de las materias, cuanto por el desempeño artístico y literario de las que han de llenar las columnas de esta arraigada publicación. El número de los grabados, particularmente, será mayor que hasta aquí: no habrá novedad de verdadero interés público que no sea ilustrada con Graciosos dibujos, y como pensamos completar el primer tomo de la Charanga con el número último del tercer trimestre, repartiremos grátis con dicho número una elegante portada para que con ella puedan los señores suscritores mandar encuadernar la colección. Esto es lo que prometemos desde ahora; nada queremos anticipar de lo mucho que estamos dispuestos á hacer para sorprender agradablemente á un público digno por muchos títulos de nuestro reconocimiento, pues deseamos ser juzgados mas bien por las obras que por las promesas. Suplicamos á los señores suscritores del interior que verifiquen oportunamente el pago del próximo trimestre adelantado, sirviéndose avisarnos con anticipación aquellos que no piensen continuar con la suscricion para que nosotros, en su virtud, hagamos la remesa del periódico solo á los que sigan favoreciéndonos, como lo haremos con la exactitud con que siempre hemos sabido cumplir nuestros compromisos. DICEN PE ME DIVIERTO. [continua] Salió nuestro amigo Serafín del hotel, hecho un paquete, como que á no ser por lo mal planchada y lavada que llevaba la camisa y por las raspaduras que las cucarachas dibujaron en sus botas, cualquiera le ha-bria tomado por un corresponsal de todo el periodismo europeo. El mismo se hacia sus ilusiones engañosas, livianas como el placer, y como el dia estaba claro, podía contemplarse en su sombra no menos interesante que una situación dramática ó que él estado de una muger cuando se halla en víspera de ser madre. Preguntó mi buen hombre por una zapatería y le dieron las señas de la mas cercana, diciéndoleque la encontraria dos cuadras mas adelante, cosa que le dejó atónito por no poder concebir que la tal zapatería estuviera en una cuadra, y mas le asombró todavía el ver que le habían engañado, pues dio con la tienda de calzado sin necesidad de entrar en cuadra ninguna. Luego que se hubo armado de botas charoladas, echó á andar por esas calles, no sin volverse á mirar la sombra para ver si esta correspondía debidamente á un galan en estado de merecer; pero pronto cesó el encanto, porque el dia que tan sereno y despejado parecía, se nubló en cosa de cinco segundos, descargando uno de los chubascos mas horrorosos que baya jamás improvisado el poético cielo de los trópicos. Tu- vo nuestro héroe que refujiarse en una de las primeras tiendas, y con gran sorpresa suya, vio que era precisamente la que iba buscando, pues tenia colgado á la puerta un cartón en que había el siguiente anuncio: Se venden bofetones. No se atrevía el bueno de Serafín á preguntar la razón de comerciar con un jénero tan estrambótico, por temor de que al enseñarle la muestra le dieran uno en la cara que no le supiese á confites, y así permaneció tranquilo, aun después de pasar el chubasco, para observar lo que allí pasara con el primer comprador que llegase. No tardó en satisfacer su natural curiosidad, pues á poco rato vió entrar un caballero como de cuarenta y cinco á cincuenta años, el cual empezó por sacar una bolsa repleta de amarillas y pálidas, arrojando algunas de estas bruscamente sobre el mostrador. Para que mis lectores comprendan esta escena cómica quiero ponerles en antecedentes. El hombre que con tales ínfulas entraba en la tienda, estaba debiendo en ella una cantidad respetable. Acababa de recibir una carta de su acreedor en que se le trataba de tramposo, y había imaginado dar un buen golpe dramático, entrando en casa del bofetón ero como lo hizo, es decir, tirándole el dinero á la cara para adquirir | conel saldo de la cuenta el derecho de insultar verbal-! mente á quien con tanta grosería le había insultado | á él por escrito. Serafín hubiera podido informarse de todo si, como , lo pretendió inútilmente, hubiese oido las palabras que I mediaron entre el deudor y el acreedor, á quienes él equivocadamente tomaba por vendedor y comprador; pero ¿como podría oir la conversación, aunque hubiera tenido como suelen decir, oidos de tísico? En aquel momento pasaba por la calle una perpetua hilera de esos carros de transporte, cuyas pequeñas ruedas dan una idea exagerada del espantoso ruido que debe reinar en el carnaval del infierno. Aunque no viene á pelo, estimados lectores, os voy á referir una hipérbole con que otro amigo mió, andaluz de imajinacion y de nacimiento, ponde/aba el mal efecto que le producían las composiciones musicales de uno de los mas notables maestros contemporáneos. -‘Figúrese Vd., decía, un carro con ruedas esquinadas, cargado de barras de hierro y guiado en una calle pésimamente empedrada por un carretero borracho. Agregue á esto un acompañamiento de chicos que silvan, perros que ladran v mugeres que gritan arrancándose las greñas en presencia de un pelotón de curiosos que rien á carcajadas, y podrá Vd. formarse una idea del efecto que en mí producen las armonías de ese aplaudido maestro.”
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Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000153 |
Digital ID | chc99980001530001001 |
Full Text | Año 1, Núm. 26, Núm, suelto, 3 rs. fs. DOMINGO 7 DE FEBRERO DE 1858. Vn peso mensual en la Habana ' lu AS. FUERTES EN EL INTERIOR. REDACCION. CALLE DEL AGUACATE. NUM 58, á donde se dirigirán las comunicaciones y reclamaciones. Lsteperiódicollevará siempre un grabado en el frontispicio y publicará en cada numero una magnífica lámina litografiada representando cuadros de costumbres, escenas de interés local, caricaturas históricas, ó historias en caricatura, figurones, figurines y cuanto para ■agradar al público pueda imaginar el habí J artista encargado de esta tarea. También cuando e'l asunto lo requiera se intercalarán en el texto preciosas viñetas que contribuirán á amenizar la lectura, y por último, cuadros al óleo y e státuas de mármol dariamos también por nuestro gusto si la pintura y la piedra se estilaran en esta clase de publicaciones y el papel pudiera soportarlas. ESTE PERIODICO SE PUBLICA TODOSLOS DOMINGOS CON GRABADOS La administración está en lamisma casa DE LA RRDACCION. Puntos de suscricion. En la Habana.—Dulcería La Dominica. imprenta de M. Soler, calle de la Muralla núm. 82. Librería deCharlain, calle del Obispo: El Telescopio, calle del Obispo: Librería del Iris, calle del Obispo: Tienda de ropas: El paseo, calle de Aguiar: Casa de baños de D. A. P. Castilla, calle del Inquisidor núm. 26, yen la Redacción, calle del Aguacate numero 58. Estramuros.—Dulcería del Teatro de Tacón: y en la Imprenta de la viuda é hijos de Barcina, Reina 6. PESIO» LITERARIO, JOÜ0-SE1IO Y CASI SENTIMENTAL, muy pródigo de bromas pero no pesadas, y de cuentos, pero no de chismes, muy abundante de sátiras, CARICATURAS Y OTRAS COSAS CAPACES DE ARRANCAR LAGRIMAS AfUNA VIDRIERA, DIRIGIDO POR D. J. M. VÍLLERGAS. A NUESTROS SUSCRITORES, Seis meses hará muy pronto que nuestra publicación comenzó á ver la luz pública y las personas imparciales reconocerán la lealtad con que liemos llenado nuestro compromiso. No solo hemos dado todo lo que ofrecimos en el prospecto sino que hemos regalado ademas álos señores suscritores el retrato perfectamente litografiado del director de La Charanga. Debe tenerse también en cuenta que, en las publicaciones periódicas puramente literarias, se suele por lo común dar cuatro números al mes, mientras que nosotros hemos dado puntualmente uno cada domingo, y como el primer semestre ha tenido veintisiete semanas, hemos dado veintisiete números en lugar de los veinti cuatro que en igual plazo dan otras empresas análogas. No es esto por cierto una cuestión de poca importancia; bien al contrario, prueba nuestro deseo de corresponder al favor del público, pues podríamos demostrar, con el dato irrecusable de los guarismos, que el gasto que nos ha ocasionado el retrato repartido gratis, unido al que nos han producido los tres números dados de sobra en el semestre, no ha bajado de dos mil pesos. Esto manifiesta que no sabemos omitir sacrificio alguno para complacer al público que nos dispensa su protección. Ahora bien: el tercer trimestre va á empezar pronto y en él haremos por aumentar el interés de La Charanga, tanto por la elección de las materias, cuanto por el desempeño artístico y literario de las que han de llenar las columnas de esta arraigada publicación. El número de los grabados, particularmente, será mayor que hasta aquí: no habrá novedad de verdadero interés público que no sea ilustrada con Graciosos dibujos, y como pensamos completar el primer tomo de la Charanga con el número último del tercer trimestre, repartiremos grátis con dicho número una elegante portada para que con ella puedan los señores suscritores mandar encuadernar la colección. Esto es lo que prometemos desde ahora; nada queremos anticipar de lo mucho que estamos dispuestos á hacer para sorprender agradablemente á un público digno por muchos títulos de nuestro reconocimiento, pues deseamos ser juzgados mas bien por las obras que por las promesas. Suplicamos á los señores suscritores del interior que verifiquen oportunamente el pago del próximo trimestre adelantado, sirviéndose avisarnos con anticipación aquellos que no piensen continuar con la suscricion para que nosotros, en su virtud, hagamos la remesa del periódico solo á los que sigan favoreciéndonos, como lo haremos con la exactitud con que siempre hemos sabido cumplir nuestros compromisos. DICEN PE ME DIVIERTO. [continua] Salió nuestro amigo Serafín del hotel, hecho un paquete, como que á no ser por lo mal planchada y lavada que llevaba la camisa y por las raspaduras que las cucarachas dibujaron en sus botas, cualquiera le ha-bria tomado por un corresponsal de todo el periodismo europeo. El mismo se hacia sus ilusiones engañosas, livianas como el placer, y como el dia estaba claro, podía contemplarse en su sombra no menos interesante que una situación dramática ó que él estado de una muger cuando se halla en víspera de ser madre. Preguntó mi buen hombre por una zapatería y le dieron las señas de la mas cercana, diciéndoleque la encontraria dos cuadras mas adelante, cosa que le dejó atónito por no poder concebir que la tal zapatería estuviera en una cuadra, y mas le asombró todavía el ver que le habían engañado, pues dio con la tienda de calzado sin necesidad de entrar en cuadra ninguna. Luego que se hubo armado de botas charoladas, echó á andar por esas calles, no sin volverse á mirar la sombra para ver si esta correspondía debidamente á un galan en estado de merecer; pero pronto cesó el encanto, porque el dia que tan sereno y despejado parecía, se nubló en cosa de cinco segundos, descargando uno de los chubascos mas horrorosos que baya jamás improvisado el poético cielo de los trópicos. Tu- vo nuestro héroe que refujiarse en una de las primeras tiendas, y con gran sorpresa suya, vio que era precisamente la que iba buscando, pues tenia colgado á la puerta un cartón en que había el siguiente anuncio: Se venden bofetones. No se atrevía el bueno de Serafín á preguntar la razón de comerciar con un jénero tan estrambótico, por temor de que al enseñarle la muestra le dieran uno en la cara que no le supiese á confites, y así permaneció tranquilo, aun después de pasar el chubasco, para observar lo que allí pasara con el primer comprador que llegase. No tardó en satisfacer su natural curiosidad, pues á poco rato vió entrar un caballero como de cuarenta y cinco á cincuenta años, el cual empezó por sacar una bolsa repleta de amarillas y pálidas, arrojando algunas de estas bruscamente sobre el mostrador. Para que mis lectores comprendan esta escena cómica quiero ponerles en antecedentes. El hombre que con tales ínfulas entraba en la tienda, estaba debiendo en ella una cantidad respetable. Acababa de recibir una carta de su acreedor en que se le trataba de tramposo, y había imaginado dar un buen golpe dramático, entrando en casa del bofetón ero como lo hizo, es decir, tirándole el dinero á la cara para adquirir | conel saldo de la cuenta el derecho de insultar verbal-! mente á quien con tanta grosería le había insultado | á él por escrito. Serafín hubiera podido informarse de todo si, como , lo pretendió inútilmente, hubiese oido las palabras que I mediaron entre el deudor y el acreedor, á quienes él equivocadamente tomaba por vendedor y comprador; pero ¿como podría oir la conversación, aunque hubiera tenido como suelen decir, oidos de tísico? En aquel momento pasaba por la calle una perpetua hilera de esos carros de transporte, cuyas pequeñas ruedas dan una idea exagerada del espantoso ruido que debe reinar en el carnaval del infierno. Aunque no viene á pelo, estimados lectores, os voy á referir una hipérbole con que otro amigo mió, andaluz de imajinacion y de nacimiento, ponde/aba el mal efecto que le producían las composiciones musicales de uno de los mas notables maestros contemporáneos. -‘Figúrese Vd., decía, un carro con ruedas esquinadas, cargado de barras de hierro y guiado en una calle pésimamente empedrada por un carretero borracho. Agregue á esto un acompañamiento de chicos que silvan, perros que ladran v mugeres que gritan arrancándose las greñas en presencia de un pelotón de curiosos que rien á carcajadas, y podrá Vd. formarse una idea del efecto que en mí producen las armonías de ese aplaudido maestro.” |
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