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REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN, O'Reilly, 54, entre Habana y Compostela. Semanario Satírico. DIBUJANTE CARICATURISTA, Víctor P. ele Landaluze (D. Junípero.) AÑO l.< PEECIOS DS SUS0SI0I0N EN LA HABANA. W MES, $1.—SEIS MESES, $5.25—UN AÑO, $10. Número suelto: 23 Cents. HABANA 2 DE OCTUBRE DE 1810, FSECIOS DE SUSCRICION EN EL INTEEICE. JTRES MESES, S3.75-SE1S MESES, $7-ÜN AÑO. $12.75 Número suelto: 30 Cents. NÜH. 48. TEXTO. Menestra semanal, por Juan Palomo.—Una página para la historia de Cubita libra con notas, por la Redacción.—¡Otro botón se han tragado! por Juan de las Viñas. Piropos aun., mambí, por Juan D ándalo.—Semblanza de Mr. Thiers. por G. B. En los natales de Emilia Caraboba de Vieja-Verde, por Juan de la Encina. Epístolas á «Juan Palomo:» de Nueva-York, por John Bull; de Barcelona, por Serafín Pitarra. Cuentos de manigua: La partida de la muerte, por Juan sin-Tikrra. Fábulas, por Juan sin-Miedo.—Sartenazos. Averten- cia. Anuncios. CARICATURAS, por Don Junípero. MENESTRA SEMANAL. Sí, eh? Parece que los aires de las cercanías de Paris son más funestos para el viejo pastor del derecho divino que los que soplan por los alrededores de Metz. Meditemos: en Metz ludia un ejército que no se sabe á ciencia cierta si continúa siendo imperialista ó nó; en Paris es el sentimiento nacional el que defiende las murallas. Un emperador enclenque, remendado, partido por el espinazo, y ya más que á medio uso, puede ser vencido con facilidad; pero tratándose de una nación entera que rechaza al extranjero, trabajo le mando al que pretenda dominarla. Guillermo, el de los bigotes blancos, por derecho divino, (en su persona todo debe ser así) tenía quizá un tantico de razón al querer apagar los fuegos, y cortar el revesino á su compinche, que se había propuesto meter baza en todo; pero muerto el perro se acabó la rabia, y ahora la justicia, la razón y el derecho se han pasado con armas y bagajes al campo francés, donde se defiende la integridad del territorio y el honor de la nación. Me parece que la cosa está más ciara, que un regimiento después de haber recibido una descarga de las ametralladoras. Francia, ocupada por los prusianos, me hace el efecto de un erizo. La punta con que terminan los cascos de los soldados alemanes parecen las púas que cubren el cuerpo de aquel animal. Y qué púas se les han metido dentro de casa! Cubierto de púas está todo el territorio. Ahora bien; cuando un hombre tiene tan malas pulgas, que no admite bromas de nadie, y no se dá á partido así como quiera, se dice que es un erizo. Prusia ha convertido á Francia en erizo; el animal hará ahora su oficio y sacudirá las púas. Aquellos polvos traen estos lodos. reeho divino con botas de montar, bigote blanco y patillas idem y con una especie de embudo en la cabeza. —No admitimos tus leyes, dicen los hijos de Francia, porque serán las del embudo. Y tienen razón: el derecho divino acabado en púntamete miedo, porque está fuera del orden natural: el derecho divino que se estila en estos tiempos es romo. Tengo yo una vecina, buena mujer, que ha comido ya ochenta veces el pavo de navidad, y que siempre que oye decir que el rey Guillermo tiene el derecho divino, se le figura que el monarca prusiano es manco. —Pero de qué proviene esa manía? le pregunté en una ocasión. —Hombre, en mi juventud me han dicho muchas veces que tenia unos brazos divinos, y si Guillermo no tiene más que ei derecho, claro está que le falta el otro. Está llamando á las pu ¡rtas de Paris el de- Los periódicos ingleses publican el diálogo habido entre el rey y el emperador en Belie- ville, cuando éste llegó como prisionero de guerra. Los dos monarcas, el activo y el de reemplazo, hablaron con la serenidad y buen gusto que corresponde á dos padres de los pueblos que acaban de convertir en perros de presa á sus respectivas naciones, y en osario púbiieo los fértiles campos. Los dos estaban tranquilos: cómo no habian de estarlo! Si una taza de tila apaga la excitación nerviosa más violenta y le deja á uno como un reló, qué no harán cuatrocientos mi i hombres fuera de combate ! Se echaron piropos mutuamente y hasta creo que fumaron un cigarrillo, que sacó Guillermo, pues el otro se dejó la petaca olvidada en Sedan. —Yuestra artillería es la mejor del mundo; cuentan que dijo Napoleón. —La peor del mundo! podrán replicar los que han visto volar por los aires sus cabezas, brazos y piernas á impulso de la metralla. Eso vá en gustos. A Napoleón le parece sin duda magnífica, porque le ha permitido exclamar hoy desde su encierro de Wilhelmshohe. —Todo se ha perdido, menos el pellejo! Esto prueba que las buenas formas no se han perdido ni por un instante, aunque se haya entibiado un poco Ja franca amistad de los dos monarcas. Así es en efecto; la unión entre Francia y Prusia no ha hecho híás que entibiarse] es decir, llenarse las fronteras de tibias que han perdido los soldados de ambas naciones. Creía yo que después de la ametralladora y del fusil de aguja, no era posible que hubiese un más allá en el arte de la guerra. Como no se invente el modo, decía yo, de que se abra ia tierra y se trague á los dos ejércitos, dándose la victoria al que ocupaba el sitio donde la grieta quede más disimulada, después de abrirse }r volverse á cerrar, no veo que pueda adelantarse un paso más: los hombres se despedazan con todas las reglas del arte. Pero un tal Mr. Berchondieu me ha sacado del error en que estaba. Propone éste caballero que para la defensa de Paris, se utilicen las fieras del Jardín de Plantas. Según su plan, el gobierno debe trasladar los tigres y los leones á las casas de campo abandonadas: llegarían á ellas los prusianos, y los dientes se encargarían de ios demás. Magnífica idea que rebaja mucho la importancia del inventor de la pólvora. ¡Ah, vamos! ahora me esplico por qué el marido de doña Emilia es casi invulnerable. ¿Conocería Yiliaverde á Berchondieu antes de casarse? Ya lo he dicho: hablaron con gravedad y cortesía los que pocos momentos antes se hablaban en los campos de Sedan con a-plomo. Pero después de tanto ocuparnos de guerras y desastres es preciso llevar alguna tranquilidad al ánimo. Buscaremos la paz y el consuelo allí donde precisamente deben estar. Leo en un periódico madrileño: ((Los trescientos fusiles que sirvieron para armar la partida carlista de Azpeitia, estaban escondidos en el órgano de la iglesia de aquel pueblo.)) ¡Pueblo feliz! No solamente podrá acudir desde hoy á elevar oraciones, sino á estudiar el sistema de armamento. El bienaventurado cura de Azpeitia ha querido sin duda instituir un nuevo sacramento en su parroquia, y para darle más fuerza lo ha hecho de precisión. juan PALOMO. l'-;vjv
Object Description
Title | Juan Palomo, Año 1, Núm. 48-52, Octubre 1870 |
Translated Title | Juan Palomo, Year 1, Issue No. 48-52, October 1870 |
Title Variation | Juan Palomo, Semanario Satírico |
Contributors | Landaluze, Víctor Patricio de, 1828-1889 |
Note | Juan Palomo was illustrated by Cuban artist Victor P. de Landaluze. |
Subject | Cuban periodicals |
Genre | Periodicals |
Publication Date | 1870-10 |
Publication Place | Havana (Cuba) |
Coverage Temporal | 1860-1869; 1870-1879 |
Coverage Spatial | Havana (Cuba) |
Physical Description | 1 periodical; 42 pages |
Language | spa |
Repository | University of Miami. Library. Cuban Heritage Collection |
Collection Title | CHC Periodicals |
Collection No. | CHC9998 |
Call Number | AP63 .J83x v.1:1-52 (Nov 1869-Oct 1870) |
OCLC No. | 437416713 |
Rights | This material is in the public domain in the United States. For additional information, please visit: http://merrick.library.miami.edu/digitalprojects/copyright.html |
Standardized Rights Statement | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Object ID | chc9998000092 |
Type | Text |
Description
Title | Page 1 |
Object ID | chc9998000092 |
Digital ID | chc99980000920001001 |
Full Text | REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN, O'Reilly, 54, entre Habana y Compostela. Semanario Satírico. DIBUJANTE CARICATURISTA, Víctor P. ele Landaluze (D. Junípero.) AÑO l.< PEECIOS DS SUS0SI0I0N EN LA HABANA. W MES, $1.—SEIS MESES, $5.25—UN AÑO, $10. Número suelto: 23 Cents. HABANA 2 DE OCTUBRE DE 1810, FSECIOS DE SUSCRICION EN EL INTEEICE. JTRES MESES, S3.75-SE1S MESES, $7-ÜN AÑO. $12.75 Número suelto: 30 Cents. NÜH. 48. TEXTO. Menestra semanal, por Juan Palomo.—Una página para la historia de Cubita libra con notas, por la Redacción.—¡Otro botón se han tragado! por Juan de las Viñas. Piropos aun., mambí, por Juan D ándalo.—Semblanza de Mr. Thiers. por G. B. En los natales de Emilia Caraboba de Vieja-Verde, por Juan de la Encina. Epístolas á «Juan Palomo:» de Nueva-York, por John Bull; de Barcelona, por Serafín Pitarra. Cuentos de manigua: La partida de la muerte, por Juan sin-Tikrra. Fábulas, por Juan sin-Miedo.—Sartenazos. Averten- cia. Anuncios. CARICATURAS, por Don Junípero. MENESTRA SEMANAL. Sí, eh? Parece que los aires de las cercanías de Paris son más funestos para el viejo pastor del derecho divino que los que soplan por los alrededores de Metz. Meditemos: en Metz ludia un ejército que no se sabe á ciencia cierta si continúa siendo imperialista ó nó; en Paris es el sentimiento nacional el que defiende las murallas. Un emperador enclenque, remendado, partido por el espinazo, y ya más que á medio uso, puede ser vencido con facilidad; pero tratándose de una nación entera que rechaza al extranjero, trabajo le mando al que pretenda dominarla. Guillermo, el de los bigotes blancos, por derecho divino, (en su persona todo debe ser así) tenía quizá un tantico de razón al querer apagar los fuegos, y cortar el revesino á su compinche, que se había propuesto meter baza en todo; pero muerto el perro se acabó la rabia, y ahora la justicia, la razón y el derecho se han pasado con armas y bagajes al campo francés, donde se defiende la integridad del territorio y el honor de la nación. Me parece que la cosa está más ciara, que un regimiento después de haber recibido una descarga de las ametralladoras. Francia, ocupada por los prusianos, me hace el efecto de un erizo. La punta con que terminan los cascos de los soldados alemanes parecen las púas que cubren el cuerpo de aquel animal. Y qué púas se les han metido dentro de casa! Cubierto de púas está todo el territorio. Ahora bien; cuando un hombre tiene tan malas pulgas, que no admite bromas de nadie, y no se dá á partido así como quiera, se dice que es un erizo. Prusia ha convertido á Francia en erizo; el animal hará ahora su oficio y sacudirá las púas. Aquellos polvos traen estos lodos. reeho divino con botas de montar, bigote blanco y patillas idem y con una especie de embudo en la cabeza. —No admitimos tus leyes, dicen los hijos de Francia, porque serán las del embudo. Y tienen razón: el derecho divino acabado en púntamete miedo, porque está fuera del orden natural: el derecho divino que se estila en estos tiempos es romo. Tengo yo una vecina, buena mujer, que ha comido ya ochenta veces el pavo de navidad, y que siempre que oye decir que el rey Guillermo tiene el derecho divino, se le figura que el monarca prusiano es manco. —Pero de qué proviene esa manía? le pregunté en una ocasión. —Hombre, en mi juventud me han dicho muchas veces que tenia unos brazos divinos, y si Guillermo no tiene más que ei derecho, claro está que le falta el otro. Está llamando á las pu ¡rtas de Paris el de- Los periódicos ingleses publican el diálogo habido entre el rey y el emperador en Belie- ville, cuando éste llegó como prisionero de guerra. Los dos monarcas, el activo y el de reemplazo, hablaron con la serenidad y buen gusto que corresponde á dos padres de los pueblos que acaban de convertir en perros de presa á sus respectivas naciones, y en osario púbiieo los fértiles campos. Los dos estaban tranquilos: cómo no habian de estarlo! Si una taza de tila apaga la excitación nerviosa más violenta y le deja á uno como un reló, qué no harán cuatrocientos mi i hombres fuera de combate ! Se echaron piropos mutuamente y hasta creo que fumaron un cigarrillo, que sacó Guillermo, pues el otro se dejó la petaca olvidada en Sedan. —Yuestra artillería es la mejor del mundo; cuentan que dijo Napoleón. —La peor del mundo! podrán replicar los que han visto volar por los aires sus cabezas, brazos y piernas á impulso de la metralla. Eso vá en gustos. A Napoleón le parece sin duda magnífica, porque le ha permitido exclamar hoy desde su encierro de Wilhelmshohe. —Todo se ha perdido, menos el pellejo! Esto prueba que las buenas formas no se han perdido ni por un instante, aunque se haya entibiado un poco Ja franca amistad de los dos monarcas. Así es en efecto; la unión entre Francia y Prusia no ha hecho híás que entibiarse] es decir, llenarse las fronteras de tibias que han perdido los soldados de ambas naciones. Creía yo que después de la ametralladora y del fusil de aguja, no era posible que hubiese un más allá en el arte de la guerra. Como no se invente el modo, decía yo, de que se abra ia tierra y se trague á los dos ejércitos, dándose la victoria al que ocupaba el sitio donde la grieta quede más disimulada, después de abrirse }r volverse á cerrar, no veo que pueda adelantarse un paso más: los hombres se despedazan con todas las reglas del arte. Pero un tal Mr. Berchondieu me ha sacado del error en que estaba. Propone éste caballero que para la defensa de Paris, se utilicen las fieras del Jardín de Plantas. Según su plan, el gobierno debe trasladar los tigres y los leones á las casas de campo abandonadas: llegarían á ellas los prusianos, y los dientes se encargarían de ios demás. Magnífica idea que rebaja mucho la importancia del inventor de la pólvora. ¡Ah, vamos! ahora me esplico por qué el marido de doña Emilia es casi invulnerable. ¿Conocería Yiliaverde á Berchondieu antes de casarse? Ya lo he dicho: hablaron con gravedad y cortesía los que pocos momentos antes se hablaban en los campos de Sedan con a-plomo. Pero después de tanto ocuparnos de guerras y desastres es preciso llevar alguna tranquilidad al ánimo. Buscaremos la paz y el consuelo allí donde precisamente deben estar. Leo en un periódico madrileño: ((Los trescientos fusiles que sirvieron para armar la partida carlista de Azpeitia, estaban escondidos en el órgano de la iglesia de aquel pueblo.)) ¡Pueblo feliz! No solamente podrá acudir desde hoy á elevar oraciones, sino á estudiar el sistema de armamento. El bienaventurado cura de Azpeitia ha querido sin duda instituir un nuevo sacramento en su parroquia, y para darle más fuerza lo ha hecho de precisión. juan PALOMO. l'-;vjv |
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