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REDACCION Y ADMINISTRACION, Compostela, número 71 (entresuelos.) Semanario Satírico. DIBUJANTE CARICATURISTA, Víctor P. de Landaluze (D. Junípero.) — PBECIOS BE SUSCBICIOH EN LA HABANA. i —— PBECIOS PE SNSCEICION EN EL INTERIOR. M. 81... AÑO l.° íiX IES, $1.—SEIS MESES, $5.25—UN AÑO, $10. HABANA 5 DE JUNIO DE 1870. TEES MESES, Í3.75-SEIS MESES, $7-CK AÑO. $12.75; Número suelto: 30 Cents. Número suelto: 22 £3 Cents. — STJMÜ.RIO. TEXTO.---Menestra semanal, por Juan Palomo.-El caballo blanco, por Juan el Perdió.-El maletín« Je Bembcta. por Jua-n Lanas.-Un cubano y un cubero por un buen Juan.--Epístolas á «Juan Palomo», de Nueva-York, por Jhon- Bull; de Barcelona, poi^Serafi Pitarra; de iP'Uerto-Rico, por Juanito.-Mise* rías humanas: La potreo-inania, por Jua-n Pekez.-Sartenazos.-Floresta Hispano-Americana. CARICACATURAS, por Don Junípero. MENESTRA SEMANAL. ¿Qué pasa? Pasa, que uros ladrones pretenden pasar por un tabique, y k> pasan mal al verse pasados de parte á parte por una bala pasagera, que se interpone en efl pasadizo, diciendo en su lea-guage especial de bala: —Por aquí »o se pasa. Y los interpelados debiere» quedar convencidos con tan corto razonamiento, puesto que cayeron de espaldas, que es 1@ que noá sucede á todos con los discursos que se han pronunciado en defensa de Mr. Phillips. No divaguemos, aunque al hablar de gente perdida, se nos vengan, necesariamente, ciertos nombres á la imaginación. La semana se inauguró con tres robos, ó mejor dicho, conatos de robo, de eses que levan-! tan polvareda. Una papelería es asaltada, pero llegan á tiempo los dueños para que los asaltadores salten de gusto con la tapa de los sesos saltada. Un dependiente de una sociedad mercantil intenta marcharse á Nueva-York, buscando el cambio de unos billetes. Un individuo, que por sus felices disposiciones podía ser muy bien presidente de la república cubera, abre un boquete en la pared y mete la cabeza en la platería de Misa, por tomar el fresco. Pero como en estos tiempos de libertad de cultos, todo anda revuelto y se ha invertido el orden de las cosas, en vez de los hombres oir misa, resultó que Misa oyó á los hombres, y después de oirlos, ya saben ustedes lo que pasó. Pero lo que no saben es, lo admirados que se quedaron los ladrones al ver que en casa de Misa, donde tanta riqueza se encierra, donde hay unos aparadores que á todos nos deslumbran, solo encontraron alhajas falsas, completamente falsas; de plomo. ¿Oh, la ferocidad española, olí! Hasta los ladrones se han propuesto desacreditarnos, sin consideración ninguna de compañerismo. ¿Qué dirán ustedes que hacen ahora para anularnos, para inutilizar nuestros esfuerzos? Intentan robos escandalosos que eclipsan las hazañas de Cárlos Manuel y demás presidentes, porque tenemos varios. Si los ladrones siguen por ese camino, que nos quedará á nosotros que hacer cuando Cuba sea libre hasta la pared de enfrente? (ó un poco más, para que quepa el abdomen del libertador Erárnoslo,) Todos ustedes conocen la decidida afición que por el juego de ajedrez siente una persona de las más visibles, más valientes y más españolas del pueblo: la que lleva el número uno, como si dijéramos^ entre todos los que estamos aquí dispuestos á probar al mundo: que dó-quiera un mambí la frente asoma no .falta un español que se lo coma. Pues en la partida, última de su especie, que ese caballero—porque lo es, y por muchos años lo diga—está jugando en el Camagüey, al dar mate, no solo le quita al contrario peones, sino también peonas. Si sabrá jugar, eh! Y si no se me cree, ahí está la generalísima que no me dejará mentir. Pero ya está entre nosotros: la esposa de Agrámente se halla ya al amparo de la hidalguía española; así es, que Juan Palomo se mete la sartén debajo del brazo y le dice: —A los piés de V., señora. Mas ¡ay! si en vez de ella, fuese su marido: si fuese su marido! El Sun aclara el misterio, con una frescura que sienta mal á su nombre de Sol, diciendo que: «Alarmada la legación española en Washington, mandó un secretario suyo á inquirir lo que pasaba á este respecto en N. York, lo cual no tardó en saber, pues el coronel Mc-Kay dijo que el plan de la asociación era el reunir 60,000 hombres, para ir á construir en Cuba un t monumento con los huesos de españoles, amasado con * sangre española, y coronado con los cadáveres del GíW pitan General Rodas y el Conde de Yalmascda,)) ¡Ave María purísima, la que nos espera! Dijo Quesada en su manifiesto que en la manigua había sesenta mil y pico de hombres, ahora el coronel ese, ó lo que sea, Mc-Kay (pronúncienlo ustedes como quieran) necesita reunir 60,000; de modo que ciento veinte mil y pico de hombres hacen falta para combatir un ejercito diezmado, según dicen los mambises. Pues, señores, á confesión de parte... Sesenta rail y pico dice Quesada; sesenta mil Mc-Kay (canastos! con el nombre) observo que ámbos ejércitos están casi em-patados, aunque me esté mal el decirio. Ya me parece estar oyendo gritar a La Revolución y demás periódicos que de la manigua se alimentan: Quesada se ausentó de Nueva-York, y desde entonces la policía yankee está con las manos en los bolsillos, sin tener nada que hacer. El general del bello sexo, ha dirigido una carta á La Revolución anunciando su partida, y el papel filibustero encabeza la epístola con unas líneas, en las que se muestra conforme con que se vaya el generalísimo, pero no con que siga diciendo que trajo de la manigua una misión. La partida de Quesada no hace efecto á los laborantes: los tiene ya acostubrados á muchas partidas....serranas. * Ya sabemos lo que pasó en la ((Liga Cubana» , cuando se reunió en sesión secreta para tratar I lo que debian hacer después de muerto Goicuría. El tema obligado de los periódicos laborantes es la ferocidad española. Esa ferocidad que arrojó á Mr. Phillips de Santiago de’Cuba y dá de comer á las mujeres de los insurrectos, que se vienen para acá á mudar de aires, porque se les han indigestado los placeres y felicidades que se disfrutan en Cubila libre. ¡Oh, la ferocidad española, oh! Voy á regalar á ustedes un cacho de ferocidad española; pero como á mino me estaría bien hablar por cuenta propia, citaré unas palabritas de Mr. Garfield, diputado de los Estados-Unidos, y voy á copiarlas deLa Revolución, para que todavía resalte más la ferocidad: «Cuando murió ei general Steadman, el 6 de Julio próximo pasado, dijo Mr. Garfield en la Cámara, estaba residiendo en casa de Mr. Phillips, quien escribió una breve carta al Departamento de Estado, comunicando la noticia; y avisando que dentro de algunos dias remitiría los efectos que había dejado. Aunque desde aquella época los parientes y deudos de Mr. Steadman han escrito diez ó doce veces á Mr. Phillips, no se ha recibido contestación alguna suya, ni se han visto llegar los efectos, y esto cuando Steadman tenia en su posesión en los momentos de su muerte la suma de mil pesos.» ¡Oh la ferocidad española, oh! «Solicitó que un barco de guerra lo llevase á otra vez á Santiago de Cuba, con la particularidad de que al llegar al puerto no se atrevió á desembarcar, á cáusa, según dijo el Almirante, de las deudas que tenía en el pais.» ¡Oh, la ferocidad española, oh!
Object Description
Title | Juan Palomo, Año 1, Núm. 31-34, Junio 1870 |
Translated Title | Juan Palomo, Year 1, Issue No. 31-34, June 1870 |
Variant Title | Juan Palomo, Semanario Satírico |
Contributor | Landaluze, Víctor Patricio de, 1828-1889 |
Note | Juan Palomo was illustrated by Cuban artist Victor P. de Landaluze. |
Subject | Cuban periodicals |
Genre | Periodicals |
Publication Date | 1870-06 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1860-1869; 1870-1879 |
Coverage Spatial | Havana (Cuba) |
Physical Description | 1 periodical; 31 pages |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | AP63 .J83x v.1:1-52 (Nov 1869-Oct 1870) |
OCLC No. | 437416713 |
Rights | This material is in the public domain in the United States. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Object ID | chc9998000088 |
Type | Text |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000088 |
Digital ID | chc99980000880001001 |
Full Text | REDACCION Y ADMINISTRACION, Compostela, número 71 (entresuelos.) Semanario Satírico. DIBUJANTE CARICATURISTA, Víctor P. de Landaluze (D. Junípero.) — PBECIOS BE SUSCBICIOH EN LA HABANA. i —— PBECIOS PE SNSCEICION EN EL INTERIOR. M. 81... AÑO l.° íiX IES, $1.—SEIS MESES, $5.25—UN AÑO, $10. HABANA 5 DE JUNIO DE 1870. TEES MESES, Í3.75-SEIS MESES, $7-CK AÑO. $12.75; Número suelto: 30 Cents. Número suelto: 22 £3 Cents. — STJMÜ.RIO. TEXTO.---Menestra semanal, por Juan Palomo.-El caballo blanco, por Juan el Perdió.-El maletín« Je Bembcta. por Jua-n Lanas.-Un cubano y un cubero por un buen Juan.--Epístolas á «Juan Palomo», de Nueva-York, por Jhon- Bull; de Barcelona, poi^Serafi Pitarra; de iP'Uerto-Rico, por Juanito.-Mise* rías humanas: La potreo-inania, por Jua-n Pekez.-Sartenazos.-Floresta Hispano-Americana. CARICACATURAS, por Don Junípero. MENESTRA SEMANAL. ¿Qué pasa? Pasa, que uros ladrones pretenden pasar por un tabique, y k> pasan mal al verse pasados de parte á parte por una bala pasagera, que se interpone en efl pasadizo, diciendo en su lea-guage especial de bala: —Por aquí »o se pasa. Y los interpelados debiere» quedar convencidos con tan corto razonamiento, puesto que cayeron de espaldas, que es 1@ que noá sucede á todos con los discursos que se han pronunciado en defensa de Mr. Phillips. No divaguemos, aunque al hablar de gente perdida, se nos vengan, necesariamente, ciertos nombres á la imaginación. La semana se inauguró con tres robos, ó mejor dicho, conatos de robo, de eses que levan-! tan polvareda. Una papelería es asaltada, pero llegan á tiempo los dueños para que los asaltadores salten de gusto con la tapa de los sesos saltada. Un dependiente de una sociedad mercantil intenta marcharse á Nueva-York, buscando el cambio de unos billetes. Un individuo, que por sus felices disposiciones podía ser muy bien presidente de la república cubera, abre un boquete en la pared y mete la cabeza en la platería de Misa, por tomar el fresco. Pero como en estos tiempos de libertad de cultos, todo anda revuelto y se ha invertido el orden de las cosas, en vez de los hombres oir misa, resultó que Misa oyó á los hombres, y después de oirlos, ya saben ustedes lo que pasó. Pero lo que no saben es, lo admirados que se quedaron los ladrones al ver que en casa de Misa, donde tanta riqueza se encierra, donde hay unos aparadores que á todos nos deslumbran, solo encontraron alhajas falsas, completamente falsas; de plomo. ¿Oh, la ferocidad española, olí! Hasta los ladrones se han propuesto desacreditarnos, sin consideración ninguna de compañerismo. ¿Qué dirán ustedes que hacen ahora para anularnos, para inutilizar nuestros esfuerzos? Intentan robos escandalosos que eclipsan las hazañas de Cárlos Manuel y demás presidentes, porque tenemos varios. Si los ladrones siguen por ese camino, que nos quedará á nosotros que hacer cuando Cuba sea libre hasta la pared de enfrente? (ó un poco más, para que quepa el abdomen del libertador Erárnoslo,) Todos ustedes conocen la decidida afición que por el juego de ajedrez siente una persona de las más visibles, más valientes y más españolas del pueblo: la que lleva el número uno, como si dijéramos^ entre todos los que estamos aquí dispuestos á probar al mundo: que dó-quiera un mambí la frente asoma no .falta un español que se lo coma. Pues en la partida, última de su especie, que ese caballero—porque lo es, y por muchos años lo diga—está jugando en el Camagüey, al dar mate, no solo le quita al contrario peones, sino también peonas. Si sabrá jugar, eh! Y si no se me cree, ahí está la generalísima que no me dejará mentir. Pero ya está entre nosotros: la esposa de Agrámente se halla ya al amparo de la hidalguía española; así es, que Juan Palomo se mete la sartén debajo del brazo y le dice: —A los piés de V., señora. Mas ¡ay! si en vez de ella, fuese su marido: si fuese su marido! El Sun aclara el misterio, con una frescura que sienta mal á su nombre de Sol, diciendo que: «Alarmada la legación española en Washington, mandó un secretario suyo á inquirir lo que pasaba á este respecto en N. York, lo cual no tardó en saber, pues el coronel Mc-Kay dijo que el plan de la asociación era el reunir 60,000 hombres, para ir á construir en Cuba un t monumento con los huesos de españoles, amasado con * sangre española, y coronado con los cadáveres del GíW pitan General Rodas y el Conde de Yalmascda,)) ¡Ave María purísima, la que nos espera! Dijo Quesada en su manifiesto que en la manigua había sesenta mil y pico de hombres, ahora el coronel ese, ó lo que sea, Mc-Kay (pronúncienlo ustedes como quieran) necesita reunir 60,000; de modo que ciento veinte mil y pico de hombres hacen falta para combatir un ejercito diezmado, según dicen los mambises. Pues, señores, á confesión de parte... Sesenta rail y pico dice Quesada; sesenta mil Mc-Kay (canastos! con el nombre) observo que ámbos ejércitos están casi em-patados, aunque me esté mal el decirio. Ya me parece estar oyendo gritar a La Revolución y demás periódicos que de la manigua se alimentan: Quesada se ausentó de Nueva-York, y desde entonces la policía yankee está con las manos en los bolsillos, sin tener nada que hacer. El general del bello sexo, ha dirigido una carta á La Revolución anunciando su partida, y el papel filibustero encabeza la epístola con unas líneas, en las que se muestra conforme con que se vaya el generalísimo, pero no con que siga diciendo que trajo de la manigua una misión. La partida de Quesada no hace efecto á los laborantes: los tiene ya acostubrados á muchas partidas....serranas. * Ya sabemos lo que pasó en la ((Liga Cubana» , cuando se reunió en sesión secreta para tratar I lo que debian hacer después de muerto Goicuría. El tema obligado de los periódicos laborantes es la ferocidad española. Esa ferocidad que arrojó á Mr. Phillips de Santiago de’Cuba y dá de comer á las mujeres de los insurrectos, que se vienen para acá á mudar de aires, porque se les han indigestado los placeres y felicidades que se disfrutan en Cubila libre. ¡Oh, la ferocidad española, oh! Voy á regalar á ustedes un cacho de ferocidad española; pero como á mino me estaría bien hablar por cuenta propia, citaré unas palabritas de Mr. Garfield, diputado de los Estados-Unidos, y voy á copiarlas deLa Revolución, para que todavía resalte más la ferocidad: «Cuando murió ei general Steadman, el 6 de Julio próximo pasado, dijo Mr. Garfield en la Cámara, estaba residiendo en casa de Mr. Phillips, quien escribió una breve carta al Departamento de Estado, comunicando la noticia; y avisando que dentro de algunos dias remitiría los efectos que había dejado. Aunque desde aquella época los parientes y deudos de Mr. Steadman han escrito diez ó doce veces á Mr. Phillips, no se ha recibido contestación alguna suya, ni se han visto llegar los efectos, y esto cuando Steadman tenia en su posesión en los momentos de su muerte la suma de mil pesos.» ¡Oh la ferocidad española, oh! «Solicitó que un barco de guerra lo llevase á otra vez á Santiago de Cuba, con la particularidad de que al llegar al puerto no se atrevió á desembarcar, á cáusa, según dijo el Almirante, de las deudas que tenía en el pais.» ¡Oh, la ferocidad española, oh! |
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