Cuba en Europa, Año 1, Num. 5-6, Mayo de 1910

              Barcelona, ÍO Mayo de Í9i0
general Gómez
onra hoy una de sus páginas Cuba en Europa con el retrato del general Miguel Gómez, presidente de la República Cubana.
Hállase nuestro país en un período de transición. En los albores de la independencia vióse inesperadamente subvertido por un movimiento insurreccional que motivara la intervención de los norteamericanos y la caída de la primera República.
Restaurada ésta, tuvo su personificación en el general Gómez, hombre de la predilección de los promovedores de la rebeldía. Los ánimos no se han apaciguado aún completamente; entre los que constituían la situación derribada en Agosto de 1906 y los partidarios del general Gómez, persiste la rivalidad. Y entre los mismos elementos que poco tiempo ha se unieran en torno del hoy presidente de la República, adviértense ya discrepancias, que parecen precursoras de no lejana ruptura.
Los partidos políticos no se hallan todavía en Cuba debidamente caracterizados. Son agrupaciones de existencia meramente circunstancial, sin programas bien determinados y concretos que establezcan entre unos y otros partidarios la necesaria diferenciación. Era dificilísimo, por no decir imposible, que desde los comienzos de la vida independiente de Cuba se encauzara su política por derroteros á que siempre se llega penosamente y con suma lentitud.
Todo, no obstante, induce á suponer que en la política cubana se producirá rápidamente una saludable renovación. Desde que terminó la segunda intervención norteamericana y otra vez fueron los cubanos dueños de los destinos de su país, han dado repetidos y hermosos ejemplos de elevada cultura política. Después de la gran batalla electoral en que resultó triunfante la candidatura del general Gómez, apaciguáronse súbitamente los ánimos enardecidos en el fragor de la lucha; los pasionamientos políticos, llegados durante la electoral contienda al más alto grado de exacerbación, diéronse por completo al olvido.
Las luchas políticas se han librado bajo la segunda República, por unos y otros contendientes, con una corrección realmente admirable. Los actuales gobernantes cubanos han sido por parte de sus adversarios políticos objeto de una oposición razonada, comedida, que jamás ha traspasado los límites de la más exquisita corrección
A su vez los gobernantes de Cuba han dado muestras ineq^éíiíftcas de prudencia y patriotismo Así un escritor cubano, Armando de Cárdenas, ha podido decir de ellos, con sobrada razón, en la Prensa española, rechazando falsas versiones acerca de la situación política de Cuba, lo siguiente: «Hombres nóteles en la árdua empresa de regir los destinos de un pueblo, no puede exigírseles que desde los primeros instantes realicen de modo perfecto esa delicada misión. Los defectos que se imputan á los gobernantes cubanos son los mismos de que, en más ó menos grado, adolecen los gobernantes de todas las naciones de hispana estirpe. Tras muchos siglos de independencia no puede España ciertamente mostrarse satisfecha del proceder de los políticos que son árbitros de su suerte. Y la mayor parte de los países hispano-americanos, constituidos en nacionalidad desde hace una centuria, están, así política como económicamente, en situación mucho menos envidiable que Cuba.»