Page 1 |
Save page Remove page | Previous | 1 of 32 | Next |
|
small (250x250 max)
medium (500x500 max)
Large
Extra Large
full size
Full Resolution
All (PDF)
|
This page
All
|
Loading content ...
REDACCION Y ADMINISTRACION: O'Reilly, 54, entre Habana y Compostela. Político y. Literario. DIBUJANTE CARICATURISTA: Víctor P. de Landaluce (D. Junipero.) PRECIOS DE S USCRICION EN LA HABANA! •A. TI O 1 * * ■ | Un mes....$ i ,, |Un año........$ lo ,, jj Seis meses...$ 5-25 | Núm. sueito..-_ ,, 25 | Habana ^ de Mayo de 1873. PRECIOS DE SUSCRICION EN INTERIOR. Tres meses___$ 3—75 I Un añ®......$ 12-75:1 | Seis meses...S 7 ,, | Núm. sueito-$ ,, 30 j Núm. 18. SUMARIO: TEXTO.—Menestra semanal, por Juan Palomo.—A ese! A ese! por Juan ríe Austria.—Asunto interesante, por Juan Ito.—La Prensa en escabeche, por Juan Vinagre. — Frituras, por Juan d<: Juanes.— Documento (poesía), por L. de Charles.—Dale que dale, por Juan Diente.—Boceto á la pluma de don Juan Tutau, por Juan Dándolo.— Revoltillo teatral, por Juan Particular.—Cuentos de Manigua: El Cha-valillo, por Juan Sin-Tierra.—Sartenazos.—(Jeroglífico.—Boletín bi’ bliográfico. CAR ICATU RAS. — Por Don Junípero. MENESTRA SEMANAL. espiremos ! A pesar del calor que hace, se ha presentado en escena La Voz de Culta, corregida , aumentada y caílistiquizada. Y además, ha visto la luz, y con la luz las caras bonitas de los conservadores intransigentes, el prospecto de La España. No hay para qué decir que está redactado en estilo bíblico, y que para penetrar en el fondo de sus doctrinas hay que proveerse de antorcha y guia, como si se tratase de una excursión á las cuevas de Bellamar. Y áun así corre uno peligro de quedarse á oscuras. Lo que no corre es un pelo de aire. ¡Qué calor! Parecía natural que con esta atmós-iera de fuego saliesen los periódicos á la calle con la cabeza descubierta: y por el contrario, uno de ellos se ha calado la boina. Vá á morir achicharrado!.... de calor. ... y de disgustos! Estos periódicos de la Habana son la cosa más divertida que puede verse. La Voz de Cuba (la de nuevo cuño) recomienda á sus lectores los artículos del Diario de la Marina y de La Constancia. El Diario elogia los artículos de La Constancia y de La Voz. La Constancia dice que están muy bien escritos Di Voz y el Diario. —Compañero, escribe usted muy bien. — Pues nú cpie usted!.... —4*En esta siudat hay tres periódicos buenos: lus dos de vustedes y el altre vustedes dirán cualo es.” ‘—El de usted.... —Pues nó que el de usted!------ —Los tres! los tres! Y yo ¡pobre de mí! atendiendo á esas mutuas recomendaciones, busco L^a Voz y me entusiasmo como uno; corro al Diario y me entusiasmo como dos; acudo á La Constancia y me entusiasmo como tres. Voy saltando de uno en otro como una pelota: parece que estoy jugando á las cuatro esquinas. Y me agito, y sudo, y me mareo. ¡Ay! y me caigo de espaldas. Iba á proponerme á mí mismo para una gran 1 cruz, en pago de esos ejercicios violentos á que me i condenan los periódicos más respetables de la cristiandad, cuando leo la noticia de que el Gobierno ha suprimido las cruces. ¡Qué atrocidad! ¿Comprenden ustedes una na-! cion sin grandes cruces, sin comendadores ordinarios (ahora serán finos), sin caballeros de la orden? ¡Es un atropello! A nuestro buen amigo el Marqués de San Eduardo lo han dejado en pelota, como quien dice. ¡Como que llevaba todo el cuerpo cubierto de cintas!.... i ¿Dé qué se vestirá ahora? Y no es esta la única desgracia que ha traído ! consigo la poco meditada resolución de Emilio * Castelar. No es flojo contratiempo para La Constancia, ¡ que ha perdido el contundente argumento que tenia I siempre á mano para nosotros los Juanes. Porque en esta cocina, que pongo á la disposi-i cion de ustedes, todos estábamos cruzados. Yo me tomé, no hace mucho, medida para una cruz del tamaño que me estuviese bien. | El que ménos le ha hecho la cruz catorce veces á las doctrinas de I,a Constancia. ¡Pobre señora! Ya no podrá echarnos en cara la !cruz. ¿Cara 6 cruz? Pero ¡chiton! que tengo que decir á La Constancia lo siguiente: Aún hay entre nosotros uno con tratamiento. ¡Pero un tratamiento que no quiere dejar! Como que es el tratamiento.... homeopático. Al acabar de leer el decreto que declara abolidas las cruces, tropiezo con un parrafito de La Política, que me conmueve. “El Marqués de Manzanedo, dice, ha visitado á la reina Isabel y ha llevado su atención hasta tener la delicadeza de presentarse con sus grandes cruces y placas, como si hubiera hecho la visita en el palacio de Madrid.” ¡Qué finura! No es posible que el marqués sea comendador ordinario. . . . —¡Qué elegante vienes! le habrá dicho la soberana. — Señora, vengo así----de trapillo! —Y la liga? —No las uso; me ato los calzoncillos con cintas: yo pediré á la reina Victoria la orden de Jarretiera : y tendré ese adorno más que enseñar á V. M. — Pareces un aparador de bisutería. —No se fije V. M. en lo que llevo de medio cuerpo abajo, mire V. M. todo lo que hay de medio cuerpo arriba. La Política, que tantos piropos echa al Marqués de Manzanedo porque ha tenido aquella atención, debe ahora estar muy satisfecha. ¡Quién lo duda! Desde ahora podemos hacer todos los españoles lo que ha hecho el Marqués de Manzanedo. Porque las cruces esas se quedarán—me parece á mí—como un adorno del traje, y cada uno podrá ponerse las que tenga voluntad. Naturalmente! Se usarán como el polisón que llevan las mujeres (salva sea la parte). El telégrafo nos vá dando un alfilerazo cada dia para hacernos saltar. ¡El Gobierno ha disuelto la comisión de la Asamblea! ¿Será verdad? ¡Figuerola, preso! ¡Caramba! ¿Subimos el oro? ¡Becerra, enchiquerado! La corrida empezará.... ¡Serrano y Sagasta han salido para el extranjero! ¡Cáscaras! ¿Hacemos que suba el oro? Miéntras no vengan más detalles, la cosa está oscura y sólo se comprende que el Poder Ejecutivo ha tomado una actitud enérgica y que se siente con ánimos de meterle el resuello en el cuerpo á todo bicho viviente. Esto de bicho no lo digo por Becerra; pues después de todo, ¿qué culpa tiene él de llamarse así? Otra novedad extraordinaria! Ha sido preso el chambelán de don Cárlos (¡hola! el chambe... . ¿qué?) y se le ha encontrado en el equipaje un obús. Hombre, por Dios! sería el sombrero de copa alta. Yo conozco á uno que viaja con bomba y nadie tiene nada que decir de él. Si seguimos así, pronto oiremos que se ha encontrado un cuadrúpedo en el bolsillo del chaleco del cura Santa Cruz. Porque dicen que este apreciable carlista viaja con toda su familia. No quiero concluir sin hacer una salvedad. La R que aparece al final de todos los artículos editoriales de La Voz de Cuba, no es la R de mi amigo Ramiro. ¡Ni pensarlo! Esa R misteriosa no quiere decir erre, sino erré\ Juan Palomo.
Object Description
Title | Juan Palomo, Año 4, Núm. 18-21, Mayo 1873 |
Translated Title | Juan Palomo, Year 4, Issue No. 18-21, May 1873 |
Variant Title | Juan Palomo, Semanario Satírico |
Contributor | Landaluze, Víctor Patricio de, 1828-1889 |
Note | Juan Palomo was illustrated by Cuban artist Victor P. de Landaluze. |
Subject | Cuban periodicals |
Genre | Periodicals |
Publication Date | 1873-05 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1860-1869; 1870-1879 |
Coverage Spatial | Havana (Cuba) |
Physical Description | 1 periodical; 32 pages |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | AP63 .J83x v.4:1-v.5:15 (Jan 1873-Apr 1874) |
OCLC No. | 437416713 |
Rights | This material is in the public domain in the United States. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Object ID | chc9998000109 |
Type | Text |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000109 |
Digital ID | chc99980001090001001 |
Full Text | REDACCION Y ADMINISTRACION: O'Reilly, 54, entre Habana y Compostela. Político y. Literario. DIBUJANTE CARICATURISTA: Víctor P. de Landaluce (D. Junipero.) PRECIOS DE S USCRICION EN LA HABANA! •A. TI O 1 * * ■ | Un mes....$ i ,, |Un año........$ lo ,, jj Seis meses...$ 5-25 | Núm. sueito..-_ ,, 25 | Habana ^ de Mayo de 1873. PRECIOS DE SUSCRICION EN INTERIOR. Tres meses___$ 3—75 I Un añ®......$ 12-75:1 | Seis meses...S 7 ,, | Núm. sueito-$ ,, 30 j Núm. 18. SUMARIO: TEXTO.—Menestra semanal, por Juan Palomo.—A ese! A ese! por Juan ríe Austria.—Asunto interesante, por Juan Ito.—La Prensa en escabeche, por Juan Vinagre. — Frituras, por Juan d<: Juanes.— Documento (poesía), por L. de Charles.—Dale que dale, por Juan Diente.—Boceto á la pluma de don Juan Tutau, por Juan Dándolo.— Revoltillo teatral, por Juan Particular.—Cuentos de Manigua: El Cha-valillo, por Juan Sin-Tierra.—Sartenazos.—(Jeroglífico.—Boletín bi’ bliográfico. CAR ICATU RAS. — Por Don Junípero. MENESTRA SEMANAL. espiremos ! A pesar del calor que hace, se ha presentado en escena La Voz de Culta, corregida , aumentada y caílistiquizada. Y además, ha visto la luz, y con la luz las caras bonitas de los conservadores intransigentes, el prospecto de La España. No hay para qué decir que está redactado en estilo bíblico, y que para penetrar en el fondo de sus doctrinas hay que proveerse de antorcha y guia, como si se tratase de una excursión á las cuevas de Bellamar. Y áun así corre uno peligro de quedarse á oscuras. Lo que no corre es un pelo de aire. ¡Qué calor! Parecía natural que con esta atmós-iera de fuego saliesen los periódicos á la calle con la cabeza descubierta: y por el contrario, uno de ellos se ha calado la boina. Vá á morir achicharrado!.... de calor. ... y de disgustos! Estos periódicos de la Habana son la cosa más divertida que puede verse. La Voz de Cuba (la de nuevo cuño) recomienda á sus lectores los artículos del Diario de la Marina y de La Constancia. El Diario elogia los artículos de La Constancia y de La Voz. La Constancia dice que están muy bien escritos Di Voz y el Diario. —Compañero, escribe usted muy bien. — Pues nú cpie usted!.... —4*En esta siudat hay tres periódicos buenos: lus dos de vustedes y el altre vustedes dirán cualo es.” ‘—El de usted.... —Pues nó que el de usted!------ —Los tres! los tres! Y yo ¡pobre de mí! atendiendo á esas mutuas recomendaciones, busco L^a Voz y me entusiasmo como uno; corro al Diario y me entusiasmo como dos; acudo á La Constancia y me entusiasmo como tres. Voy saltando de uno en otro como una pelota: parece que estoy jugando á las cuatro esquinas. Y me agito, y sudo, y me mareo. ¡Ay! y me caigo de espaldas. Iba á proponerme á mí mismo para una gran 1 cruz, en pago de esos ejercicios violentos á que me i condenan los periódicos más respetables de la cristiandad, cuando leo la noticia de que el Gobierno ha suprimido las cruces. ¡Qué atrocidad! ¿Comprenden ustedes una na-! cion sin grandes cruces, sin comendadores ordinarios (ahora serán finos), sin caballeros de la orden? ¡Es un atropello! A nuestro buen amigo el Marqués de San Eduardo lo han dejado en pelota, como quien dice. ¡Como que llevaba todo el cuerpo cubierto de cintas!.... i ¿Dé qué se vestirá ahora? Y no es esta la única desgracia que ha traído ! consigo la poco meditada resolución de Emilio * Castelar. No es flojo contratiempo para La Constancia, ¡ que ha perdido el contundente argumento que tenia I siempre á mano para nosotros los Juanes. Porque en esta cocina, que pongo á la disposi-i cion de ustedes, todos estábamos cruzados. Yo me tomé, no hace mucho, medida para una cruz del tamaño que me estuviese bien. | El que ménos le ha hecho la cruz catorce veces á las doctrinas de I,a Constancia. ¡Pobre señora! Ya no podrá echarnos en cara la !cruz. ¿Cara 6 cruz? Pero ¡chiton! que tengo que decir á La Constancia lo siguiente: Aún hay entre nosotros uno con tratamiento. ¡Pero un tratamiento que no quiere dejar! Como que es el tratamiento.... homeopático. Al acabar de leer el decreto que declara abolidas las cruces, tropiezo con un parrafito de La Política, que me conmueve. “El Marqués de Manzanedo, dice, ha visitado á la reina Isabel y ha llevado su atención hasta tener la delicadeza de presentarse con sus grandes cruces y placas, como si hubiera hecho la visita en el palacio de Madrid.” ¡Qué finura! No es posible que el marqués sea comendador ordinario. . . . —¡Qué elegante vienes! le habrá dicho la soberana. — Señora, vengo así----de trapillo! —Y la liga? —No las uso; me ato los calzoncillos con cintas: yo pediré á la reina Victoria la orden de Jarretiera : y tendré ese adorno más que enseñar á V. M. — Pareces un aparador de bisutería. —No se fije V. M. en lo que llevo de medio cuerpo abajo, mire V. M. todo lo que hay de medio cuerpo arriba. La Política, que tantos piropos echa al Marqués de Manzanedo porque ha tenido aquella atención, debe ahora estar muy satisfecha. ¡Quién lo duda! Desde ahora podemos hacer todos los españoles lo que ha hecho el Marqués de Manzanedo. Porque las cruces esas se quedarán—me parece á mí—como un adorno del traje, y cada uno podrá ponerse las que tenga voluntad. Naturalmente! Se usarán como el polisón que llevan las mujeres (salva sea la parte). El telégrafo nos vá dando un alfilerazo cada dia para hacernos saltar. ¡El Gobierno ha disuelto la comisión de la Asamblea! ¿Será verdad? ¡Figuerola, preso! ¡Caramba! ¿Subimos el oro? ¡Becerra, enchiquerado! La corrida empezará.... ¡Serrano y Sagasta han salido para el extranjero! ¡Cáscaras! ¿Hacemos que suba el oro? Miéntras no vengan más detalles, la cosa está oscura y sólo se comprende que el Poder Ejecutivo ha tomado una actitud enérgica y que se siente con ánimos de meterle el resuello en el cuerpo á todo bicho viviente. Esto de bicho no lo digo por Becerra; pues después de todo, ¿qué culpa tiene él de llamarse así? Otra novedad extraordinaria! Ha sido preso el chambelán de don Cárlos (¡hola! el chambe... . ¿qué?) y se le ha encontrado en el equipaje un obús. Hombre, por Dios! sería el sombrero de copa alta. Yo conozco á uno que viaja con bomba y nadie tiene nada que decir de él. Si seguimos así, pronto oiremos que se ha encontrado un cuadrúpedo en el bolsillo del chaleco del cura Santa Cruz. Porque dicen que este apreciable carlista viaja con toda su familia. No quiero concluir sin hacer una salvedad. La R que aparece al final de todos los artículos editoriales de La Voz de Cuba, no es la R de mi amigo Ramiro. ¡Ni pensarlo! Esa R misteriosa no quiere decir erre, sino erré\ Juan Palomo. |
Archive | chc99980001090001001.tif |
Tags
Comments
Post a Comment for Page 1