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El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra: dígase hombre y ya se dicen todos los derechos.—José Martí, OCTUBRE DE 1958 AÑO VII — NUM. 82 “MAIMONIDES" G y 21, Vedado Habana, Cuba BENE BERITH FRUMENTOS Talleres: Imp. BONDAR Obrapía Núzxu 362 Director: Marco Pitchon • Suscripción anual: $1.20 Precio’ $0.10 el número REVISTA MENSUAL—Tirada: 3,000 ejemplares Administrador: Maximiliano Weiss Inscripto corno correspondencia de segunda clase en la Administración de Correos de la Habana. Mi corazón. . . Hoy deseo hablarles de mi corazón, pues ha tenido un íallo y aunque esto solamente a mí me concierne pienso que exteriorizando lo que me pasa, quizás sirva de algo mi experiencia a otros; hay siempre personas propensas a esa delicada dolencia entre los de mi edad (63 años), aunque no se ven exentos de ella los de menos edad. Eran los primeros días de junio ppdo. cuando, andando por la calle sentí los primeros síntomas, aunque ligeros, del ataque. Fui a chequearme a la INED; allí: cardiólogo, electrocardiograma (valioso auxiliar mecánico de la ciencia médica) y el diagnóstico íue: angina de pecho, que me informó directamente el mismo médico; de su explicación entendí: arteriesclerosis, es decir endurecimiento de las arterias y más específicamente, las coronarias, (las que surten de sangre al corazón, imagínense) y por la edad, el colesterol, aumento de peso sobre lo normal, tensión nerviosa, preocupación y otras causas, se endurecen, se estrechan y llegan a obstruirse por un trombo (coágulo). Si no se confía el caso a un buen especialista (y yo tuve la suerte de caer en manos de uno excelente, el Dr. Ignacio Macías), el trombo, que en mi caso se produjo en una de las ramas periféricas de las coronarias, se agranda y puede provocar un accidente fatal: el infarto cardíaco. Tensión nerviosa, noches de insomnio, inquietud nerviosa y sus secuelas. Son muchos los factores que la provocan; uno de ellos es el cumplimiento estricto del deber que uno se impone y se desea que todo salga bien, perfecto. Pero, volvamos a la angina; el médico inmediatamente me puso el plan de tratamiento: reposo por largo rato, bajar de peso, dieta estricta exenta de grasas. No subir escaleras. Lo cumplí exactamente (estuve recluido en casa unos dos meses y perdí por medio de la dieta 25 libras de peso). Medicinas: para licuar la sangre (hasta cierto punto, porque sinó: “te vas en sangre") y ensanchar las venas con su reactivo para que no se vuelvan frágiles, con el fin de evitar empeorar o se formen nuevos trombos de fatales consecuencias. Más que la enfermedad, me pesaba mucho la prohibición de toda actividad física y men tal. —“Mire doctor, trataba de convencerlo como si fuera un cliente, cuando se le quita la droga a un vicioso hay que darle algo de ella por algún tiempo hasta curarlo"; llegué a decirle “no me importa morir". —“Sí, aducía él, pero es que no siempre se muere uno, puede quedar inválido". —“Eso sí que no", murmuré y me decidí a seguir el plan “a la letra" porque no quiero causar “angariá“ (expresión sefaradí) a mi familia. Ahora ya estoy mejor; eso será así “mejor" nada más, de ahora en adelante, porque cuando se daña ese órgano vital, no se repone más nunca totalmente, ya que va uno de viejo a más viejo. Para seguir conservándose “mejor", los años que llegue uno a vivir todavía, es absolutamente imprescindible seguir casi el mismo plan de vida trazado por el médico y que voy a resumir en este final de mi exte-riorización para que sirva quizás de toque de llamada a los que se sobrepasan o se sobreexcitan, pues no son pocos los que se ven afectados aún antes de llegar a la senectud. Es una verdadera espada de Dámocles que pende de la cabeza de cualquiera ya que un infarto puede producirse sin previo aviso, aún en las personas habitualmente sanas. Enfermedad insidiosa, leí no se dónde. Ya hablé bastante. He aquí ahora algunas recomendaciones que yo asimilé de un librito, muy bueno por cierto para meterse uno en disciplina, y que se titula “Helping your heart" (ayudando a tu corazón) del Dr. Emanuel Goldberger, de New York, que me recomendó un amigo que pasó por esa clase de ataque; es curioso el número de “afectados" que uno se encuentra y la especie de fraternidad que se establece entre ellos. Compré el librito en una librería del Parque Central, lado de Neptuno. Primero y antes que nada consultar al doctor y luego seguir estrictamente sus consejos. Está la cuestión de la dieta para alcanzar y mantenerse en el peso ligero que corresponda a la complexión del individuo, como medio de reblandecer las arterias, bajar el colesterol, etc. Para sus trajines habituales, sí puede siéntese y si lo hace acostado aún mejor. Ahorre energías, ahórrelas para su corazón. No trate de llevar a cabo varias cosas a la vez y menos mentalmente; escoja las más importantes y hágalas una a una. No se apresure, es por lo que empieza recomendando el librito, “take it easy" (tome las cosas con calma). Prohibidas terminantemente las escaleras, porque fuerzan el trabajo del corazón, cuando hay que ahorrárselo. Tuve que mudarme de un segundo piso a uno primero poco alto, porqi»
Object Description
Title | Fragmentos: revista mensual, Año 7, Núm. 82, Octubre de 1958 |
Variant Title | Fragmentos |
Note | Caption title |
Subject |
Jews -- Cuba -- Periodicals Cuba -- 20th century -- Periodicals Cuba -- Social life and customs -- Periodicals |
Genre | Periodicals |
Publisher | Maimonides |
Publication Date | 1958-10 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1950-1959 |
Coverage Spatial | Cuba |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | F1789.J4 F73 v.7:73-84 (Jan-Dec 1958) + suppl. |
OCLC No. | 782121669 |
Rights | This material is protected by copyright. Copyright is held by the creator. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/InC/1.0/ |
Object ID | chc9998000260 |
Type | Text |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000260 |
Digital ID | chc99980002600001001 |
Full Text | El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra: dígase hombre y ya se dicen todos los derechos.—José Martí, OCTUBRE DE 1958 AÑO VII — NUM. 82 “MAIMONIDES" G y 21, Vedado Habana, Cuba BENE BERITH FRUMENTOS Talleres: Imp. BONDAR Obrapía Núzxu 362 Director: Marco Pitchon • Suscripción anual: $1.20 Precio’ $0.10 el número REVISTA MENSUAL—Tirada: 3,000 ejemplares Administrador: Maximiliano Weiss Inscripto corno correspondencia de segunda clase en la Administración de Correos de la Habana. Mi corazón. . . Hoy deseo hablarles de mi corazón, pues ha tenido un íallo y aunque esto solamente a mí me concierne pienso que exteriorizando lo que me pasa, quizás sirva de algo mi experiencia a otros; hay siempre personas propensas a esa delicada dolencia entre los de mi edad (63 años), aunque no se ven exentos de ella los de menos edad. Eran los primeros días de junio ppdo. cuando, andando por la calle sentí los primeros síntomas, aunque ligeros, del ataque. Fui a chequearme a la INED; allí: cardiólogo, electrocardiograma (valioso auxiliar mecánico de la ciencia médica) y el diagnóstico íue: angina de pecho, que me informó directamente el mismo médico; de su explicación entendí: arteriesclerosis, es decir endurecimiento de las arterias y más específicamente, las coronarias, (las que surten de sangre al corazón, imagínense) y por la edad, el colesterol, aumento de peso sobre lo normal, tensión nerviosa, preocupación y otras causas, se endurecen, se estrechan y llegan a obstruirse por un trombo (coágulo). Si no se confía el caso a un buen especialista (y yo tuve la suerte de caer en manos de uno excelente, el Dr. Ignacio Macías), el trombo, que en mi caso se produjo en una de las ramas periféricas de las coronarias, se agranda y puede provocar un accidente fatal: el infarto cardíaco. Tensión nerviosa, noches de insomnio, inquietud nerviosa y sus secuelas. Son muchos los factores que la provocan; uno de ellos es el cumplimiento estricto del deber que uno se impone y se desea que todo salga bien, perfecto. Pero, volvamos a la angina; el médico inmediatamente me puso el plan de tratamiento: reposo por largo rato, bajar de peso, dieta estricta exenta de grasas. No subir escaleras. Lo cumplí exactamente (estuve recluido en casa unos dos meses y perdí por medio de la dieta 25 libras de peso). Medicinas: para licuar la sangre (hasta cierto punto, porque sinó: “te vas en sangre") y ensanchar las venas con su reactivo para que no se vuelvan frágiles, con el fin de evitar empeorar o se formen nuevos trombos de fatales consecuencias. Más que la enfermedad, me pesaba mucho la prohibición de toda actividad física y men tal. —“Mire doctor, trataba de convencerlo como si fuera un cliente, cuando se le quita la droga a un vicioso hay que darle algo de ella por algún tiempo hasta curarlo"; llegué a decirle “no me importa morir". —“Sí, aducía él, pero es que no siempre se muere uno, puede quedar inválido". —“Eso sí que no", murmuré y me decidí a seguir el plan “a la letra" porque no quiero causar “angariá“ (expresión sefaradí) a mi familia. Ahora ya estoy mejor; eso será así “mejor" nada más, de ahora en adelante, porque cuando se daña ese órgano vital, no se repone más nunca totalmente, ya que va uno de viejo a más viejo. Para seguir conservándose “mejor", los años que llegue uno a vivir todavía, es absolutamente imprescindible seguir casi el mismo plan de vida trazado por el médico y que voy a resumir en este final de mi exte-riorización para que sirva quizás de toque de llamada a los que se sobrepasan o se sobreexcitan, pues no son pocos los que se ven afectados aún antes de llegar a la senectud. Es una verdadera espada de Dámocles que pende de la cabeza de cualquiera ya que un infarto puede producirse sin previo aviso, aún en las personas habitualmente sanas. Enfermedad insidiosa, leí no se dónde. Ya hablé bastante. He aquí ahora algunas recomendaciones que yo asimilé de un librito, muy bueno por cierto para meterse uno en disciplina, y que se titula “Helping your heart" (ayudando a tu corazón) del Dr. Emanuel Goldberger, de New York, que me recomendó un amigo que pasó por esa clase de ataque; es curioso el número de “afectados" que uno se encuentra y la especie de fraternidad que se establece entre ellos. Compré el librito en una librería del Parque Central, lado de Neptuno. Primero y antes que nada consultar al doctor y luego seguir estrictamente sus consejos. Está la cuestión de la dieta para alcanzar y mantenerse en el peso ligero que corresponda a la complexión del individuo, como medio de reblandecer las arterias, bajar el colesterol, etc. Para sus trajines habituales, sí puede siéntese y si lo hace acostado aún mejor. Ahorre energías, ahórrelas para su corazón. No trate de llevar a cabo varias cosas a la vez y menos mentalmente; escoja las más importantes y hágalas una a una. No se apresure, es por lo que empieza recomendando el librito, “take it easy" (tome las cosas con calma). Prohibidas terminantemente las escaleras, porque fuerzan el trabajo del corazón, cuando hay que ahorrárselo. Tuve que mudarme de un segundo piso a uno primero poco alto, porqi» |
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