Page 1 |
Save page Remove page | Previous | 1 of 30 | Next |
|
small (250x250 max)
medium (500x500 max)
Large
Extra Large
full size
Full Resolution
All (PDF)
|
This page
All
|
Loading content ...
amocioN v Atmmstmctoft: ^fosnpoatela, num. 71, (entrespíelos.) S EMANA RIO SATIRICO. S 018WANTE 0ARKSATCR18TA: Víctor P. de Landaluze (.D. Junípero. ANO 1/ PRECiOS BE mORtOION EN t.A HABANA. Un mes, $1.—Seis meses, $5.25.-Un año, $1 Numero suelto: 2S Cents. HABANA 3 DE ABRIL, 1870. PREDIOS BE mCRtíSON EN EE INTERIOR. , ,I.7§.-Seis meses, $7-Un año, $12.75. Kumcro sueltos 28® Cents. NUM. 22. SUMARIO. TEXTO.—Menestra semanal, por Juan PALOMO.—El gallo desplumado, por Juan SIN-MIKDO.—Carta de Manolito Gazquez á Manolito Q.uesada, por Juan de 4a» VINAS.—El bello ideal, por Juan el PERDIO,—La escuela de las costumbres, . 3)or Luis de EGUILAZ.—Epístolas á “Juan Palomo;” de Nueva-York, porJohn-BÜLL; de Puerto*Pnncipe, por Juan LANAS.—Cuentos de manigua (contiuua-■cion), por Juan SIN-TIEItRA.—Sartenazos. CARICATURAS, porD. JUNIPERO. MENESTRA SEMANAL. Yo no sé si los seres ex-humanos que todavía -corretean por la manigua con ei arma y el alma á la espalda, conservarán sus cinco sentidos, ó los habrán perdido, ó tendrán, como algunos dicen, uno de más que se los revuelva todos. Ese sexto sentido, si acaso, lo tienen colocado en los pies, y sin duda alguna es el que más funciona. Hay quien asegura que en cuestión de ■ sentidos, rio solamente lo están sus miembros, sino también resentidos con tanto mandoble como tienen contados sobre ellos. Pero en fin, sea lo que quiera, aquí no venimos á averiguar verdades, y me basta con que conserven el oido expedito. Mucho me temo que no suceda así, pues les lian embutido por las orejas tanta frase vacía, tanto de aquello de libertad; libertad, que dicho sea de paso, consiste en vivir en la manigua sin libei'-iad para sacar las narices á campo raso; en no poder librarse de los rayos de un sol canicular; en darse baños gratis cada vez que á las nubes se les antoja ponerlos en remojo, como el bacalao; en andar siempre de estómago aventurero, y en tener por todo lujo el histórico tapa-rabo que recuerda los tiempos de la creación; tanto, decimos, les han ido introduciendo á martillazos, pues de tan grueso calibre han sido todas las bolas, que solo á viva fuerza podrian entrar, que sospechamos ha de ser necesaria una operación quirúrgica, que limpiándoles eso conducto, permita el paso de la voz de ía razón hasta herirles el tímpano. Pero tan robusta, tan potente es la voz que lleva ahora el aire hacia las huroneras donde se esconden los insurrectos, que me parece la han de oir hasta los sordos. Y en cuanto á la ope ración quirúrgica, se encargará de realizarla esta sola frase, que por sí sola derriba un muro: “Entendedlo bien, vá á empezar con todos fus estragos la, guerra de que todavía no teneis idea exacta. De hoy mas, no habrá para vosotros hora ni lugar seguro.” La alocución del General Caballero es notable; es enérgica y digna, cual corresponde á tan elevada autoridad, y después de los párrafos que he copiado,resume su pensamiento este otro, que no puede Juan Palomo dejar en el tintero: “A nadie llamo, á nadie necesito: he advertido que la clemencia de mis antecesores, que dictó ei indu to y el perdón, fué interpretada como signo de debüidad ó de impotencia, y no quiero imitar os; pero aunque rebeldes hoy, no por ello deseo sangre vueatr*y he querido avisaros. Después del General, ha hablado á los insurrectos Don Napoleón Arango. Es decir, el hombre que vá á buscarlos y el que huye de ellos. El primero ha dicho: —Para nada os necesito, pero si venís, bien venidos seáis y tan amigos como antes ; si no venís, voy por vosotros? y os traigo de una oreja. El segundo les dice: —Venid y no seáis majaderos. ¿Vendrán? Si no vienen, las balas irán á buscarlos. servido y estar sirviendo todavía la señora Villa-verde. Y digo yo ahora, en vista de esta última declaración, que la señora de Víilaverde es un servicio. L* historia del viaje del Capitán General á Puerto-Príncipe, puede resumirse en estas pocas palabras: se embarcó, llega en triunfo, habla, y si po le escuchan, pega. Y pegará de firme si los insurrectos quieren olvidarse de que “Excepción hecha de los que cmg’itiiyen el titulado Gobierno y de los que se han señalado como altos j fetodo «i que deponga Us armas ante cualquiera do as autosidades degítim s, será bien recibido y tendrá garantí la la vida.” La ciudadana Emilia logrará que encarezca el precio del papel en Nueva-York; tanto consume escribiendo cartas y más cartas á todo el género humano. Su laboriosidad no tiene ejemplo: hace banderas, hace y pone también las astas__para enar- bolarlas, hace cartas, hace pucheros, hace feliz á las gentes con sus tonterías, y por fin, hace el oso, cuando no tiene otra cosa que hacer. Es un genio emprendedor! La Revolución acaba de soltarle, un botafuego, y la pobre ciudadana se ha visto obligada á salir gritando: —Caballeros, no echarme candela, que no soy in-genío; soy un genio á secas! Mas á pesar de esto, doña Emilia ha quedado con la sangre achicharrada. Segim cuentan las crónicas, existe en los Estados-Unidos una sociedad americana para ayudar á los cuberos [necesitan ayudas?] Esa sociedad dio una lectura en la que echó el resto el orador sagrado G. H. Hepworth, sobre “Cuba, su historia y sus esperanzas.” Por supuesto que en su perorata ó perrorata, que es más propio, ni se ocupó de historia ni de esperanzas, cuando de lo último pudo presentar pruebas evidentes.—Los cuberos, debió decir el señor de Hepwarth, aun tienen grandes esperanzas. —En qué se funda V? —Cójase un mambí cualquiera, hágasele la autopsia v se encontrará su estómago forrado de verde, corno una silla de tapicería. ¿Y no es ese el color de la esperanza? —Eso consiste en los alimentos, señor mió, en los alimentos. El periodiquillo cubero ha reconocido su error y lo confiesa, echando á la proveedora de trapos una rociada de piropos que apague el incendio. —Cómo es posible, dice el organillo, que nos otros le dirijiéramos un ataque, señora doña Emilia? Usted no nos conose ni se conoce á sí misma. ¿Quién ha de atreverse á faltar á una señora, ó cosa así, que debe tener un firmamento en el esté mago, puesto que con ei más ligero estimulante ¡paf! suelta una estrella, con la misma facilidad que un mayoral de diligencia suelta un terno para animar á las bestias?—Y nos anima usted, doña Emilia, nos anima usted con esos astros; puestos al alcance de todas las fortunas, hasta de la nuestra, que es de lo más perra que se conoce, y bordados primorosa, deliciosa, jacarandosa, pipiritos», pistonuda y morrocotuda_______mente por esos deditos de serafin jubilado.,—No podemos atacarla por la circunstancia (textual) de haber Mucho oido, que habla el orador sagrado : “Ah! conciudadanos, nía sonrojo de vergüenza, tío puedo comprender co no gp que nuestro Gobierno nacional, esten-diendo su mano paternal sobro las tr iota cañoneras que se construían en nuestras aguas, vigilándolas con mucho cuidado para que latea del incendio no se acercase á sus infames tablas, y protegiéndolas hasta que se fueron.” Qué tai? Cómo conoce el orador el terreno que pisa cuando habla de la tea del incendiol Lo de infames cablas es una figura poético carpinteril de un gusto tan delicado como el bolsillo de Aldama ó la sensibilidad cstrelladora de doña Emilia. “Y estendió en seguida su1? largos y robustos brftxus para apresar al pobre y pequeño Hornet, quitarle su armóme uto, anclarlo y dejarlo podrir. Ah! es 1 Hornet (esa avispa) nó*. ha de punzar todavía. (Grandes aplausos.yy ¡Qué me cuenta V., señor de Orador sagrado, qué me cuenta V! ¿Conque hasta á las avispas y & podridas les tiene V. miedo? Este cura merece ser obispo ó archipámpano del pueblo mambí. Beecher y Hepworth, dos curas protestantes, som los defensores que le han salido ahora á l& insurrección cubera. Es natural, en sus últimos momentos necesita esos auxilios para bien morir; y á la altura de su misión esos dos padres, esto y seguro que la ayudarán á morir.... de hambre, pegando un pellizco al saco-relleno, vulgo Aldama. Pues, señor, y vaya un cuentecito para concluir; un labriego fue á la ciudad á llevar un recado a su señora. Introducido en la alcoba don-
Object Description
Title | Juan Palomo, Año 1, Núm. 22-25, Abril 1870 |
Translated Title | Juan Palomo, Year 1, Issue No. 22-25, April 1870 |
Variant Title | Juan Palomo, Semanario Satírico |
Contributor | Landaluze, Víctor Patricio de, 1828-1889 |
Note | Juan Palomo was illustrated by Cuban artist Victor P. de Landaluze. |
Subject | Cuban periodicals |
Genre | Periodicals |
Publication Date | 1870-04 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1860-1869; 1870-1879 |
Coverage Spatial | Havana (Cuba) |
Physical Description | 1 periodical; 30 pages |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | AP63 .J83x v.1:1-52 (Nov 1869-Oct 1870) |
OCLC No. | 437416713 |
Rights | This material is in the public domain in the United States. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Object ID | chc9998000086 |
Type | Text |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000086 |
Digital ID | chc99980000860001001 |
Full Text | amocioN v Atmmstmctoft: ^fosnpoatela, num. 71, (entrespíelos.) S EMANA RIO SATIRICO. S 018WANTE 0ARKSATCR18TA: Víctor P. de Landaluze (.D. Junípero. ANO 1/ PRECiOS BE mORtOION EN t.A HABANA. Un mes, $1.—Seis meses, $5.25.-Un año, $1 Numero suelto: 2S Cents. HABANA 3 DE ABRIL, 1870. PREDIOS BE mCRtíSON EN EE INTERIOR. , ,I.7§.-Seis meses, $7-Un año, $12.75. Kumcro sueltos 28® Cents. NUM. 22. SUMARIO. TEXTO.—Menestra semanal, por Juan PALOMO.—El gallo desplumado, por Juan SIN-MIKDO.—Carta de Manolito Gazquez á Manolito Q.uesada, por Juan de 4a» VINAS.—El bello ideal, por Juan el PERDIO,—La escuela de las costumbres, . 3)or Luis de EGUILAZ.—Epístolas á “Juan Palomo;” de Nueva-York, porJohn-BÜLL; de Puerto*Pnncipe, por Juan LANAS.—Cuentos de manigua (contiuua-■cion), por Juan SIN-TIEItRA.—Sartenazos. CARICATURAS, porD. JUNIPERO. MENESTRA SEMANAL. Yo no sé si los seres ex-humanos que todavía -corretean por la manigua con ei arma y el alma á la espalda, conservarán sus cinco sentidos, ó los habrán perdido, ó tendrán, como algunos dicen, uno de más que se los revuelva todos. Ese sexto sentido, si acaso, lo tienen colocado en los pies, y sin duda alguna es el que más funciona. Hay quien asegura que en cuestión de ■ sentidos, rio solamente lo están sus miembros, sino también resentidos con tanto mandoble como tienen contados sobre ellos. Pero en fin, sea lo que quiera, aquí no venimos á averiguar verdades, y me basta con que conserven el oido expedito. Mucho me temo que no suceda así, pues les lian embutido por las orejas tanta frase vacía, tanto de aquello de libertad; libertad, que dicho sea de paso, consiste en vivir en la manigua sin libei'-iad para sacar las narices á campo raso; en no poder librarse de los rayos de un sol canicular; en darse baños gratis cada vez que á las nubes se les antoja ponerlos en remojo, como el bacalao; en andar siempre de estómago aventurero, y en tener por todo lujo el histórico tapa-rabo que recuerda los tiempos de la creación; tanto, decimos, les han ido introduciendo á martillazos, pues de tan grueso calibre han sido todas las bolas, que solo á viva fuerza podrian entrar, que sospechamos ha de ser necesaria una operación quirúrgica, que limpiándoles eso conducto, permita el paso de la voz de ía razón hasta herirles el tímpano. Pero tan robusta, tan potente es la voz que lleva ahora el aire hacia las huroneras donde se esconden los insurrectos, que me parece la han de oir hasta los sordos. Y en cuanto á la ope ración quirúrgica, se encargará de realizarla esta sola frase, que por sí sola derriba un muro: “Entendedlo bien, vá á empezar con todos fus estragos la, guerra de que todavía no teneis idea exacta. De hoy mas, no habrá para vosotros hora ni lugar seguro.” La alocución del General Caballero es notable; es enérgica y digna, cual corresponde á tan elevada autoridad, y después de los párrafos que he copiado,resume su pensamiento este otro, que no puede Juan Palomo dejar en el tintero: “A nadie llamo, á nadie necesito: he advertido que la clemencia de mis antecesores, que dictó ei indu to y el perdón, fué interpretada como signo de debüidad ó de impotencia, y no quiero imitar os; pero aunque rebeldes hoy, no por ello deseo sangre vueatr*y he querido avisaros. Después del General, ha hablado á los insurrectos Don Napoleón Arango. Es decir, el hombre que vá á buscarlos y el que huye de ellos. El primero ha dicho: —Para nada os necesito, pero si venís, bien venidos seáis y tan amigos como antes ; si no venís, voy por vosotros? y os traigo de una oreja. El segundo les dice: —Venid y no seáis majaderos. ¿Vendrán? Si no vienen, las balas irán á buscarlos. servido y estar sirviendo todavía la señora Villa-verde. Y digo yo ahora, en vista de esta última declaración, que la señora de Víilaverde es un servicio. L* historia del viaje del Capitán General á Puerto-Príncipe, puede resumirse en estas pocas palabras: se embarcó, llega en triunfo, habla, y si po le escuchan, pega. Y pegará de firme si los insurrectos quieren olvidarse de que “Excepción hecha de los que cmg’itiiyen el titulado Gobierno y de los que se han señalado como altos j fetodo «i que deponga Us armas ante cualquiera do as autosidades degítim s, será bien recibido y tendrá garantí la la vida.” La ciudadana Emilia logrará que encarezca el precio del papel en Nueva-York; tanto consume escribiendo cartas y más cartas á todo el género humano. Su laboriosidad no tiene ejemplo: hace banderas, hace y pone también las astas__para enar- bolarlas, hace cartas, hace pucheros, hace feliz á las gentes con sus tonterías, y por fin, hace el oso, cuando no tiene otra cosa que hacer. Es un genio emprendedor! La Revolución acaba de soltarle, un botafuego, y la pobre ciudadana se ha visto obligada á salir gritando: —Caballeros, no echarme candela, que no soy in-genío; soy un genio á secas! Mas á pesar de esto, doña Emilia ha quedado con la sangre achicharrada. Segim cuentan las crónicas, existe en los Estados-Unidos una sociedad americana para ayudar á los cuberos [necesitan ayudas?] Esa sociedad dio una lectura en la que echó el resto el orador sagrado G. H. Hepworth, sobre “Cuba, su historia y sus esperanzas.” Por supuesto que en su perorata ó perrorata, que es más propio, ni se ocupó de historia ni de esperanzas, cuando de lo último pudo presentar pruebas evidentes.—Los cuberos, debió decir el señor de Hepwarth, aun tienen grandes esperanzas. —En qué se funda V? —Cójase un mambí cualquiera, hágasele la autopsia v se encontrará su estómago forrado de verde, corno una silla de tapicería. ¿Y no es ese el color de la esperanza? —Eso consiste en los alimentos, señor mió, en los alimentos. El periodiquillo cubero ha reconocido su error y lo confiesa, echando á la proveedora de trapos una rociada de piropos que apague el incendio. —Cómo es posible, dice el organillo, que nos otros le dirijiéramos un ataque, señora doña Emilia? Usted no nos conose ni se conoce á sí misma. ¿Quién ha de atreverse á faltar á una señora, ó cosa así, que debe tener un firmamento en el esté mago, puesto que con ei más ligero estimulante ¡paf! suelta una estrella, con la misma facilidad que un mayoral de diligencia suelta un terno para animar á las bestias?—Y nos anima usted, doña Emilia, nos anima usted con esos astros; puestos al alcance de todas las fortunas, hasta de la nuestra, que es de lo más perra que se conoce, y bordados primorosa, deliciosa, jacarandosa, pipiritos», pistonuda y morrocotuda_______mente por esos deditos de serafin jubilado.,—No podemos atacarla por la circunstancia (textual) de haber Mucho oido, que habla el orador sagrado : “Ah! conciudadanos, nía sonrojo de vergüenza, tío puedo comprender co no gp que nuestro Gobierno nacional, esten-diendo su mano paternal sobro las tr iota cañoneras que se construían en nuestras aguas, vigilándolas con mucho cuidado para que latea del incendio no se acercase á sus infames tablas, y protegiéndolas hasta que se fueron.” Qué tai? Cómo conoce el orador el terreno que pisa cuando habla de la tea del incendiol Lo de infames cablas es una figura poético carpinteril de un gusto tan delicado como el bolsillo de Aldama ó la sensibilidad cstrelladora de doña Emilia. “Y estendió en seguida su1? largos y robustos brftxus para apresar al pobre y pequeño Hornet, quitarle su armóme uto, anclarlo y dejarlo podrir. Ah! es 1 Hornet (esa avispa) nó*. ha de punzar todavía. (Grandes aplausos.yy ¡Qué me cuenta V., señor de Orador sagrado, qué me cuenta V! ¿Conque hasta á las avispas y & podridas les tiene V. miedo? Este cura merece ser obispo ó archipámpano del pueblo mambí. Beecher y Hepworth, dos curas protestantes, som los defensores que le han salido ahora á l& insurrección cubera. Es natural, en sus últimos momentos necesita esos auxilios para bien morir; y á la altura de su misión esos dos padres, esto y seguro que la ayudarán á morir.... de hambre, pegando un pellizco al saco-relleno, vulgo Aldama. Pues, señor, y vaya un cuentecito para concluir; un labriego fue á la ciudad á llevar un recado a su señora. Introducido en la alcoba don- |
Archive | chc99980000860001001.tif |
Tags
Comments
Post a Comment for Page 1