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El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra; dígase hombre y ya se dicen todos los derechos. — José Martí» AÑO XI NUM. 124 Abril de 1962 • “MAIMONIDES” G y 21, Vedado Habana, Cuba • Precio: $0.10 el número Suscripción anual: $1.20 REVISTA MENSUAL Tirada: 3,000 ejemplares Talleres: Editorial “Caballero” Calle 10 No. 358, Lawtoa Telf. 9-8138 • Director: Marco Pitchon • Administrador: Rafael Gelman Inscripto como correspondencia de segunda das? en la Administración de Correos de La Habana i ¿Qué somos?! De Sobremesa: He leído un artículo en el boletín “Les Cahiers de L’Alliance Israelite Universelle” (Oct. Dic. 1961), que es interesante. Su título es “Kohelet o el Eclesiastes”, de O. Camhy. Comenta el libro de un personaje bíblico, Kohelet. Se trata de la eterna incógnita: ¿Qué somos? ¿de dónde venimos? ¿a donde vamos?, preguntas que ya en los tiempos bíblicos y a lo largo de los siglos se han hecho los hombres, sin poder resolver. Los sabios, los filósofos, nadie hasta ahora ha podido dar en realidad una respuesta clara, precisa, convincente. Lo que sí vemos es que esto ha sido y al parecer será siempre así; se producirá eterna y fatalmente de la misma manera, y sin saber por qué. Kohelet, un hombre práctico, no poético como lo fué Job, dice el artículo, consignó insistiendo, este versículo: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Formuló que los fenómenos de la naturaleza son permanentes (y el hombre dentro de esta naturaleza) ; que nada puede ser cambiada, que “lo que fue, será y que lo que nació tuerto no puedQ ser enderezado”.... Habla de la eternidad de las cosas, como el sol, el viento, los ríos. etc. No establece relación entre Elohim (el Ser Supremo) y Jr^s fenómenos de la naturaleza, los que, declara, son inmutables y eternos. Elohim, insiste, no interviene para mejorar la suerte del hombre. Al contrario, El puso en el hombre el deseo de saber y la impotencia de satisfacer este deseo. Y el hombre sufre de ello, especialmente el intelectual, en el cual son fuertes y atenazantes la sed de saber y la conciencia que este saber le está limita-tado... En realidad Kohelet no establece ninguna diferencia entre la naturaleza y el hombre; ambos están suietos a las leyes misteriosas e inmutables de la naturaleza, pero es e1 hombre que le interesa, es el hombre ser viviente, con su espíritu, su carácter y sus humores cambiantes, que es el objeto de todo su libro; y si la naturaleza ocupa una pequeña parte de la obra es para servir de base y de apoyo a esta idea central del autor: que no hay nada nuevo bajo el sol, que lo qu^ está torcido permanecerá eternamente torcido y que lo que falta, no anarecerá nunca; el hombre nace a pesar de él, vive a pesar de él, y muere a pesor de él.. . Estudiando la vida del hombre Kohelet constata que está vacía de sentido. El mismo fin fatal afecta a todos los hombres buenos o malos, sabios o ignorantes, justos o injustos; la sapiencia no tiene más que un valor relativo ya que es incapaz de resolver los problemas metafísicos. En este dominio misterioso el conocimiento y la ignorancia son en igual medida impotentes. ¡El más allá! ¿quién puede certificar que el alma humana sube al cielo? ¡En este grande vacío que permanece abierto en la vida, el hombre podía haberse consolado si la justicia hubiese reinado en este mundo, si el justo fuera recompensado en vez de ser castigado o si el malo fuera castigado en vez de ser recompensado. ¿Qué es lo que queda pues al hombre? La sola cosa que le queda es la de gozar de su trabajo. Nada de quimera, ningún sueño, ninguna ilusión... Respirar, comer, beber, procrear, dormir, trabajar, reposarse, pensar, son las funciones que el hombre tiene que llenar de acuerdo con las leyes eternas... Kohelet exclama: ¿Qué ventaja tiene el hombre de toda la pena que sufre bajo el sol? En esta tierra se plantea todo el misterio de la vida con una rudeza inaudita. Nacemos, vivimos y morimos. ¿Por qué? Y la vida no es resplandeciente para que merezca la pena de ser vivida. Es una aventura llena de emboscadas. Toda la existencia está envuelta por peligros y sufrimientos. ¿Cuál es el objeto de la vida? ¿A qué finalidad suprema, a qué objeto de desesperación misteriosa impenetrable responde el paso efímero de millones de seres en esta tierra? Llegamos, no se sabe de dónde, y partimos no sabemos a dónde. ¿Para qué? ¿Qué es este Misterio? El espíritu humano se inclina esencialmente a razonar, a buscar una explicación, un motivo a cada acto humano y este espíritu inquisitivo busca en vano la razón, el sentido de la vida. Kohelet, como lo señala, busca conocer el ¿por qué? de la vida, pero no ha encontrado nada. Por consiguiente: todo es vanidad. Pero ¿no s^'á que el futuro habrá de traer un día un cambio fundamental? La respuesta es negativa; porque los fenómenos de la naturaleza y de la existencia humana se perpetúan desde la eternidad: “Generación va, generación viene —y la tierra está siempre de pie (la misma)—. El sol se levanta, el sol se pone —vuelve a su punto de partida para volver a salir de nuevo
Object Description
Title | Fragmentos: revista mensual, Año 11, Núm. 124, Abril de 1962 |
Variant Title | Fragmentos |
Note | Caption title |
Subject |
Jews -- Cuba -- Periodicals Cuba -- 20th century -- Periodicals Cuba -- Social life and customs -- Periodicals |
Genre | Periodicals |
Publisher | Maimonides |
Publication Date | 1962-04 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1960-1969 |
Coverage Spatial | Cuba |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | F1789.J4 F73 v.11:121-v.13:151/153 (Jan 1962-Jul/Sep 1964) |
OCLC No. | 782121669 |
Rights | This material is protected by copyright. Copyright is held by the creator. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/InC/1.0/ |
Object ID | chc9998000302 |
Type | Text |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000302 |
Digital ID | chc99980003020001001 |
Full Text | El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra; dígase hombre y ya se dicen todos los derechos. — José Martí» AÑO XI NUM. 124 Abril de 1962 • “MAIMONIDES” G y 21, Vedado Habana, Cuba • Precio: $0.10 el número Suscripción anual: $1.20 REVISTA MENSUAL Tirada: 3,000 ejemplares Talleres: Editorial “Caballero” Calle 10 No. 358, Lawtoa Telf. 9-8138 • Director: Marco Pitchon • Administrador: Rafael Gelman Inscripto como correspondencia de segunda das? en la Administración de Correos de La Habana i ¿Qué somos?! De Sobremesa: He leído un artículo en el boletín “Les Cahiers de L’Alliance Israelite Universelle” (Oct. Dic. 1961), que es interesante. Su título es “Kohelet o el Eclesiastes”, de O. Camhy. Comenta el libro de un personaje bíblico, Kohelet. Se trata de la eterna incógnita: ¿Qué somos? ¿de dónde venimos? ¿a donde vamos?, preguntas que ya en los tiempos bíblicos y a lo largo de los siglos se han hecho los hombres, sin poder resolver. Los sabios, los filósofos, nadie hasta ahora ha podido dar en realidad una respuesta clara, precisa, convincente. Lo que sí vemos es que esto ha sido y al parecer será siempre así; se producirá eterna y fatalmente de la misma manera, y sin saber por qué. Kohelet, un hombre práctico, no poético como lo fué Job, dice el artículo, consignó insistiendo, este versículo: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Formuló que los fenómenos de la naturaleza son permanentes (y el hombre dentro de esta naturaleza) ; que nada puede ser cambiada, que “lo que fue, será y que lo que nació tuerto no puedQ ser enderezado”.... Habla de la eternidad de las cosas, como el sol, el viento, los ríos. etc. No establece relación entre Elohim (el Ser Supremo) y Jr^s fenómenos de la naturaleza, los que, declara, son inmutables y eternos. Elohim, insiste, no interviene para mejorar la suerte del hombre. Al contrario, El puso en el hombre el deseo de saber y la impotencia de satisfacer este deseo. Y el hombre sufre de ello, especialmente el intelectual, en el cual son fuertes y atenazantes la sed de saber y la conciencia que este saber le está limita-tado... En realidad Kohelet no establece ninguna diferencia entre la naturaleza y el hombre; ambos están suietos a las leyes misteriosas e inmutables de la naturaleza, pero es e1 hombre que le interesa, es el hombre ser viviente, con su espíritu, su carácter y sus humores cambiantes, que es el objeto de todo su libro; y si la naturaleza ocupa una pequeña parte de la obra es para servir de base y de apoyo a esta idea central del autor: que no hay nada nuevo bajo el sol, que lo qu^ está torcido permanecerá eternamente torcido y que lo que falta, no anarecerá nunca; el hombre nace a pesar de él, vive a pesar de él, y muere a pesor de él.. . Estudiando la vida del hombre Kohelet constata que está vacía de sentido. El mismo fin fatal afecta a todos los hombres buenos o malos, sabios o ignorantes, justos o injustos; la sapiencia no tiene más que un valor relativo ya que es incapaz de resolver los problemas metafísicos. En este dominio misterioso el conocimiento y la ignorancia son en igual medida impotentes. ¡El más allá! ¿quién puede certificar que el alma humana sube al cielo? ¡En este grande vacío que permanece abierto en la vida, el hombre podía haberse consolado si la justicia hubiese reinado en este mundo, si el justo fuera recompensado en vez de ser castigado o si el malo fuera castigado en vez de ser recompensado. ¿Qué es lo que queda pues al hombre? La sola cosa que le queda es la de gozar de su trabajo. Nada de quimera, ningún sueño, ninguna ilusión... Respirar, comer, beber, procrear, dormir, trabajar, reposarse, pensar, son las funciones que el hombre tiene que llenar de acuerdo con las leyes eternas... Kohelet exclama: ¿Qué ventaja tiene el hombre de toda la pena que sufre bajo el sol? En esta tierra se plantea todo el misterio de la vida con una rudeza inaudita. Nacemos, vivimos y morimos. ¿Por qué? Y la vida no es resplandeciente para que merezca la pena de ser vivida. Es una aventura llena de emboscadas. Toda la existencia está envuelta por peligros y sufrimientos. ¿Cuál es el objeto de la vida? ¿A qué finalidad suprema, a qué objeto de desesperación misteriosa impenetrable responde el paso efímero de millones de seres en esta tierra? Llegamos, no se sabe de dónde, y partimos no sabemos a dónde. ¿Para qué? ¿Qué es este Misterio? El espíritu humano se inclina esencialmente a razonar, a buscar una explicación, un motivo a cada acto humano y este espíritu inquisitivo busca en vano la razón, el sentido de la vida. Kohelet, como lo señala, busca conocer el ¿por qué? de la vida, pero no ha encontrado nada. Por consiguiente: todo es vanidad. Pero ¿no s^'á que el futuro habrá de traer un día un cambio fundamental? La respuesta es negativa; porque los fenómenos de la naturaleza y de la existencia humana se perpetúan desde la eternidad: “Generación va, generación viene —y la tierra está siempre de pie (la misma)—. El sol se levanta, el sol se pone —vuelve a su punto de partida para volver a salir de nuevo |
Archive | chc99980003020001001.tif |
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