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REDACCION T ADMINISTRACION; 0‘Heilly, 54, entre Habana y Compostela. >ATIRI CO Y JTERARIO. DIBUJANTE CARICATURISTA; Víctor P. de Landaluze (D. Junípero.> Año III. PRECIOS DE ST7SCRICION EN DA HABANA Un mes $ i „ 1 Un año $ 10 „ Seis meses $ 5—25 } Núm. suelto ,, 25 Habana 3 de Marzo de 3872. ! ! PRECIOS DE ST7SCRICION EN INTERIOR. Tres meses $ 3-75 1 Un año $ l2-75 Seis meses $ 7 ,, j Num suelto $ ,, 30 Núm. 9. ~r ' STJlVr>VItIO: TEXTO.—Menestra semanal, por Juan Palomo.—Por atún y ver al Duque, por Juan de Austria..—Juan Palomo á S. A. I. Alejo Alejan-¿rowich, por Juan Palomo.—Frituras, por Juan de Juanes.—La casaca prieta, por Juan Soldado.— Cuentos de manigua: T.as dos barajas: (continuación), por Juan Sin-Tierra.—Epístolas á Juan Palomo: de Nueva York, por John Bull—Cartas teatrales, por Juan Particular. —Sartenazos.—Advertencias.—Anuncios. CARICATURAS.—Fot Don Junípero. MENESTRA SEMANAL. mposible es hoy hablar de otra cosa que de la llegada y permanencia entre nosotros del Gran Duque Alejo de Rusia. La gente está preocupada con este suceso, y duerme la política , duermen — hasta cierto punto—los negocios mercantiles, y duermen hasta los serenos de la ciudad. No es posible otra cosa; con que así, hablemos del Príncipe. Sí señor, llegó su alteza imperial con todo el aparato que requiere el argumento: guapote y campechano hasta la pared de enfrente. No bien el Morro hizo la señal de que estaba á la vista la escuadra, se llenaron de gente los mué lies y la Cortina de Valdés, y á poco rato, anda que andarás, se metieron por la boca del susodicho Morro, como merengue por boca de goloso, los tres buques que forman la expedición. Dieron fondo y empezó el cañoneo. ^-Buena pólvora gastan! exclamó la gente, y al poco rato ya todo el mundo sabia que S. A. no desembarcaría hasta la tarde siguiente. Y desembarcó al fin. ¡Qué guapo! dijeron todos al verle: y en la extensa carrera, desde el muelle de Caballería hasta * entrada de la calzada de la Infanta, que guarnecía una doble y prolongada fila de voluntarios, iba el eco repitiendo: ~7¡Cáspita, qué guapo es! Si señor, el aspecto del Príncipe ha sido simpá-ico a todo el mundo* *, su fisonomía llena de expre-Sion y de nobleza, su elevada estatura, su distinción ' ^ e’egancia natural, predisponen en su favor. V luego, tiene patillas rubias_.! ¡Ay, a.y, ay! es decir, todo lo necesario para dar que sentir á una mujer de esas que se pirran por Dos buenos mozos. i f f L ^or eso algunas damas lo saludaban con los pañuelos, como diciéndole: Mírame y no me toques! La recepción ha sido espléndida y digna de la persona á quien se dispensaba, así como también del pueblo que la hacía. ¿Qué quieren ustedes más? El tiempo se muestra benévolo y nos concede unos dias serenos y brillantes. El aire Sur se ha presentado, de motu propio, calentito y todo, para hacerle ver ai Príncipe el rumbo que aquí gastamos, pues su padre, con ser el Emperador de Rusia, no podrá disfrutar á estas horas el calorcito que nosotros estamos disfrutando. ¡Qué ha de poder! Tenemos nosotros más agallas! A todos nos ha parecido guapo el Príncipe. Al Príncipe le hemos nosotros parecido guapos. ¡Claro está! Y para que la satisfacción sea completa y no haya nada que turbe nuestra alegría en estos momentos de general expansión, Cárlos Manuel de Céspedes ha publicado una ley perdonándonos la vida á todos.—¡Oh magnánimo corazón! ¿Qué más querémos? La gente por ahí me aguijonea, diciéndome: —Ahora pueden lucirse los periodistas: es preciso que averigüen ustedes lo que hace el Príncipe, lo que dice, lo que desea; es menester que sorprendan ustedes sus menores movimientos, para que satisfagan nuestra curiosidad. Hace ocho dias no hubiera podido desempeñar mi cometido con acierto, porque me hallaba en una situación muy crítica: era yo un reo de muerte, un hombre condenado, y esto me causaba horror. Ahora, gracias á ese corazón generoso que el señor Cárlos Manuel de Céspedes acaba de colocarse en el pecho, después de retocado, compuesto y pintado de nuevo, nada tengo que temer, porque estoy indultado, y con ánimo sereno,, podré dedicarme á cumplir mi obligación. Por eso he establecido mi espionaje y me encuentro ya en el caso de dar curiosísimos pormenores, de esos que el público espera con mucha avidez. El Príncipe come lo mismo que un simple mortal cualquiera (siempre que el simple mortal tenga que comer, se entiende), pero con la extraña particularidad de que, algunas veces, á medida que come, se le vá quitando la gana. Duerme acostado, y cuando le pica un mosquito, se suele rascar. ¡Ha visto usted, hombre! Pero lo más extrañó es que á los mosquitos no les llama mosquitos, sino les dá un nombre muy ra ro, que yo no puedo ahora repetir, pero que es como llaman en Rusia á esos animalitos. Y no sé más; pero creo que he averiguado bastante, eh? ¡Ah! sí, aún hay más; la otra noche, después de comer en la Quinta, se puso un sombrerito hongo y salió de incógnito. ¿A dónde fué? Todo el mundo lo ignora; pero yo he logrado enterarme de pé á pá. El Príncipe salió en busca de lo siguiente: De una calle de la Habana que no tenga baches, polvo ó porquería. De una mujer que no haya mentido nunca. De un laborante que tenga vergüenza. De un hombre político que, por lo ménos, no tenga deseos de ser empleado. De alguna gracia y belleza en el jardincito que han construido en el patio de Palacio. ¿Y encontró algo de eso? Dicen que S. A. se retiró desesperanzado. ¡Es natural! se empeñan en cosas imposibles.. J El banquete con que el Excmo. Sr. Conde de Valmaseda ha obsequiado al Príncipe Alejo, ha sido magnífico y digno de la esplendidez del noble anfitrión. Los convidados salieron haciendo grandes elogios del banquete y de la distinción, finura y elevadas prendas del General Villate. El Gran Duque se mostró muy satisfecho y agradecido durante la comida y después de ella; dirigiéndose por fin al teatro, donde dió golpe, como decirse suele. Todas las miradas se fijaron en él: los hombres se levantaron, las mujeres sintieron no llevar más cascarilla, la orquesta tocó la marcha real, y hasta los coristas desafinaron. ¡Mire usted que es particular! sobre todo, cuando lo hacen tan á menudo. Por lo demás, el noble carácter español se ha manifestado ahora como siempre; y el ilustre viajero sabrá apreciar el respeto, la consideración, el afecto con que este pueblo le reci’ e, y di: tingue al miembro de una familia que tiene en su genealogía nombres muy gloriosos. Yo me alegro de que sucedan estas cosas, para confundir con pruebas fehacientes á los que nos calumnian. Y desengáñense ustedes, de buena tierra viene ahora el Duque Alejo para que no le hayan soplado al oido algo que nos sea desfavorable....! Pero ¡ah! dejad que me conmueva y que me alegre. Que me alegre de no ser Príncipe, porque la vida de Príncipe en la Habana es de lo peor que hay. Y ho sólo en la Habana, sino en todas partes. No bien se anuncia el viaje de uno de esos señores, se forman programas. Tal dia hará esto, tal dia lo otro: á tal hora saldrá, á ral otra comerá. ¡Crueles! Llega, y :;e apodera de él la comisión de obsequios: vá y viene, lo llevan y lo traen; sube y baja, se cumple el programa inexorablemente, sin darle una hora de respiro, sin que tenga voluntad propia. ¡Crueles! ¡Oh! bendito sea Dios, que no me ha hecho príncipe. Juan Palomo.
Object Description
Title | Juan Palomo, Año 3, Núm. 9-13,Marzo 1872 |
Translated Title | Juan Palomo, Year 3, Issue No. 9-13, March 1872 |
Variant Title | Juan Palomo, Semanario Satírico |
Contributor | Landaluze, Víctor Patricio de, 1828-1889 |
Note | Juan Palomo was illustrated by Cuban artist Victor P. de Landaluze. |
Subject | Cuban periodicals |
Genre | Periodicals |
Publication Date | 1872-03 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1860-1869; 1870-1879 |
Coverage Spatial | Havana (Cuba) |
Physical Description | 1 periodical; 39 pages |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | AP63 .J83x v.3:1-52 (Jan-Dec 1872) |
OCLC No. | 437416713 |
Rights | This material is in the public domain in the United States. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Object ID | chc9998000095 |
Type | Text |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000095 |
Digital ID | chc99980000950001001 |
Full Text | REDACCION T ADMINISTRACION; 0‘Heilly, 54, entre Habana y Compostela. >ATIRI CO Y JTERARIO. DIBUJANTE CARICATURISTA; Víctor P. de Landaluze (D. Junípero.> Año III. PRECIOS DE ST7SCRICION EN DA HABANA Un mes $ i „ 1 Un año $ 10 „ Seis meses $ 5—25 } Núm. suelto ,, 25 Habana 3 de Marzo de 3872. ! ! PRECIOS DE ST7SCRICION EN INTERIOR. Tres meses $ 3-75 1 Un año $ l2-75 Seis meses $ 7 ,, j Num suelto $ ,, 30 Núm. 9. ~r ' STJlVr>VItIO: TEXTO.—Menestra semanal, por Juan Palomo.—Por atún y ver al Duque, por Juan de Austria..—Juan Palomo á S. A. I. Alejo Alejan-¿rowich, por Juan Palomo.—Frituras, por Juan de Juanes.—La casaca prieta, por Juan Soldado.— Cuentos de manigua: T.as dos barajas: (continuación), por Juan Sin-Tierra.—Epístolas á Juan Palomo: de Nueva York, por John Bull—Cartas teatrales, por Juan Particular. —Sartenazos.—Advertencias.—Anuncios. CARICATURAS.—Fot Don Junípero. MENESTRA SEMANAL. mposible es hoy hablar de otra cosa que de la llegada y permanencia entre nosotros del Gran Duque Alejo de Rusia. La gente está preocupada con este suceso, y duerme la política , duermen — hasta cierto punto—los negocios mercantiles, y duermen hasta los serenos de la ciudad. No es posible otra cosa; con que así, hablemos del Príncipe. Sí señor, llegó su alteza imperial con todo el aparato que requiere el argumento: guapote y campechano hasta la pared de enfrente. No bien el Morro hizo la señal de que estaba á la vista la escuadra, se llenaron de gente los mué lies y la Cortina de Valdés, y á poco rato, anda que andarás, se metieron por la boca del susodicho Morro, como merengue por boca de goloso, los tres buques que forman la expedición. Dieron fondo y empezó el cañoneo. ^-Buena pólvora gastan! exclamó la gente, y al poco rato ya todo el mundo sabia que S. A. no desembarcaría hasta la tarde siguiente. Y desembarcó al fin. ¡Qué guapo! dijeron todos al verle: y en la extensa carrera, desde el muelle de Caballería hasta * entrada de la calzada de la Infanta, que guarnecía una doble y prolongada fila de voluntarios, iba el eco repitiendo: ~7¡Cáspita, qué guapo es! Si señor, el aspecto del Príncipe ha sido simpá-ico a todo el mundo* *, su fisonomía llena de expre-Sion y de nobleza, su elevada estatura, su distinción ' ^ e’egancia natural, predisponen en su favor. V luego, tiene patillas rubias_.! ¡Ay, a.y, ay! es decir, todo lo necesario para dar que sentir á una mujer de esas que se pirran por Dos buenos mozos. i f f L ^or eso algunas damas lo saludaban con los pañuelos, como diciéndole: Mírame y no me toques! La recepción ha sido espléndida y digna de la persona á quien se dispensaba, así como también del pueblo que la hacía. ¿Qué quieren ustedes más? El tiempo se muestra benévolo y nos concede unos dias serenos y brillantes. El aire Sur se ha presentado, de motu propio, calentito y todo, para hacerle ver ai Príncipe el rumbo que aquí gastamos, pues su padre, con ser el Emperador de Rusia, no podrá disfrutar á estas horas el calorcito que nosotros estamos disfrutando. ¡Qué ha de poder! Tenemos nosotros más agallas! A todos nos ha parecido guapo el Príncipe. Al Príncipe le hemos nosotros parecido guapos. ¡Claro está! Y para que la satisfacción sea completa y no haya nada que turbe nuestra alegría en estos momentos de general expansión, Cárlos Manuel de Céspedes ha publicado una ley perdonándonos la vida á todos.—¡Oh magnánimo corazón! ¿Qué más querémos? La gente por ahí me aguijonea, diciéndome: —Ahora pueden lucirse los periodistas: es preciso que averigüen ustedes lo que hace el Príncipe, lo que dice, lo que desea; es menester que sorprendan ustedes sus menores movimientos, para que satisfagan nuestra curiosidad. Hace ocho dias no hubiera podido desempeñar mi cometido con acierto, porque me hallaba en una situación muy crítica: era yo un reo de muerte, un hombre condenado, y esto me causaba horror. Ahora, gracias á ese corazón generoso que el señor Cárlos Manuel de Céspedes acaba de colocarse en el pecho, después de retocado, compuesto y pintado de nuevo, nada tengo que temer, porque estoy indultado, y con ánimo sereno,, podré dedicarme á cumplir mi obligación. Por eso he establecido mi espionaje y me encuentro ya en el caso de dar curiosísimos pormenores, de esos que el público espera con mucha avidez. El Príncipe come lo mismo que un simple mortal cualquiera (siempre que el simple mortal tenga que comer, se entiende), pero con la extraña particularidad de que, algunas veces, á medida que come, se le vá quitando la gana. Duerme acostado, y cuando le pica un mosquito, se suele rascar. ¡Ha visto usted, hombre! Pero lo más extrañó es que á los mosquitos no les llama mosquitos, sino les dá un nombre muy ra ro, que yo no puedo ahora repetir, pero que es como llaman en Rusia á esos animalitos. Y no sé más; pero creo que he averiguado bastante, eh? ¡Ah! sí, aún hay más; la otra noche, después de comer en la Quinta, se puso un sombrerito hongo y salió de incógnito. ¿A dónde fué? Todo el mundo lo ignora; pero yo he logrado enterarme de pé á pá. El Príncipe salió en busca de lo siguiente: De una calle de la Habana que no tenga baches, polvo ó porquería. De una mujer que no haya mentido nunca. De un laborante que tenga vergüenza. De un hombre político que, por lo ménos, no tenga deseos de ser empleado. De alguna gracia y belleza en el jardincito que han construido en el patio de Palacio. ¿Y encontró algo de eso? Dicen que S. A. se retiró desesperanzado. ¡Es natural! se empeñan en cosas imposibles.. J El banquete con que el Excmo. Sr. Conde de Valmaseda ha obsequiado al Príncipe Alejo, ha sido magnífico y digno de la esplendidez del noble anfitrión. Los convidados salieron haciendo grandes elogios del banquete y de la distinción, finura y elevadas prendas del General Villate. El Gran Duque se mostró muy satisfecho y agradecido durante la comida y después de ella; dirigiéndose por fin al teatro, donde dió golpe, como decirse suele. Todas las miradas se fijaron en él: los hombres se levantaron, las mujeres sintieron no llevar más cascarilla, la orquesta tocó la marcha real, y hasta los coristas desafinaron. ¡Mire usted que es particular! sobre todo, cuando lo hacen tan á menudo. Por lo demás, el noble carácter español se ha manifestado ahora como siempre; y el ilustre viajero sabrá apreciar el respeto, la consideración, el afecto con que este pueblo le reci’ e, y di: tingue al miembro de una familia que tiene en su genealogía nombres muy gloriosos. Yo me alegro de que sucedan estas cosas, para confundir con pruebas fehacientes á los que nos calumnian. Y desengáñense ustedes, de buena tierra viene ahora el Duque Alejo para que no le hayan soplado al oido algo que nos sea desfavorable....! Pero ¡ah! dejad que me conmueva y que me alegre. Que me alegre de no ser Príncipe, porque la vida de Príncipe en la Habana es de lo peor que hay. Y ho sólo en la Habana, sino en todas partes. No bien se anuncia el viaje de uno de esos señores, se forman programas. Tal dia hará esto, tal dia lo otro: á tal hora saldrá, á ral otra comerá. ¡Crueles! Llega, y :;e apodera de él la comisión de obsequios: vá y viene, lo llevan y lo traen; sube y baja, se cumple el programa inexorablemente, sin darle una hora de respiro, sin que tenga voluntad propia. ¡Crueles! ¡Oh! bendito sea Dios, que no me ha hecho príncipe. Juan Palomo. |
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