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PRECIOS DE SU2CRICI0N EN LA HABANA. : —y PEECIOS DE SUSCRICION EN EL INTERIOR. KUM. 18. ASO l.° DN MES, $1.—SEIS MESES, $5.25.—ÜN AÑO, $ 10. Número suelto: 2J3 Cents. HABANA G DE MARZO DE 1870, Ì TRES MESES, $3.75—SEIS MESES, $7—OS AÑO, $12.75 Número suelto: 3»<0> Cents. S3*crivir-^.3=2-3:o>- TEXTO.--Menestra semanal, por Juan PALOMO.-El hombre de la insurrección, por Juan el PERDIO.- Do ambos sexos, por Juan de AUSTRIA.—Charla teatral, por Juan LANAS.—Epístolas á “Juan Palomo” de Nueva-York, por John-BULL. -Fábulas, por Juan SIN-MIEDO.-Cueutos d) manigua, por Juan SIN-TIERRA.—Sartenazos.—Geroglifico.-ANUNCIO. CARICATURAS, por D. JUNIPERO. MENESTRA SEMANAL. Aún resuenan en mis oidos los últimos acordes del vals, las postreras notas de la polka íntima, el candencioso compás de las dancitas y el murmullo de las alegres máscaras; por eso no es estraño que empiece hoy ocupándome de algunas bromas, pero bromas pesadas. Veamos si hay exageración en lo que digo. Un tal Goicouría, fabricante de expediciones malogradas y comerciante con cara abierta, para que la vergüenza pueda salir á todas horas con comodidad, había tenido en varias ocasiones pujos de valor para venirse hácia estas tierras y hacer y acontecer. —Qué apostamos, decía, á que reúno una legión, cojo un barco, nos vamos allá y conquistamos el país en un abrir y cerrar de ojos? —A que nó? —Venga money y hablaremos. Y parodiando aquel dicho de un cómico: «Hubo J unta de médicos,)) y efectivamente, á las dos horas se murió el enfermo, podemos decir que corrió el dinero en abundancia, se reunió la gente, los soldados, llenos de entusiasmo y de brandy, se rompieron algunas veces el bautismo contra las esquinas de Hueva-York; humearon los vapores; se gastaron muchas toneladas de carbón, y efectivamente, Goieuría no vino jamás. —Es mucho valor el de este hombre, decían sus apasionados, no solamente sabe vencer á sus enemigos, sino que sabe vencerse á sí mismo. Está rabiando por ir allá, y sin embargo, se vence á sí propio y no vá. Y en efecto, no venía. Pero una vez, cerquita del Carnaval, se disfrazó de héroe, y aunque el traje le venía bastante ancho, se encontró tan bien con él, que Be decidió á probar fortuna. Navegaba en un buque de vela: el barquito, anda que andarás, se hacía mar adentro con rumbo á estas costas. Una mañana subió Goieuría muy preocupado á la cubierta. —Capitán, dónde vamos? preguntó. —A dónde hemos de ir, á Cuba! -y Pero no se detiene Vd. por ahí en un puer-tecito á tomar carbón? —Qué carbón, ni qué ocho cuartos! si con el que hay á bordo sobra para guisar dos meses. —Torpe de mí! es verdad: no he cometido mala torpeza metiéndome en un barco de vela. Aquello de los vapores era muy socorrido; necesitaban carbón, entraban en un puerto cualquiera, nos detenían, y se acabó la función. Ese picaro Aldama tiene la culpa, con no haberme dado bastante dinero para fletar un vapor. En buen berengenal me he metido! Y el barquito navegaba silencioso hasta que un dia ¡cataplum! los expedicionarios y su gente se encontraron en tierra cubana, por casualidad; pues si el buque no embarranca, sabe Dios á dónde hubieran ido á parar ántes que venir aquí. Conocí yo un sujeto tan previsor, que una vez que estaba construyendo una casa, mandó hacer en la puerta un agujero para que saliese la gata, y á su lado otro agujero pequeñito para que saliesen los gatitos. Se conoce que Goieuría no tomó lecciones de ese individuo, si no hubiera hecho un agujero grande para que escapase el barco y otro para escaparse él. El barco escapará probablemente de que lo fusilen, pero lo que es él, no sé qué les diga á ustedes. Dicen que en el estrecho círculo en que lo tienen cercado las tropas que lo persiguen, se morirá de hambre. Lo dudo mucho; es capaz de comerse á sí mismo. En otras ocasiones ha tenido tanta ó más hambre, y se ha comido á Aldama por un pié: natural es que encuentre más sabrosa su misma carne que la de Miguel ito. Ai mismo tiempo que los españoles hacemos un recibimiento tan expléndido á Goicuiría, que lo estamos buscando con afan y poco mé-nos que con un candil, para colocarlo en el elevado puesto que merece; doscientos cubanos se han reunido en Wàshington con banderas, músicas y otras sinvelgüenserías. para festejar á su caudillo Quesada. —Por qué no acudió su marido de V. á la recepción del general? le preguntaron á cierta dama mambisa. —Lo hice estarse en casa por temor; pues como dicen que Quesada es tan aficionado á las reses, La C. Emilia C. (esta mujer tiene las O. G. por delante y por detrás) la infatigable bordadora, la impertérritapendoneadorct, la incansable banderillera, la contumaz estrellcidora de la càusa cubana, vuelve á exhibirse en forma epistolar. Entre las varias cartitas que ha lanzado al espacio, tengo á la vista una en que dá gracias á todo el género humano. Es achaque antiguo en las personas esa propensión á dar generalmente lo que ménos se tiene. Pues sí; Doña Emilia dá las gracias al Padre Healy, cura de la iglesia de San Bernardo, por haberle proporcionado algunos niños. Doña Emilia, por Dios! tenga V. cuidado con lo que escribe ó dice: no vé Y. que con tal declaración puede sufrir la reputación de ese Padre? Dá gracias á otro por haberle prestado laces. ¡Bastante falta le hacían! A otro que le facilitó adornos, no sé si para ella ó para su marido; y en fin, todos sacan alguna cosa en el reparto. Papeles son papeles, cartas son cartas; documentos mambises, todos son farsa. Y aquí tenemos uno titulado: «Disposiciones que han de observarse en este campamento (ingenio de las Parras) por los individuos de la brigada del Oeste, y penas que se impondrán á los que á ellas faltaren,» que es un reglamento suave hasta dejarlo de sobra. «Si en reyertas alguno de los contendientes hiciere uso de armas causando alguna herida, será pasado por las armas.» Así simplemente y como quien se bebe un vaso de agua, fusilan lo mismo al que hace un rasguño que al que abre en canal á su prójimo. «Será pasado por las armas todo el que procure desanimará las tropas.» Me parece que nadie sufrirá esta pena: no hace falta desanimarlas. Si fuera animarlas, ya sería otra cosa. «Se sujetarán á Consejo de guerra á los que cojan caballos, azúcar, puercos, etcétera, pues ES PRECISO CORTAR LOS MIL ABUSOS QUE SOBRE EL PARTICULAR SE HAN ESTADO OBSERVANDO HASTA EL PRESENTE.» A confesión de parte.... Encuentro que es el artículo más tirano. No pueden cojerse puercos\ Hombre, hasta privan de cojerse unos de otros del brazo! «Todo centinela que se encuentre dormido, será pasado por las armas» Lo mejoi seiia fusilarlo al relevar á su compañero, para evitar que le entrase el sueño.
Object Description
Title | Juan Palomo, Año 1, Núm. 18-21, Marzo 1870 |
Translated Title | Juan Palomo, Year 1, Issue No. 18-21, March 1870 |
Variant Title | Juan Palomo, Semanario Satírico |
Contributor | Landaluze, Víctor Patricio de, 1828-1889 |
Note | Juan Palomo was illustrated by Cuban artist Victor P. de Landaluze. |
Subject | Cuban periodicals |
Genre | Periodicals |
Publication Date | 1870-03 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1860-1869; 1870-1879 |
Coverage Spatial | Havana (Cuba) |
Physical Description | 1 periodical; 30 pages |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | AP63 .J83x v.1:1-52 (Nov 1869-Oct 1870) |
OCLC No. | 437416713 |
Rights | This material is in the public domain in the United States. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Object ID | chc9998000085 |
Type | Text |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000085 |
Digital ID | chc99980000850001001 |
Full Text | PRECIOS DE SU2CRICI0N EN LA HABANA. : —y PEECIOS DE SUSCRICION EN EL INTERIOR. KUM. 18. ASO l.° DN MES, $1.—SEIS MESES, $5.25.—ÜN AÑO, $ 10. Número suelto: 2J3 Cents. HABANA G DE MARZO DE 1870, Ì TRES MESES, $3.75—SEIS MESES, $7—OS AÑO, $12.75 Número suelto: 3»<0> Cents. S3*crivir-^.3=2-3:o>- TEXTO.--Menestra semanal, por Juan PALOMO.-El hombre de la insurrección, por Juan el PERDIO.- Do ambos sexos, por Juan de AUSTRIA.—Charla teatral, por Juan LANAS.—Epístolas á “Juan Palomo” de Nueva-York, por John-BULL. -Fábulas, por Juan SIN-MIEDO.-Cueutos d) manigua, por Juan SIN-TIERRA.—Sartenazos.—Geroglifico.-ANUNCIO. CARICATURAS, por D. JUNIPERO. MENESTRA SEMANAL. Aún resuenan en mis oidos los últimos acordes del vals, las postreras notas de la polka íntima, el candencioso compás de las dancitas y el murmullo de las alegres máscaras; por eso no es estraño que empiece hoy ocupándome de algunas bromas, pero bromas pesadas. Veamos si hay exageración en lo que digo. Un tal Goicouría, fabricante de expediciones malogradas y comerciante con cara abierta, para que la vergüenza pueda salir á todas horas con comodidad, había tenido en varias ocasiones pujos de valor para venirse hácia estas tierras y hacer y acontecer. —Qué apostamos, decía, á que reúno una legión, cojo un barco, nos vamos allá y conquistamos el país en un abrir y cerrar de ojos? —A que nó? —Venga money y hablaremos. Y parodiando aquel dicho de un cómico: «Hubo J unta de médicos,)) y efectivamente, á las dos horas se murió el enfermo, podemos decir que corrió el dinero en abundancia, se reunió la gente, los soldados, llenos de entusiasmo y de brandy, se rompieron algunas veces el bautismo contra las esquinas de Hueva-York; humearon los vapores; se gastaron muchas toneladas de carbón, y efectivamente, Goieuría no vino jamás. —Es mucho valor el de este hombre, decían sus apasionados, no solamente sabe vencer á sus enemigos, sino que sabe vencerse á sí mismo. Está rabiando por ir allá, y sin embargo, se vence á sí propio y no vá. Y en efecto, no venía. Pero una vez, cerquita del Carnaval, se disfrazó de héroe, y aunque el traje le venía bastante ancho, se encontró tan bien con él, que Be decidió á probar fortuna. Navegaba en un buque de vela: el barquito, anda que andarás, se hacía mar adentro con rumbo á estas costas. Una mañana subió Goieuría muy preocupado á la cubierta. —Capitán, dónde vamos? preguntó. —A dónde hemos de ir, á Cuba! -y Pero no se detiene Vd. por ahí en un puer-tecito á tomar carbón? —Qué carbón, ni qué ocho cuartos! si con el que hay á bordo sobra para guisar dos meses. —Torpe de mí! es verdad: no he cometido mala torpeza metiéndome en un barco de vela. Aquello de los vapores era muy socorrido; necesitaban carbón, entraban en un puerto cualquiera, nos detenían, y se acabó la función. Ese picaro Aldama tiene la culpa, con no haberme dado bastante dinero para fletar un vapor. En buen berengenal me he metido! Y el barquito navegaba silencioso hasta que un dia ¡cataplum! los expedicionarios y su gente se encontraron en tierra cubana, por casualidad; pues si el buque no embarranca, sabe Dios á dónde hubieran ido á parar ántes que venir aquí. Conocí yo un sujeto tan previsor, que una vez que estaba construyendo una casa, mandó hacer en la puerta un agujero para que saliese la gata, y á su lado otro agujero pequeñito para que saliesen los gatitos. Se conoce que Goieuría no tomó lecciones de ese individuo, si no hubiera hecho un agujero grande para que escapase el barco y otro para escaparse él. El barco escapará probablemente de que lo fusilen, pero lo que es él, no sé qué les diga á ustedes. Dicen que en el estrecho círculo en que lo tienen cercado las tropas que lo persiguen, se morirá de hambre. Lo dudo mucho; es capaz de comerse á sí mismo. En otras ocasiones ha tenido tanta ó más hambre, y se ha comido á Aldama por un pié: natural es que encuentre más sabrosa su misma carne que la de Miguel ito. Ai mismo tiempo que los españoles hacemos un recibimiento tan expléndido á Goicuiría, que lo estamos buscando con afan y poco mé-nos que con un candil, para colocarlo en el elevado puesto que merece; doscientos cubanos se han reunido en Wàshington con banderas, músicas y otras sinvelgüenserías. para festejar á su caudillo Quesada. —Por qué no acudió su marido de V. á la recepción del general? le preguntaron á cierta dama mambisa. —Lo hice estarse en casa por temor; pues como dicen que Quesada es tan aficionado á las reses, La C. Emilia C. (esta mujer tiene las O. G. por delante y por detrás) la infatigable bordadora, la impertérritapendoneadorct, la incansable banderillera, la contumaz estrellcidora de la càusa cubana, vuelve á exhibirse en forma epistolar. Entre las varias cartitas que ha lanzado al espacio, tengo á la vista una en que dá gracias á todo el género humano. Es achaque antiguo en las personas esa propensión á dar generalmente lo que ménos se tiene. Pues sí; Doña Emilia dá las gracias al Padre Healy, cura de la iglesia de San Bernardo, por haberle proporcionado algunos niños. Doña Emilia, por Dios! tenga V. cuidado con lo que escribe ó dice: no vé Y. que con tal declaración puede sufrir la reputación de ese Padre? Dá gracias á otro por haberle prestado laces. ¡Bastante falta le hacían! A otro que le facilitó adornos, no sé si para ella ó para su marido; y en fin, todos sacan alguna cosa en el reparto. Papeles son papeles, cartas son cartas; documentos mambises, todos son farsa. Y aquí tenemos uno titulado: «Disposiciones que han de observarse en este campamento (ingenio de las Parras) por los individuos de la brigada del Oeste, y penas que se impondrán á los que á ellas faltaren,» que es un reglamento suave hasta dejarlo de sobra. «Si en reyertas alguno de los contendientes hiciere uso de armas causando alguna herida, será pasado por las armas.» Así simplemente y como quien se bebe un vaso de agua, fusilan lo mismo al que hace un rasguño que al que abre en canal á su prójimo. «Será pasado por las armas todo el que procure desanimará las tropas.» Me parece que nadie sufrirá esta pena: no hace falta desanimarlas. Si fuera animarlas, ya sería otra cosa. «Se sujetarán á Consejo de guerra á los que cojan caballos, azúcar, puercos, etcétera, pues ES PRECISO CORTAR LOS MIL ABUSOS QUE SOBRE EL PARTICULAR SE HAN ESTADO OBSERVANDO HASTA EL PRESENTE.» A confesión de parte.... Encuentro que es el artículo más tirano. No pueden cojerse puercos\ Hombre, hasta privan de cojerse unos de otros del brazo! «Todo centinela que se encuentre dormido, será pasado por las armas» Lo mejoi seiia fusilarlo al relevar á su compañero, para evitar que le entrase el sueño. |
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