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El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a une raza u otra: dígase hombre y ya se dicen todos los dere-chos.~José Marti. FEBRERO DE 1956 AÑO V — NUM. 50 “MAIMONIDES" G y 21, Vedado Habana, Cuba Suscripción anual: $1.20 Precio: $0.10 el número Talleres: Imp. BONDAR Obrapía No. 362 Director: Marco Pitchon © Administrador: Maximiliano Weiss Inscripta como correspondencia de segunda clase en la Administración de Correos de la Habana. CONVICCION En ocasión de las fiestas de Año Nuevo me fui a disfrutar de unos días de descanso a Isla do Pinos (Isla del Tesoro) de encanto diría yo. Pues bien, allí me llevé lectura como es lógico. Empécé con un libro que un amigo me prestó; no digo su nombre porque quizás no le guste que lo revele, pues me lo entregó bajo cierto manto de misterio, recomendándome leerlo en privado y no darlo a leer a otros sino con mucho cuidado; además, en la primera hoja del libro está consignada esta advertencia: “Si tienes fe o una creencia; si esa creencia o fe te sirve para ajustar tu conducta a la práctica de la virtud dentro de una moral que produzca el bienestar de los demás y el tuyo propio; si el credo religioso que profesas te es suficiente para ser buen ciudadano, buen padre, buen amigo, no abras este libro. Pero si buscas explicación a tus ideas; si estás necesitado de investigación adecuada para formar juicio exacto de las cosas en materia de fe, si deseas analizar, en fin, ábreme, léeme y reedítame". El libro se titula: “La Biblia al desnudo" de J. Gálvez Otero (Matanzas 1922). Lo que leí no cambió mis convicciones. Pero, verán: estando en la terraza del Hotel leyéndolo, se acercó un grupo de amigos correligionarios, uno de los cuales me pidió ver el libro; hice ademán de resistir porque conocía sus convicciones religiosas un poco cerradas y no quería contrariarlas; insistió y lo tomó; se puso a leer un poco y de repente lo soltó con una expresión de repulsión. Pasó un rato y el incidente se reprodujo con otra persona. Esta vez eran dos temporadistas jóvenes. Uno de ellos, tuvo la misma curiosidad de ver lo que yo estaba leyendo. Al hojear el libro, también lo soltó con marcada indignación. El otro joven que igualmente quiso ver de lo que se trataba, por el contrario, lo leyó un buen trecho sin mostrar contrariedad. Dije al primer joven que, de saber que él era de profundas convicciones religiosas, no le hubiese entregado el libro. Pero bueno, me tenía ya intrigado del efecto que estaba produciendo el dichoso libro, sin instigación ninguna de parte mía; tanto un hebreo, de edad, como un gentil joven, lo rechazaron sin adentrarse en lo más mínimo en la lectura, con un sentimiento que hasta parecía miedo. Quise saber si, por ejemplo, el joven que se indignó, procede igual con cualquier tema que choca sus convicciones; de allí surgió como un debate. El citó, en apoyo de su actitud, el ejemplo del Lugarteniente General Antonio Maceo, cuando en el Zanjón (10 de Febrero de 1878), rehusó de plano tomar siquiera conocimiento de lasi condiciones de paz que le sometió el General español Arsenio Martínez Campos. Por mi parte, aprovechando la coyuntura, quise hacer valer que en la vida me gusta escuchar cualquier argumentación, por muy contraria que sea a mis ideas o convicciones. En las juntas y reuniones, defiendo el derecho de cualquiera a expresarse como lo estime conveniente, aun cuando con ello yo lleve la de perder en el debate. ¡ Cuántas veces no hemos presenciado en Asambleas, producirse cerrazón contra uno que quiere exponer su criterio, con el derecho que asiste a todos, porque la mayoría, que no siempre está en lo cierto, teme a argumentos que pueden llevar razón! Ella se hace a veces hasta tiránica; es el temor a perder la propia convicción o la ventaja adquirida sin importar la verdad del asunto. Yo escucho o leo, lo que se me quiere exponer y al final digo: “No me convence", si es que efectivamente no he cambiado de parecer. Si los argumentos contrarios, logran cambiar mi opinión, esto significa, me digo, que yo estaba equivocado y es el contrario quien tiene la verdad; y yo estoy o procuro estar siempre con lo que creo ser la verdad. Si así se procediera por todos en la vida social y cotidiana, escuchar lo que “el otro dice", no puede pasar nada si la convicción de uno es firme; habría menos fanatismo que tanto daño hace siempre a la humanidad. i Qué hermosas poesías tiene la Biblia!... En nombre de la fe se ha mentido mucho. . . En unos libros, leer es distraerse; en otros, leer es saber. José Martí. En las “Yeshivoth" (seminarios de estudios hebraicos), nos informa el Rabino Nissim Garn-bach, en todo debate, es obligación de cada uno de los presentes, alumnos y profesores, dar su
Object Description
Title | Fragmentos: revista mensual, Año 5, Núm. 50, Febrero de 1956 |
Variant Title | Fragmentos |
Note | Caption title |
Subject |
Jews -- Cuba -- Periodicals Cuba -- 20th century -- Periodicals Cuba -- Social life and customs -- Periodicals |
Genre | Periodicals |
Publisher | Maimonides |
Publication Date | 1956-02 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1950-1959 |
Coverage Spatial | Cuba |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | F1789.J4 F73 v.5:49-60 (Jan-Dec 1956) + suppl. |
OCLC No. | 782121669 |
Rights | This material is protected by copyright. Copyright is held by the creator. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/InC/1.0/ |
Object ID | chc9998000228 |
Type | Text |
Description
Title | Page 1 |
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Digital ID | chc99980002280001001 |
Full Text | El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a une raza u otra: dígase hombre y ya se dicen todos los dere-chos.~José Marti. FEBRERO DE 1956 AÑO V — NUM. 50 “MAIMONIDES" G y 21, Vedado Habana, Cuba Suscripción anual: $1.20 Precio: $0.10 el número Talleres: Imp. BONDAR Obrapía No. 362 Director: Marco Pitchon © Administrador: Maximiliano Weiss Inscripta como correspondencia de segunda clase en la Administración de Correos de la Habana. CONVICCION En ocasión de las fiestas de Año Nuevo me fui a disfrutar de unos días de descanso a Isla do Pinos (Isla del Tesoro) de encanto diría yo. Pues bien, allí me llevé lectura como es lógico. Empécé con un libro que un amigo me prestó; no digo su nombre porque quizás no le guste que lo revele, pues me lo entregó bajo cierto manto de misterio, recomendándome leerlo en privado y no darlo a leer a otros sino con mucho cuidado; además, en la primera hoja del libro está consignada esta advertencia: “Si tienes fe o una creencia; si esa creencia o fe te sirve para ajustar tu conducta a la práctica de la virtud dentro de una moral que produzca el bienestar de los demás y el tuyo propio; si el credo religioso que profesas te es suficiente para ser buen ciudadano, buen padre, buen amigo, no abras este libro. Pero si buscas explicación a tus ideas; si estás necesitado de investigación adecuada para formar juicio exacto de las cosas en materia de fe, si deseas analizar, en fin, ábreme, léeme y reedítame". El libro se titula: “La Biblia al desnudo" de J. Gálvez Otero (Matanzas 1922). Lo que leí no cambió mis convicciones. Pero, verán: estando en la terraza del Hotel leyéndolo, se acercó un grupo de amigos correligionarios, uno de los cuales me pidió ver el libro; hice ademán de resistir porque conocía sus convicciones religiosas un poco cerradas y no quería contrariarlas; insistió y lo tomó; se puso a leer un poco y de repente lo soltó con una expresión de repulsión. Pasó un rato y el incidente se reprodujo con otra persona. Esta vez eran dos temporadistas jóvenes. Uno de ellos, tuvo la misma curiosidad de ver lo que yo estaba leyendo. Al hojear el libro, también lo soltó con marcada indignación. El otro joven que igualmente quiso ver de lo que se trataba, por el contrario, lo leyó un buen trecho sin mostrar contrariedad. Dije al primer joven que, de saber que él era de profundas convicciones religiosas, no le hubiese entregado el libro. Pero bueno, me tenía ya intrigado del efecto que estaba produciendo el dichoso libro, sin instigación ninguna de parte mía; tanto un hebreo, de edad, como un gentil joven, lo rechazaron sin adentrarse en lo más mínimo en la lectura, con un sentimiento que hasta parecía miedo. Quise saber si, por ejemplo, el joven que se indignó, procede igual con cualquier tema que choca sus convicciones; de allí surgió como un debate. El citó, en apoyo de su actitud, el ejemplo del Lugarteniente General Antonio Maceo, cuando en el Zanjón (10 de Febrero de 1878), rehusó de plano tomar siquiera conocimiento de lasi condiciones de paz que le sometió el General español Arsenio Martínez Campos. Por mi parte, aprovechando la coyuntura, quise hacer valer que en la vida me gusta escuchar cualquier argumentación, por muy contraria que sea a mis ideas o convicciones. En las juntas y reuniones, defiendo el derecho de cualquiera a expresarse como lo estime conveniente, aun cuando con ello yo lleve la de perder en el debate. ¡ Cuántas veces no hemos presenciado en Asambleas, producirse cerrazón contra uno que quiere exponer su criterio, con el derecho que asiste a todos, porque la mayoría, que no siempre está en lo cierto, teme a argumentos que pueden llevar razón! Ella se hace a veces hasta tiránica; es el temor a perder la propia convicción o la ventaja adquirida sin importar la verdad del asunto. Yo escucho o leo, lo que se me quiere exponer y al final digo: “No me convence", si es que efectivamente no he cambiado de parecer. Si los argumentos contrarios, logran cambiar mi opinión, esto significa, me digo, que yo estaba equivocado y es el contrario quien tiene la verdad; y yo estoy o procuro estar siempre con lo que creo ser la verdad. Si así se procediera por todos en la vida social y cotidiana, escuchar lo que “el otro dice", no puede pasar nada si la convicción de uno es firme; habría menos fanatismo que tanto daño hace siempre a la humanidad. i Qué hermosas poesías tiene la Biblia!... En nombre de la fe se ha mentido mucho. . . En unos libros, leer es distraerse; en otros, leer es saber. José Martí. En las “Yeshivoth" (seminarios de estudios hebraicos), nos informa el Rabino Nissim Garn-bach, en todo debate, es obligación de cada uno de los presentes, alumnos y profesores, dar su |
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