Revista de la Asociación Femenina de Camagüey, Año 3, Núm. 33, Septiembre de 1923

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ANO III
CAMAGUEY, SEPTIEMBRE DE 1923.
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Isabel Esperanza Betancourt
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Hay que saber vivir y ser felices; olvidar los enojos
que hacen llenar de lágrimas los ojbs. Sentir y comprender la gran belleza de la naturaleza; y, viendo la hermosura que la creación encierra, olvidar las miserias de la tierra.
Ciertas disposiciones del espíritu contribuyen especialmente a nuestra felicidad.
Estas disposiciones deberían cultivarse como se cultivan las flores en un jardín; y las contrarias, las que propenden a causar inquietudes y disgustos, deben desecharse y estirparlas, como se estirpan los cardos y plantas dañinas que perjudican y ahogan a las que florecen y dan frutos.
Alimentar y sostener en la mente ideas de dolor y tristeza es una especie de suicidio moral.
Las ideas, como el agua se corrompen y secan al permanecer estancadas, dejando emanaciones mefíticas que envenenan el ambiente espiritual.
No vivamos en el pasado. Sigamos la corriente purificadora de la vida, sin llevar a cuestas el peso de todos los dolores e infortunios de épocas anteriores, sin estar previendo males futuros.
Si una flor se marchita pensemos que no tardará en abrirse otro capullo.
No volvamos la vista al pasado sino para recordar horas de felicidad, para rememorar los seres que nos amaron y seguir sus buenos ejemplos v saludables consejos, dejando desvanecer en las sombras del olvido todo lo que
nos proporcione pesares o disgustos. Así como debemos dar al cuerpo alimentos sanos que lo fortalezcan, debemos dar también a la mente ideas útiles y agradables que sean benéficas a uno mismo o a los demás.
No envenenemos la fuente de la dicha con recuerdos amargos; que si la salud es necesaria al cuerpo, también necesita el espíritu un poco de alegría y felicidad.
Isabel Esperanza Be;tancourt./
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DE SEPTIE1
Mañanita de Septiembre tan luminosa y tan clara en que la brisa retoza sobre los sauces dormidos entre las ramas colgando yo miro oscilar los nidos y una emoción me conturba tan deliciosa y tan rara!
Mañanita de Septiembre! Cómo mi espíritu inquieto siente la savia del árbol y el germinar del capullo!
Y mientras vibra en los troncos el misterioso murmullo, yo siento arder en mi sangre, un afán, loco y secreto.
Pronto llegará el Otoño con sus mañanas brumosas; las hojas del viejo sauce, se abatirán silenciosas y plañirán su romanza sobre el sendero olvidado.
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¡ Mas yo con mi ensueño a solas, proseguiré mi camino v en las ráfagas del viento y en la música del trino interrogará a la esfinge mi corazón embriagado!
Rosario Sansore;s,
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